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Esta invención, la primera patente de la Facultad de Arquitectura, nació como una alternativa sostenible para el ensayo de asentamiento de mezclas de concreto, un proceso que se realiza diariamente en todas las construcciones del mundo y que garantiza la trabajabilidad de la mezcla.

 

  • Foto cortesía Carlos Mauricio Bedoya

    Foto cortesía Carlos Mauricio Bedoya

  • Foto cortesía Carlos Mauricio Bedoya

    Foto cortesía Carlos Mauricio Bedoya

     

    El Cono de Bedoya, nombrado así en honor al docente e investigador Carlos Mauricio Bedoya Montoya, tiene en esencia un gran componente sostenible, con un desempeño idéntico a nivel de estadística al Cono de Abrams, prueba empleada desde hace más de 100 años, que usa un molde metálico troncocónico como método de control de calidad, y cuyo objetivo principal es medir la consistencia del concreto.

    En el caso de la patente del profesor Bedoya, no solo se logra realizar el experimento de manera satisfactoria, sino que, además, logra ahorrar el 68% de materias primas y un 68% de escombros que se producen por el ensayo.

    “Lo que nosotros hallamos fue la manera de un nuevo prototipo que se deriva de modificar el Cono de Abrams. Esta patente se encuentra en traducción para ser publicada a nivel internacional. Cabe resaltar que la normatividad es muy importante en la construcción, y la patente fue seleccionada para empezar a modificar la norma de este ensayo a nivel técnico, lo que implica un logro que impactará a nivel mundial: al reducir el peso del ensayo, que bajó de 15 kg a 4,2 kg, se permite el acceso a las mujeres y a quienes no tienen mucha fuerza física, lo que le da una universalidad a la norma”, asegura Carlos Mauricio Bedoya Montoya, docente de la Facultad de Arquitectura.

    El nacimiento de una idea sostenible

    El surgimiento de la idea para esta patente se dió cuando Bedoya Montoya se encontraba realizando su doctorado, y para su investigación tuvo que realizar muchísimos ensayos de asentamiento con el molde cónico tradicional. “Pero un día -cuenta Bedoya Montoya-, al ver la cantidad de material que teníamos que botar luego de los ensayos, me puse a pensar en que el mundo hace 100 años era muy diferente, no existía una preocupación ambiental ni de inclusión de género en los trabajos; entonces por eso me hice a la idea de que era factible reinventar el cono”.

    Con las inquietudes por la sostenibilidad y la inclusión latentes, comenzaron las primeras pruebas y testeos, que duraron tres años con la elaboración de varios prototipos. Finalmente, luego de verificar la literatura científica existente y de corroborar con el comité de propiedad intelectual de la Universidad, se determinó que el Cono de Bedoya era material para una patente, por lo que se sometió a un proceso de cuatro años en la Superintendencia de Industria y Comercio, para, finalmente, en el 2019, obtener este importante y pionero reconocimiento.

    Características y aplicabilidad: sostenibilidad de Colombia para el mundo

    El Cono de Bedoya modifica sustancialmente el antiguo, buscando una correlación geométrica y volumétrica, para permitir que los resultados sean compatibles.

    En cuanto a su aplicabilidad, esta patente fue donada a la sociedad por parte de la Universidad y el profesor Bedoya, quién asegura creer fervientemente en que la sostenibilidad es un asunto de todos y para todos. “Cualquiera que quiera hacer el ensayo puede consultar las medidas y especificaciones, que ya se emplean en diversos laboratorios universitarios de la ciudad y en tres universidades de México”, afirma Carlos Mauricio Bedoya Montoya.

    Actualmente la patente está otorgada y registrada; pero se encuentra a la espera de que el ICONTEC construya la norma oficial, que está siendo priorizada y estaría avalada para finales de este año, lo que masificaría aún más el uso de este objeto, que transforma no solo la construcción sino paradigmas ambientales y de género que hay alrededor de ella.

    Mirar hacia adentro: la UNAL Medellín, ejemplo de construcción sostenible

    Patentes como el Cono de Bedoya se suman a otros desarrollos únicos y sostenibles que ha realizado la Facultad de Arquitectura, gracias al trabajo y dedicación de estudiantes y docentes que, desde inicios de 1990, con la creación de los primeros grupos de investigación sobre el tema, se han cuestionado sobre los métodos constructivos y sus implicaciones para el medio ambiente. “Nosotros nos preocupábamos por el gran derroche energético que se usaba para climatizar edificaciones en Medellín y Bogotá, cuando estas ciudades tienen un clima que puede ser usado como aire acondicionado gratis”.

    Gracias a esta visión, la UNAL Medellín ha desarrollado en sus tres campus urbanos diferentes construcciones sostenibles, entre las que se destaca el bloque 19A, que es pionero en el país por haber sido construido con materiales reciclados; además de proyectos como la Casa del Egresado, las electrolineras, los paneles solares en varios bloques, el sistema para la reutilización de aguas lluvias, las luminarias automatizadas, entre otros avances.

    “Ahora tenemos el reto de no bajar el ritmo académico ni el relacionamiento con las personas político-administrativamente decisivas, y así lograr que los constructores tengan más obras sostenibles y se sientan orgullosos de ello, pues ahora hay una gran recepción por parte de los clientes que buscan no solo habitar un lugar, sino hacerlo cómodamente; incluso ya te preguntan sobre estrategias de sostenibilidad de los proyectos. La percepción cambia y empieza a ser un valor agregado”, concluye Carlos Mauricio Bedoya Montoya.

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    (FIN/Unimedios Medellín)

    *Este artículo fue publicado en noviembre de 2022, en la primera edición de la Revista Misión Ciencia.
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