El calendario ha marcado “25 de noviembre”. Así ocurrió el año pasado, el antepasado, el anterior a este... Las calles se han vestido de morado, cada vez se suman más voces, con más arengas, en las entonaciones más diversas. Otros manifiestos, otras marchas, otros talleres, otras actividades… Los mismos discursos que, pareciera, no mueven ni conmueven. En los registros, ONU Mujeres reporta que, en el 2023, en el mundo, cada 10 minutos murió una mujer a manos de su pareja o de un familiar. En Colombia, según esta misma organización internacional, el 2024 ha sido uno de los años más letales para las mujeres, cada día, tres mujeres son víctimas de feminicidio.
¿Qué nos falta como sociedad para eliminar las violencias contra las mujeres?, ¿lograr un mundo que garantice el bienestar y los derechos de las mujeres es una utopía?, ¿ser mujer es una condena de nacimiento a vivir en riesgo o con miedo?, ¿se puede romper con los patrones culturales violentos heredados que agreden a las mujeres?, ¿cuántas vidas más se deben perder?, ¿le fallamos como sociedad a las mujeres que entregaron su vida en el pasado, a aquellas que luchan y viven en el presente y a quienes habitarán este mundo en el futuro?
Se ha avanzado en el tema; por ejemplo, la Secretaría de las Mujeres en Medellín, según información en El Colombiano, las denuncias por violencia intrafamiliar aumentaron en un 36,26% en 2024, siendo el 70% de las víctimas mujeres y, del 30% restante, 7 de cada diez son niños, niñas y adolescentes menores de edad; además, la publicación informa que el aumento de los casos evidencia que más personas acuden a las autoridades competentes cuando se presentan estos hechos.
En el ámbito jurídico colombiano también es importante tener presente, entre otros avances, la Ley 2356 de 2024, “por medio de la cual se eliminan beneficios y subrogados penales para quienes sean condenados o estén cumpliendo detención preventiva por el delito de feminicidio”, y el caso sin precedentes de Virgelina Aguiar, quien fue excarcelada tras la emisión por la Corte Constitucional de la Sentencia T-459 de 2024, un fallo sobre la legítima defensa en casos de abuso sexual en Colombia.
Otros datos oficiales
El Instituto Nacional de Salud (INS) reportó que, al 8 de junio de 2024, las instituciones prestadoras de servicios de salud registraron un total de 66.621 casos de violencia de género, de los cuales el 75,6% se presentaron contra mujeres. Frente a la situación, América Larraín, antropóloga de la UNAL, magíster y doctora en Antropología Social de la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil), señala que “a pesar de que en 2015 fue expedida en el Congreso de la República la Ley 1761, conocida como Rosa Elvira Cely, por la cual se crea el tipo penal de feminicidio, se considera delito autónomo y se intenta dar visibilidad a esas motivaciones machistas y misóginas que subyacen a ese tipo de homicidios, lo alarmante es que las cifras vayan en aumento”.
A su vez, Larraín, quien además es profesora asociada en dedicación exclusiva del Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín y representante al Comité de Asuntos de Género de la institución, agrega que “a pesar de que sabemos que los problemas base que sustentan este tipo de actos son estructurales y tienen que ver con las prácticas que están arraigadas en nuestros contextos culturales y sociales que históricamente se han validado y se han naturalizado, no hemos logrado transformaciones profundas que eviten que esto ocurra, sino que, por el contrario, lo que vemos son cifras disparadas y eso es realmente escandaloso”.
ONU Mujeres define “violencia contra las mujeres y las niñas” como una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos en el mundo que “tiene graves consecuencias físicas, económicas y psicológicas sobre las mujeres y las niñas, tanto a corto como a largo plazo”. A su vez, este organismo señala que la violencia contra mujeres y niñas en el ámbito privado puede ser económica, psicológica, emocional, física y sexual.
De acuerdo con los registros del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, a septiembre de este año, 735 mujeres sufrieron una muerte violenta y, durante todo el 2023, fueron 734. El Observatorio Colombiano de Feminicidios, por su parte, en el mismo periodo de 2024, señala que 671 mujeres fueron víctima de feminicidio y 530 en grado de tentativa, mientras que en el 2023 fueron 525 y 173 en grado de tentativa.
Frente a estas cifras, Lina Marcela González Gómez, historiadora de UNAL, magíster en Ciencias Sociales: Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia y Doctora en Historia de la UNAL, hace un llamado por la impunidad: “¿Cuántos de estos casos terminan en una sanción penal o en una resolución definitiva?”.
