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Considerar los saberes autóctonos integrados al entorno urbano como una propuesta para superar las inequidades sociales a partir de la idea de paisajismo comestible, es el foco de investigación de la profesora Rita Martins Montezuma, de la Universidad Fluminense en Río de Janeiro.

El concepto de paisajismo comestible, un área de investigación que está creciendo en el mundo y que ya es fuerte en algunos países de África, Asia, América Latina y el Caribe gracias al trabajo de los movimientos sociales, pretende aprovechar el potencial de alimentos que hay naturalmente en los ecosistemas y la integración de otros que han llegado como consecuencia del devenir histórico.

“Considerando el proceso de construcción del paisaje, hay que decir que los ecosistemas tienen en sí mismos la presencia humana tanto de pobladores originarios como de colonizadores y migrantes, por esto creemos que hoy día lo que tenemos en nuestros territorios es una integración de especies nativas y otras allegadas por intereses humanos, estas van desde el valor medicinal y nutricional, hasta el ceremonial y cultural”, dice la profesora Martins.

En esa integración de especies es donde está el potencial del paisajismo comestible. Al respecto, la investigadora señala que debido a los procesos de urbanización acelerados y, muchas veces, desiguales se han perdido conocimientos ancestrales y, con ello también el sentido social de muchas plantas. “De ahí que cuando hablamos de paisaje comestible, proponemos que se haga un rescate de esos saberes manteniendo los remanentes de ecosistemas que hay en el espacio, pero también manteniendo el jardín, los solares y, en general, los escenarios posibles de uso e interés humano tanto públicos como privados”.

La idea de paisaje comestible se ha extendido en el mundo de la mano de otro concepto: seguridad alimentaria. Para el caso de América del Sur, dice la profesora, la relación es con la soberanía, que parte de la base de que los alimentos no solo nutren, sino que implican también el respeto por los derechos de los pueblos originarios a decidir temas como qué plantar y dónde plantarlo.

Es decir que la propuesta de paisajismo comestible en el sur del hemisferio americano tiene el objetivo de considerar los espacios desde el valor que tienen para las comunidades autóctonas y muchas veces marginales, así como para el resto de la población que también los disfruta.

“El desafío, que además nos compete a todos, es cómo intervenir diferentes situaciones para poder producir algo social y ambientalmente más justo”, resalta la investigadora y explica que esto cobra sentido mirando de cerca las realidades de nuestros países “donde muchas personas viven por debajo de la línea de pobreza”.  

Particularmente en Brasil, en el caso de las favelas en Rio de Janeiro, gran parte de los espacios que tiempo atrás eran solares se tornaron áreas de construcción para albergar familias sin hogar, una realidad de pobreza recurrente en el mundo. No obstante, precisa Martins Montezuma, en geografía existe el concepto de resignificación, que pretende recuperar el sentido de los territorios desde alternativas diferentes.

“Por ejemplo, antes había más lugares que eran utilizados para cultivar y ahora no hay más, pero se logran descubrir alternativas para ello y así llegamos a ver cultivos en latas, en techos, en plástico y demás. En otras palabras, hay opciones y esto es así porque como la población las necesita para sobrevivir, entonces las crea”.

Para la profesora Martins la sostenibilidad es ecológica, social y económica, no pueden pensarse de manera separada. “Esta es, sobre todo, una cuestión política e implica que movimientos sociales, poder público y academia podamos sentarnos a la mesa para planear algo juntos, conscientes de que cuando se reduce la inequidad se reduce la violencia y eso es mejor para todos”, concluye la experta.

Estas reflexiones se dieron en la más reciente sesión de la Cátedra Saberes con Sabor, iniciativa liderada por la Vicerrectoría de Sede y que tiene como propósito acercar la ciencia a la ciudadanía. La próxima jornada será el 10 de mayo en el auditorio Suramericana con Gabriel Bedoya Ballesteros y el “Café a la medida de nuestras emociones”.

(FIN/CST)

10 de abril del 2019