Han pasado a expresarse de forma reflexiva y crítica frente a lo ocurrido, a proponer soluciones y análisis. Han logrado obtener curules en el Congreso, asociarse en pro de la restauración y visibilizarse para exigir sus derechos sin supeditarse a instancias estatales. Así lo determinó un estudio, realizado por investigadores de la UNAL Medellín y la Universidad de Antioquia, que dio una mirada política e histórica.
El 24 de noviembre de 2016 es una fecha histórica para Colombia: se firmó la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En aquel entonces se avivaron las esperanzas y surgieron inquietudes.
Previamente el No había ganado el Plebiscito por la Paz, y esto llevó a una reflexión académica. ¿Qué podemos hacer desde la Universidad para apoyar esa refrendación del Acuerdo?, se preguntó Mary Luz Alzate Zuluaga, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas (FCHE) de la UNAL Medellín, y actual directora de la Revista Forum.
Bastó ese cuestionamiento para iniciar cavilaciones en torno a qué tipo de justicia reclaman las víctimas, a explorar quiénes son, de dónde viene esa categoría que aglutina distintos hechos victimizantes y si estas se reconocen de esa manera. La investigación se denominó Etnografía política e histórica de las víctimas del conflicto armado en Colombia a partir de los acuerdos de paz 2016.
Indagaron por la configuración social, política e histórica de las víctimas a partir de observación, entrevistas y seguimiento a testimonios en publicaciones de prensa o redes sociales y videos documentales como La noche herida, del director Nicolás Rincón; Nos están matando, de Tom Laffay, Emily Wright y Daniel Bustos Echeverry, y Ciro y yo, de Miguel Salazar, además de la revisión historiográfica a procesos de paz en el siglo XX.
Alianza:
En 2018 los grupos de investigación Historia, Trabajo, Sociedad y Cultura, y Procesos Políticos, Desigualdades y Nuevas Ciudadanías (de la UNAL Medellín), más el de Redes y Actores Sociales (de la Universidad de Antioquia) ganaron una convocatoria para articular investigación, creación, extensión e innovación. También se articularon con la Red de Ética, Cultura, Creación, Ciencia, Tecnología e Innovación para la Paz (Red Paz), gracias a la cual se continuó el proyecto.
Reivindicaciones
Parte de los hallazgos del estudio, dice Renzo Ramírez Bacca, profesor del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín, y director de la Revista HiSTOReLo, muestran elementos interesantes y con matices particulares, como las reivindicaciones.
Le llama la atención que, en los acuerdos logrados en el marco de la Guerra de los Mil Días, los conservadores históricos entraron a discutir una interpretación semántica y, los liberales, ante todo la garantía para la entrega de las armas. En ese sentido, cuenta que fueron obligados a buscar la paz, pero “olvidándose de las viudas y los huérfanos. Las víctimas quedaron abandonadas, y las familias de los combatientes emocionalmente lo fueron por la estigmatización que se dio hacia ellos”.
Según el investigador, entre 1946 y 1957 se estima que hubo cerca de 200.000 muertes por violencia política en el país, con un aproximado de 2.000.000 de “exiliados”, como se les conocía a quienes tenían que desplazarse. Durante ese periodo, y por primera vez, las guerrillas de los Llanos Orientales reivindicaron su apoyo a las víctimas en función de indemnizarlas, u otras como las del suroccidente antioqueño respetaron y honraron vidas y bienes de los campesinos, y solicitaron restituir tierras, mientras que las denominadas “comunistas” abogaron por el regreso de los exiliados, la reparación ante pérdidas ocasionadas y el aumento de salarios para obreros.
Empoderamiento
La investigación identificó trayectorias victimales que derivaron en el reconocimiento de un abanico de formas de afrontamiento que las víctimas asumen para la sobrevivencia, como el desplazamiento, minimizar su perfil público si se es líder social o lideresa, buscar encuentro con otros que viven la misma situación, y solicitar apoyo externo, bien sea por fuera de su comunidad, en el territorio nacional o internacional, entre otros.
Las acciones a través de las cuales viven su trayectoria victimal “se convierten en la posibilidad de hablar del propio proceso y de sanar. El ayudar a otros también lo fue, así como visibilizar lo ocurrido y demandar justicia ante organismos internacionales”, dice la profesora Alzate Zuluaga. Sucede, por ejemplo, con mujeres de la Comuna 13 que piden reparación ante la Corte Penal Internacional por violencia sexual y muerte de Teresa Yarce.
Para Yolima Bedoya González, docente del Departamento de Sociología de la Universidad de Antioquia, las personas que entrevistaron potenciaron liderazgos y empoderamiento a partir de lo sufrido. Los hechos victimizantes “afloraron cualidades que tal vez desconocían”.
Las víctimas, añade, “sueñan con una Colombia diferente para evitar momentos difíciles a las nuevas generaciones y para que las diferencias se respeten; un país en el que se recupere el valor de las pequeñas cosas y la condición finita de la naturaleza”. En ese sentido también tienen lugar las reivindicaciones sociales y políticas.
El estudio inició con una intención académica que derivó, según la profesora Alzate Zuluaga, en la identificación de una trayectoria victimal, pero también en formas singulares de afrontamiento de su situación, que las han llevado a asumir el liderazgo y distintas formas de activismo político y social. Esta es la gran enseñanza frente a lo ocurrido, e invita a “revisar nuestros propios sesgos y radicalización con los otros, a saber que hay zonas grises; reconocerlas nos permite tener sentido de empatía con el dolor, pero también en ir a algo más profundo para la restauración de la vida en común”.
Libro:
La información de la investigación se agrupará en un libro, cuya publicación está en preparación y que abarcará siete capítulos entre los que están: Observación historiográfica de los acuerdos de paz ocurridos durante el siglo XX y XXI, Relatos y voz directa de las víctimas en la prensa escrita, Redes sociales y videos documentales.
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(FIN/Unimedios Medellín)
*Este artículo fue publicado en noviembre de 2022, en la primera edición de la Revista Misión Ciencia.
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