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El profesor de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín obtuvo el premio “Mi arte para cambiar el mundo”, otorgado por la Universidad de Palermo, con el proyecto “Arquitectura y comunidad” en el que experimenta con materiales y ensambles.

 

  • El proyecto busca generar una reflexión sobre la pertinencia de reciclar materiales. Foto cortesía de la Oficina de Comunicaciones de la Facultad de Arquitectura.

    El proyecto busca generar una reflexión sobre la pertinencia de reciclar materiales. Foto cortesía de la Oficina de Comunicaciones de la Facultad de Arquitectura.

  • Se busca ensamblar materiales con sistemas sencillos y resistentes. Foto cortesía de la Oficina de Comunicaciones de la Facultad de Arquitectura.

    Se busca ensamblar materiales con sistemas sencillos y resistentes. Foto cortesía de la Oficina de Comunicaciones de la Facultad de Arquitectura.

  • Luca Bullaro, profesor de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín. Foto cortesía de Luca Bullaro.

    Luca Bullaro, profesor de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín. Foto cortesía de Luca Bullaro.

     

    La propuesta que hizo merecedor del reconocimiento al profesor Luca Bullaro es resultado del trabajo pedagógico realizado en años pasados con estudiantes de segundo semestre del pregrado de Arquitectura, con quienes construye ciertos dispositivos con elementos de segunda mano o materiales naturales como el bambú y la madera, pues le interesa el diálogo entre la arquitectura y la naturaleza.

    De acuerdo con los jurados del premio, el proyecto se caracteriza por ser educativo-formativo al combinar arquitectura, arte, sentido social, atender condiciones ecológicas y las formas de la naturaleza.

    Al respecto, el profesor Bullaro llama la atención a que, “en los últimos años (como especie), hemos tratado la naturaleza de forma muy egoísta. Hemos hecho intervenciones feas, las mismas ciudades no funcionan bien, son espacios llenos de contaminación y ruido, hay que volver al respeto, a la relación armónica entre el hombre y la naturaleza”.

    Con esa premisa y la del trabajo manual, ha realizado el proyecto con sus estudiantes en la Sede y la comunidad vecina del barrio La Iguaná: “Nosotros creemos en el crear con las manos, no limitarse a proyectos sobre papel, sino en pasar a la realidad usando materiales naturales como el bambú, la madera y desechos como tubos de cartón y de plástico o cajas de cerveza, por ejemplo”.

    Fue importante, también, un método inductivo que transgrede al tradicional, en la medida que va de lo particular a lo general. “Es más real. Creo que les ha servido a los estudiantes de Arquitectura para entender conceptos como la tectónica, la ergonomía, la resistencia, etcétera”, explica.

    Adicionalmente, el trabajo con la comunidad traza la sinergia con la que desea abordar la labor que realiza y este proyecto lo ha permitido: han escuchado los deseos de los habitantes de La Iguaná, quienes también han actuado como participantes. El objetivo es trascender las aulas y eso es para él lo más valioso: que el rigor académico no se quede en el enfoque teórico, sino que abarque la práctica y dé cara “a la realidad de los verdaderos problemas de la gente”, enfatiza.

    Para el profesor es de gran satisfacción obtener un premio que le resulta significativo por su nombre: “Mi arte para cambiar el mundo”. Cree en las pequeñas acciones y en las apuestas locales, en la llamada Arquitectura km 0, por ejemplo, que significa usar materiales del territorio donde se construye, o de segunda mano, con distintos beneficios, entre ellos, ahorrar energía y costos. Esa visión, considera el docente, también abre oportunidades para el ejercicio profesional y la cualificación de los estudiantes.

    (FIN/KGG)

    18 de junio de 2024