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¿Cómo gestionar un espacio seguro para el diálogo?, ¿qué pasos seguir para llevarlo a cabo?, ¿cuál es su importancia en contextos como el latinoamericano? En torno a estas preguntas giró la conversación liderada por el Centro Nansen para la Paz y el Diálogo, realizada en la UNAL Medellín.

 

  • Alfredo Zamudio, director de la misión chilena del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo. Foto de Unimedios.

    Alfredo Zamudio, director de la misión chilena del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo. Foto de Unimedios.

  • Algunos asistentes participaron con preguntas y apreciaciones. Foto de Unimedios.

    Algunos asistentes participaron con preguntas y apreciaciones. Foto de Unimedios.

  • El Centro Nansen compartió con funcionarios de la UNAL Medellín su experiencia en torno al diálogo y las universidades. Foto de Unimedios.

    El Centro Nansen compartió con funcionarios de la UNAL Medellín su experiencia en torno al diálogo y las universidades. Foto de Unimedios.

     

    El diálogo no debe ser necesariamente la posibilidad para ponerse de acuerdo sino para construir un futuro compartido en el que, precisamente, es válido estar en desacuerdo. Hay un ejemplo local que lo ilustra: “En Medellín hay distintas visiones de cuál es el mejor equipo de fútbol, no hay un consenso, pero sí puede haber acuerdo en que el deporte es importante para los jóvenes, así como el acceso a canchas y a parques”, dijo Alfredo Zamudio, director de la misión chilena del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo.

    La cultura del diálogo implica convivir con la diferencia, llamó la atención Zamudio, y cuando es la democracia la que está bajo amenaza, hay opciones. Hay quienes se preguntan para qué hablar cuando hay dolor y se siente que no es posible perdonar ni olvidar. Lo primero que se debe reconocer en un proceso de diálogo, dijo, es que hay episodios que para unos constituyen algo como la historia y, para otros, memoria, y esta última implica emociones.

    ¿Por qué crear espacios de conversación para dialogar desde ambas perspectivas y para qué? “Para trazar las coordenadas, porque puede ayudar”, respondió. En muchas ocasiones, puede haber brechas con impactos y profundidades, y desde ahí debe partir el diálogo, no desde la recriminación de víctimas a victimarios.

    “Una de las herramientas para salir adelante es el diálogo, y hay muchas definiciones”, dijo Zamudio y, como Centro Nansen, está de acuerdo con el concepto del pedagogo y educador Paulo Freire, cuyo postulado es que el diálogo no puede existir sin humildad. “Cuando las personas no tienen palabras por el impacto de la guerra o de la violencia, buscar las palabras no puede ser un acto de arrogancia, sino de traer la complejidad”, añadió. Con esto se refirió, por ejemplo, a la validez de manifestar las emociones en el espacio de conversación.

    En el contexto del diálogo para la transformación pacífica de conflictos

    La Fundación Berghof de Alemania, comentó director de la misión chilena del Centro Nansen, hizo un análisis de 19 procesos de diálogos nacionales, varios de ellos con componentes de constituyentes. En estos dejan claro que negociación y mediación no son lo mismo que diálogo, porque ponen énfasis en el resultado, mientras que el diálogo lo hace en construcción o reconstrucción de relaciones. “Si uno quiere transformar cosas urgentes, la negociación y la mediación son las herramientas adecuadas, pero si se necesita calar hondo, debe ser el diálogo, porque no solo se va a identificar un problema o una solución, también se va a ver cómo las personas eligen el camino”, explicó.

    A su vez, llamó la atención acerca de la diferencia entre debate y diálogo. El primero tiene que ver con la imposibilidad de cambiar de opinión, algo que es visto como una señal de debilidad, cuando realmente representa una fortaleza para el caso del diálogo.

    Cuando un país o un territorio va a solucionar una situación de crisis debe cumplir con tres capacidades: las institucionales, el conocimiento y la voluntad política. A criterio de Zamudio, Medellín cumple con todas, sin embargo, el último aspecto, mencionó, está “un poco disperso. Ha habido muchos diagnósticos, pero si sabemos lo que hay que hacer, ¿por qué no se hace?”, cuestionó.

    Adicionalmente, manifestó que el diálogo no es solamente traer saberes, también implica abordar memorias y experiencias para crear un espacio seguro. No es fácil contar el dolor, por lo que es necesario preguntarse cómo construir la agenda, cuál es el cambio que deseamos y quiénes deben estar para que se dé.

    Las anteriores son reflexiones de Zamudio, quien dirige uno de los siete centros de Noruega con los que ese país propende por una cultura de paz. En su visita a Medellín, comentó a funcionarios de la UNAL la experiencia del Centro Nansen con respecto a las universidades y, después, en el Claustro San Ignacio de Comfama, abordó el diálogo desde perspectivas como la democracia y la memoria.

    La charla se dio como capacitación sobre metodología de diálogo y en el marco de la iniciativa “Confluir: rutas de conversación”, organizada por la UNAL Medellín, Comfama, la Universidad Eafit, Tejeduría Territorial y Sumando Voces. Con esto, “queremos generar una articulación que nos permita reconocer procesos de participación y diálogo que ha tenido Antioquia, porque han habido esfuerzos importantes desde la Consejería Presidencial desde los 90”, dijo Sandra Velásquez, profesora de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Sede. En ese sentido, el propósito es encontrarse en torno al diálogo para buscar propuestas para la ciudad, según la docente.

     (FIN/KGG)

    13 de agosto de 2024