La investigación "Taller Central, un aporte para la formación de artistas en Colombia", recoge las memorias y la historia de este espacio académico concebido para la experimentación y el aprendizaje autónomo de los estudiantes, cuyo papel fue pionero en la transformación de la pedagogía artística en el país, que a la vez impactó y fomentó el desarrollo del movimiento cultural de Medellín.
Hace 40 años, en unos encuentros que se realizaban todos los miércoles entre estudiantes, profesores y artistas en las aulas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, se gestó el Taller Central, espacio que desencadenó el nacimiento del programa en Artes Plásticas de la UNAL, abonó el terreno para la consolidación del movimiento cultural y artístico de la ciudad y estableció un modelo de enseñanza, aprendizaje y evaluación en esta área, en ese entonces una apuesta innovadora, adelantada a su época y única en el mundo, que permitió el desarrollo de las artes en Colombia.
El Taller Central fue un lugar de debate y conversación que valoraba la autonomía y el conocimiento de los estudiantes, poniéndolos en diálogo con los saberes de profesores y artistas. Allí, los docentes ejercían su papel como guías o acompañantes pedagógicos, en lugar de figuras educativas hegemónicas o jerárquicas, en el que se daba toda la importancia al espacio, a las preguntas de los alumnos, a sus procesos y a sus respuestas, según relata el estudio: Reconstrucción de la memoria de la asignatura Taller Central, (Taller), del programa de Artes Plásticas de la Escuela de Artes, de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Un aporte fundamental a la pedagogía y la enseñanza de las artes en el país (1980 - 2010), realizado por las profesoras Ana Claudia Múnera Palacio, Natalia Echeverri Arango y Natalia Restrepo Restrepo, de la Escuela de Artes de la UNAL Sede Medellín.
“Artes en la Nacional fue un oxígeno debido a ese vínculo por excelencia con lo humano. Artes, junto con historia, hicieron parte de un proceso nuevo en la Universidad en una articulación con las humanidades. Ha sido un desarrollo bonito por las dificultades que ha tenido, pero que con los años se ha ido articulando a los tiempos presentes que no son fáciles de asimilar”, expresó Aníbal Córdoba Mora, profesor emérito del Departamento de Humanidades de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas y uno de los fundadores de la Escuela de Artes.
El Taller Central se convirtió en un espacio vital para el desarrollo de las artes en la Universidad y en la ciudad, debido a que las exhibiciones, los seminarios teóricos y las actividades académicas migraron de allí a otras instancias de la Institución y de la ciudad como el Museo de Antioquia, la Institución Universitaria Bellas Artes, la Escuela Popular de Artes, la Universidad de Antioquia, ente otras. Esto, según las autoras, contribuyó al fortalecimiento de la cultura artística y la madurez intelectual de la ciudad en relación con el arte moderno, posmoderno y contemporáneo.
Marta Lucía Ramírez Uribe, docente durante 35 años y egresada de la primera promoción de la Escuela de Artes, recuerda que este espacio atravesaba del primero al décimo semestre y el estudiante era autónomo de hacer sus propuestas, “de ‘jugar´, por decirlo así”, a ser artista desde que iniciaba su formación, con la asesoría de un grupo de docentes.
“Este sistema pedagógico fue muy especial, sucedía los miércoles en mañana y tarde, asistían personas de otras facultades y de afuera, era una actividad muy importante y bonita que se fue replicando en otros lugares como la Universidad de Antioquia, donde se llamaba Taller Integrado. Las formas de evaluar fueron un punto clave; al principio no existían parámetros de evaluación, entonces nosotros mismos como estudiantes los reclamábamos. Esos parámetros, que cambiaban cada dos semestres, iban evolucionando, eran evaluaciones cuantitativas y cualitativas; con el paso del tiempo cambió mucho, se volvió programático y creo que allí perdió su fuerza, fue una caída del taller como lo conocimos, porque se dejó permear por la evaluación, se volvió como una clase”, recordó la profesora jubilada y ahora artista de tiempo completo, quien enfatizó que el Taller dejó un legado que hizo parte de la formación de muchos creadores de la época, locales y nacionales.
Esa iniciativa de aquellos visionarios, que perduró y enriqueció por más de 40 años el contexto artístico y cultural de Medellín, dejó un legado académico invaluable para la enseñanza y la evaluación de las artes en Colombia. Aunque fueron estudiantes de Artes Plásticas y, posteriormente, profesoras de la Escuela de Artes de la UNAL Sede Medellín, en su investigación las sorprende la visión de estos profesores al imaginarse una carrera y un espacio de formación de artistas que no existía en el país que respetara la libertad individual y la sabiduría de los estudiantes, manifestó Natalia Restrepo Restrepo.
El modelo de enseñanza, aprendizaje y evaluación de las artes plásticas fue revolucionario por distintos factores, entre ellos, porque no fue desarrollado por profesionales de la educación, se diseñó, ensayó y perfeccionó por artistas y humanistas para artistas. Este partía de las necesidades de creación de los profesionales y usaba herramientas pedagógicas como la experimentación, los procesos de creación, el ensayo y error, las disciplinas humanistas, la historia, la estética, la ética, la política, la economía y el hábitat.