González Gómez, quien también es profesora asociada en dedicación exclusiva del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín y representante al Comité de Asuntos de Género, analizó los rangos de edad de las mujeres víctimas de violencia y evidenció que, según los reportes de Medicina Legal, “en primer lugar están las de 19 a 30 años y en segundo, las de 31 a 46 años. Las mujeres entre 19 y 46 años son las que más expuestas están a la violencia. En tercer lugar, la violencia es contra menores de 15 años; es más, para junio del 2024 hubo 8.203 casos en menores entre 0 y 4 años, una cifra que uno ni quiere mencionar porque siente como vértigo; pero cuando hablamos de esos rangos de edad, 19 a 30 y 31 a 46, nos referimos a una etapa en que la mujer está en la vida universitaria y laboral, también empiezan a ser madres y concretan una relación con una pareja”.
La docente Larraín hace un llamado sobre las relaciones afectivas. “Si en ese contexto se permiten, autorizan o validan algunos actos pequeños de control, celos y manipulación emocional, estos actos finalmente se van configurando como violencia, y el problema de eso es que parece tan pequeño, cotidiano y sutil, que lo ignoramos y lo dejamos avanzar. De repente, revisar el chat, llamar todo el tiempo, controlar con quién estás, se convierte en algo más y pasa a un grito, un jalón, una sacudida. Ahí pareciera que la cosa se empieza a poner un poco más seria, pero en realidad desde el comienzo fue seria”.
Radiografía del contexto universitario
El reporte de atenciones del Protocolo de Violencia Basadas en Género y Sexuales de la Universidad, con corte a junio del 2024, registra 151 casos de violencias basadas en género en la Sede, donde el 45,8% de los presuntos agresores son estudiantes de pregrado y de posgrado; el 20,5% docentes y el 11,9% administrativos. Estas cifras, comenta González Gómez, tipifican tres tipos de violencia: la primera, las violencias basadas en género, que son violencias físicas, psicológicas, patrimoniales, económicas y de discriminación. La segunda, violencias sexuales, entendidas como acoso carnal violento, acoso sexual no consentido, abuso sexual y pornografía no consentida. La tercera es acoso, que puede ser persecución, hostigamiento o asedio físico o verbal, valiéndose de una superioridad manifiesta.
“Es muy importante lo de la superioridad manifiesta porque cuando hablamos de violencias basadas en género y violencias contra las mujeres se guarda relación con cuatro ideas centrales: control, poder, venganza y celos. Estos actos violentos son posibles porque está naturalizada una práctica machista donde prima la impunidad; y, como prima la impunidad, los agresores consideran que no existen consecuencias penales y que pueden seguir haciendo lo que quieran”, explica y agrega que “a mí me llama mucho la atención porque uno a veces pensaría que esa violencia permanece en espacios donde la gente, de pronto, no ha tenido acceso a ciertos niveles educativos o de información, pero no, en seis meses del año 2024, 151 casos en la sede de Medellín, donde ya estos temas están al orden del día, son cotidianos y tenemos, incluso, en la cátedra de ingreso a la Universidad un espacio donde se abordan estos temas desde el primer semestre, pese a lo cual se sigue reproduciendo este asunto”.
Las violencias contra las mujeres tienen contexto
Entender las violencias contra las mujeres es un asunto que exige un análisis de los contextos y las situaciones en que se presentan ese tipo de violencias. Como señala la docente América Larraín, “el enfoque interseccional, por ejemplo, permite identificar cómo se cruzan raza, género, procedencia y clase, entre otros, evidenciando que ser mujer tampoco es una experiencia homogénea”.
Por ejemplo, agrega la antropóloga, “en un contexto indígena donde la mujer asume gran parte del cuidado de lo doméstico, no podemos simplemente llegar y decir: ‘uy no, es que son súper machistas’, pues al hacer eso desconocemos que muchas de estas prácticas de cuidado, responden a acuerdos y roles que en ocasiones tienen sentidos asociados a sus cosmovisiones y a maneras singulares de entender qué es ser mujer y dónde recae el poder de lo femenino”. Esto, por su puesto, señala la docente América Larraín, sin caer en relativismos extremos y reconociendo que hay hechos de violencia sistemáticos contra las mujeres, presentes en los más diversos contextos culturales.
Frente a un contexto violento con las mujeres, lo mejor es la prevención
La lucha contra las violencias hacia las mujeres tiene lugar en casi todo el mundo; sin embargo, aun cuando el tema ha tomado relevancia, no todos los espacios son escenarios seguros para las mujeres, por lo que el llamado es a la prevención.
La historiadora González Gómez, desde su experiencia como mujer, destaca que los miedos frente a las posibles agresiones que pueden vivir las mujeres se pueden trabajar, pero invita a prevenir y evitar exponerse a escenarios y situaciones donde puedan ser violentadas. “Los miedos son irracionales, yo no puedo pensar que yo sola puedo resolver el miedo de estar en la calle, porque la calle es violenta y peligrosa y más para las mujeres. Pero sí creo que, en el entorno familiar, barrial, veredal, del salón de clase de la universidad, tenemos que estar muy atentos a lo que sucede y actuar en consecuencia con ello”.
A su vez, la docente invita a los hombres a tomar consciencia frente a los actos cotidianos de micromachismo.
(FIN/SRV)
25 de noviembre de 2024