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Las luces se encendieron en varios hogares de Altos de Oriente 2 de la vereda Granizal, en Bello, como una apuesta por la dignificación gracias a un proyecto de Extensión Solidaria del Departamento de Construcción de la Facultad de Arquitectura que aprovecha la energía solar. El trabajo comunitario fue el foco de este ejercicio de apropiación social del conocimiento.

 

  • El kit tiene una vida útil de cinco años y la bombilla de un año y medio, aproximadamente. Foto Cortesía Jorge Enrique Madrigal.

    El kit tiene una vida útil de cinco años y la bombilla de un año y medio, aproximadamente. Foto Cortesía Jorge Enrique Madrigal.

  • La comunidad se reunió con los investigadores varios domingos. Foto Cortesía Jorge Enrique Madrigal.

    La comunidad se reunió con los investigadores varios domingos. Foto Cortesía Jorge Enrique Madrigal.

  • En el sector hay personas encargadas del soporte técnico quienes velan por el buen funcionamiento de los kits. Foto Cortesía Jorge Enrique Madrigal.

    En el sector hay personas encargadas del soporte técnico quienes velan por el buen funcionamiento de los kits. Foto Cortesía Jorge Enrique Madrigal.

     

    En la generación de energía fotovoltaica el sol es indispensable, así como lo es para hacer una arepa. La luz solar irradia la planta de maíz hasta producir la mazorca con sus granos que, luego, son cosechados y almacenados en bultos para finalmente ser transformados en alimento. En el caso de un panel fotovoltaico, éste capta la energía de la luz del sol, la almacena en una batería y, finalmente, por medio de un controlador enciende una bombilla. El conocimiento del proceso lo apropió la comunidad de Altos de Oriente 2 y lo usa para iluminar sus hogares, como parte de su participación en el proyecto “Incluminación”, desarrollado por docentes y estudiantes investigadores.

    A 150 personas se les entregaron 28 paquetes denominados “Inclukits”, cada uno con un panel solar, un controlador eléctrico, una batería, el cableado requerido, una bombilla y una caja resistente al polvo y al agua (similar al contador que se ubica en las fachadas de las viviendas, pero este se instala en su interior).

    Los usuarios fueron provistos de repuestos básicos: bombillas led y fusibles de protección para garantizar el buen funcionamiento a lo largo tiempo y una guía de instalación. Algunos recibieron capacitación en soporte técnico y reparación. Los kits se probaron antes y después de ser instalados.

    Sinergia

    La Junta de Acción Comunal y la Corporación para el Desarrollo Integral y Sostenible de la comunidad convocaron y eligieron a quienes participaron del proceso de apropiación del conocimiento orientado por estudiantes del semillero de investigación Aplicatto, quienes instruyeron en armado e instalación de los “Inclukits” luego de que cada familia eligiera el lugar para fijar la bombilla led, según su necesidad. Por ejemplo, Daniela Mazo lo ubicó en la cocina, porque allí pasa la mayor parte del tiempo.

    El uso de los kits es relativamente fácil. Antonio José SilvaEl uso de los kits es relativamente fácil. Antonio José Silva Cartagena manifestó que se sintió bien con el armado del kit y agradece al Proyecto “por los beneficios porque este panel me va a ayudar mucho a ahorrar energía de la empresa (prepagada). Voy a tener una bombilla que me va a reducir muchos kW en el contador”.

    A través de talleres de cocreación, la tecnología permeó a la comunidad y como destaca Juan Enrique Torres Madrigal, ingeniero electricista, magíster en Construcción y actual director de Investigación y Extensión de la Facultad de Arquitectura, “Incluminación” es un proyecto que “genera tejido social en la comunidad de Altos de Oriente 2 y, a su vez, entrega un sistema de mitigación para una necesidad básica como es la de iluminar un hogar beneficiando, aproximadamente, a 300 personas”.

    Cohesión social a partir de la luz

    Altos de Oriente 2 está en inminente riesgo de deslizamiento. Allí se levantan casas de construcción informal donde, mayoritariamente, habitan personas víctimas de desplazamiento forzado. Hay quienes viven en el lugar desde hace varios años y quienes moran por unas pocas semanas. En la comunidad no hay arraigo, como señala el docente Torres Madrigal, quien ideó el proyecto junto con Carolina Parra.

    Una de sus prioridades era precisamente generar cohesión social a través de la tecnología y generar cercanía entre las comunidades y la Universidad. Hasta ahora, el proyecto se ha implementado en dos ocasiones: en 2018 y en 2023. Después de la primera, cuenta el docente, habitantes de Altos de Oriente 2 se unieron, lograron organizarse y, pese a la inviabilidad de construir un acueducto, lograron que a través de las Empresas Públicas de Medellín (EPM) el municipio de Bello los provea con tanques de agua potable.

    Como proyecto, “Incluminación” se desarrolló en cinco fases: la primera, “Imaginarios”, con talleres de experimentación creativa e innovación para conocer las expectativas y activar las habilidades blandas de quienes participaban; la segunda, “Resignificación”, una propuesta para indagar en la comunidad por los significados de conceptos como iluminación e identificar cómo a partir de ella pueden resignificar sus viviendas; la tercera, “Cocreación del dispositivo”; la cuarta, “Cocreación en la instalación”, que fue guiada por tutoriales, y, la quinta, “Conservación” a partir del seguimiento remoto.

    Los “Inclukits” han permitido a personas de la comunidad solucionar específicamente la necesidad de iluminar los hogares. Aunque en Altos de Oriente 2 EPM ofrece el servicio de energía prepago, no todos los habitantes están en capacidad de pagarla o no es suficiente para sus actividades económicas como la venta de bolis y helados. Otra ventaja del sistema, según el docente Torres Madrigal, es la portabilidad, “si un alcalde decide reubicarlos, ellos fácilmente pueden llevarse el kit”.

    Involucrar para apropiar

    En el desarrollo de los talleres y de la capacitación, los investigadores, apoyados en una tallerista especialista en el trabajo con estas comunidades, se dividieron en grupos para realizar distintas tareas como entrevistas, etnografía y logística, por citar algunos ejemplos. El trabajo comunitario fue fundamental en el proceso y continúa siendo el aliciente para una versión futura del proyecto. La idea es fortalecer los talleres con actividades de formación en herramientas ciudadanas.

    El profesor Torres Madrigal destaca el deber de la universidad pública con la sociedad; en la labor docente “le inculco a mis estudiantes, además del conocimiento académico, un compromiso social”, y esto se pone de manifiesto cuando se trabajan proyectos de extensión solidaria en comunidades donde, de acuerdo con el docente, es evidente el abandono por los diferentes centros del Estado.

    “Para mí lo bonito es que se demuestra que la Universidad se acerca a las personas más vulnerables, que no se trata de tener doctores inalcanzables, sino de mostrar que somos de carne y hueso, que nos equivocamos y que estamos al lado de la comunidad para ver cómo podemos ayudar ante situaciones adversas, aunque es delicado, porque tampoco se puede ser muy paternalistas”, expone el docente.

    Y en ese sentido, agrega, también ha habido una responsabilidad clara: “El proyecto surge con la idea de transferir tecnología, pero regalar las cosas no es lo adecuado. Se lo deben apropiar para que lo cuiden”. Así ha sido, pues incluso el 90% de los paneles solares y el sistema de generación de energía instalados durante la primera versión del proyecto siguen funcionando en óptimo estado y la comunidad sigue organizada para conservarlos.

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    (FIN/Unimedios Medellín)

    *Este artículo fue publicado en noviembre de 2023, en la segunda edición de la Revista Misión Ciencia.