“Era un pensamiento muy vanguardista para la época y es sorprendente que sea un programa que se sostuvo muy fuertemente durante 40 años; sin embargo, ahora hemos tenido cambios. Es admirable que fueron capaces de incluir dentro de las estructuras académicas y pedagógicas de ese tiempo algo tan libre como el arte, que hubieran diseñado métodos de investigación y formas objetivas y no subjetivas de evaluación de las artes. Esto es un gran aporte a la enseñanza de los artistas porque su formación pasó de ser ‘una educación de taller’ en la cual el alumno seguía al maestro, a ser de vanguardia, de investigación, conceptual, donde los artistas empezaron a escribir y a poner en palabras todo lo que hacían, a hacer valer ante Colciencias y Concultura (en ese momento) sus procesos de investigación y creación”, agregó Natalia Restrepo, artista plástica y doctora en Historia.
El trabajo de investigación, que inició en el año 2018, tenía el objetivo de recoger la memoria de los profesores fundadores de Artes Plásticas. La mayoría fallecieron, otros ya están muy mayores o con problemas de salud y otros jubilados, por lo tanto, esta es una memoria frágil y es urgente para la Escuela recuperarla, explicó una de las autoras Natalia Echeverri Arango, quien agregó que esto es importante no solo para la Universidad sino para Medellín y Colombia, pues estos profesores fueron protagonistas de la historia cultural del país en aquella época.
“Esto es de gran valor y queríamos dejar un documento que contribuyera a su conservación. Vivimos en una ciudad que tiene un ecosistema cultural muy grande y consolidado, pero eso no se hizo solo, los profesores ayudaron mucho al desarrollo cultural de Medellín. La Biblioteca Pública Piloto, el Museo de Arte Moderno, la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y otras instituciones que nacieron a la par y se fueron complementando y aprendiendo entre todas. Fue un tejido que se construyó de manera colectiva y por eso es muy valioso el aporte de estos profes, porque ellos ayudaron a que esto despegara y alimentaron todas estas instituciones”, indicó Natalia Echeverri Arango, artista plástica y doctora en Artes Visuales.
La memoria escrita de esta experiencia educativa consta de actas de reuniones de los docentes para revisar los procesos pedagógicos, formatos o rúbricas de evaluación, fotografías de montajes, exposiciones y procesos individuales, investigaciones paralelas, microprocesos de investigación y creación que acompañaron a cada estudiante, entre otros documentos y archivos.
Un rompecabezas incompleto
La iniciativa de este estudio surgió luego de que se ordenara la destrucción de las carpetas físicas de la asignatura Taller Central, debido a los lineamientos de la campaña institucional Cero papel, que buscaba la sustitución de los documentos físicos por digitales en la Universidad.
“Al ver que se estaba rasgando todo el material guardado durante más de 40 años para ser botado, las profesoras Ana Claudia Múnera y Natalia Echeverri solicitaron que no continuara ese proceso debido a la importancia que el material representaba para la historia de la Escuela de Artes. Los archivos rescatados fueron llevados al Salón de proyectos especiales del Laboratorio de Producción Digital para su reconstrucción, custodia y valoración, sin embargo, mucho material fue botado”, expone un fragmento de la investigación.
A raíz de esto, el 7 de febrero del 2018 las profesoras establecieron una Práctica Académica Especial (PAE), de 144 horas equivalente a 3 créditos, con 8 estudiantes denominada: Reconstrucción de la memoria de la asignatura Taller del Programa de Artes Plásticas (fase 1). Como parte de la fase 2 de esta investigación, el lunes 17 de junio de 2024 se realizó la socialización de los resultados a la comunidad académica con el evento: Taller Central, un aporte para la formación de artistas en Colombia, en el auditorio Gerardo Molina del Campus El Volador.
“En esta socialización presentamos un video que recoge, en 40 minutos, los testimonios y las experiencias de algunos de los fundadores del programa y profesores que implementaron la metodología pedagógica que se da dentro del Taller”, comentó Natalia Echeverri durante el encuentro.
El video incluye conversaciones con algunos egresados del programa de diferentes cohortes como Luis Carlos Mejía Ramírez, Javier Cruz, Fabio Manosalva, Paula Vélez y a los profesores Alberto Uribe, Elena Vargas, Federico Londoño, Edith Arbeláez, Martha Ramírez, Eugenia Pérez, Luis Fernando Escobar, Juan Luis Mesa, Armando Montoya y Aníbal Córdoba.
Para las investigadoras, esto contribuye a complementar la memoria de la Escuela de Artes y se une a los esfuerzos de otros docentes y egresados que han preservado documentos, registros, proyectos, archivos personales, etc., con la misma intención de conservar la memoria de la Escuela de Artes. Además, pretende ser un faro para el programa y otros pregrados orientados en la enseñanza y el aprendizaje de las Artes en Colombia, existentes y los que están por nacer, como una guía y apoyo para aprender del camino recorrido.
Para Marcela Múnera, Natalia Echeverri y Natalia Restrepo, una de las principales conclusiones de la investigación es que el espacio de Taller Central para la carrera de Artes Plásticas no solo funcionó como eje del currículo y materia que aglutinaba los resultados y aprendizajes de las demás materias, sino que se convirtió en el alma de la carrera en el sentido que garantizaba un espacio de total libertad para los estudiantes al interior del currículo.
Video proyectado durante la presentación de la investigación
(FIN/JRDP)
21 de junio de 2024