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En el marco del proyecto de compensaciones de la represa Hidroituango, la Facultad de Arquitectura ha venido trabajando tanto en la formulación como en la actualización del Plan de Ordenación del Embalse (POE), que es el eje rector para definir usos asociados al embalse y a las áreas de influencia, a través de lineamientos que contemplan actividades como el ecoturismo, la pesca y la restauración ecológica.

 

 

  • Foto cortesía Álvaro Vásquez.

    Foto cortesía Álvaro Vásquez.

  • Modelo de amenaza incendios de cobertura vegetal

    Modelo de amenaza incendios de cobertura vegetal

  • Foto cortesía Álvaro Vásquez.

    Foto cortesía Álvaro Vásquez.

  • Para conocer más sobre este proceso, ingrese al QR “Mapa prevención incendios”.

    Para conocer más sobre este proceso, ingrese al QR “Mapa prevención incendios”.

     

    En esta línea surge la necesidad de actualizar los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) para los municipios del área de influencia del proyecto, que son Santa Fe de Antioquia, Olaya, Liborina, Peque, Sabanalarga, Buriticá, Toledo, Briceño e Ituango, incluyendo en este proceso los estudios para determinar la amenaza por incendios de cobertura vegetal. 

    “El análisis de incendios no lo pide la norma, pero esta iniciativa surgió ante una solicitud de EPM para incluirlos en los estudios de amenaza que son obligatorios, pues la zona de intervención tiene uno de los pocos remanentes de bosque seco en el departamento, que es un ecosistema muy amenazado, por lo que es muy importante velar por su conservación”, asegura María Fernanda Cárdenas, docente de la Facultad de Arquitectura y coordinadora general del POE.

    “Cada uno de estos estudios está constituido desde el análisis de una base clave, zonificando la amenaza por incendios a través de un mapa que define las áreas más vulnerables en cada territorio, frente a la ocurrencia de incendios durante la época seca”, cuenta Álvaro Vásquez, ingeniero forestal, magíster en Bosques y conservación ambiental, y coordinador del equipo de incendios.

    En este estudio, los profesionales encargados tienen en cuenta cinco componentes, vitales para dejar lineamientos claros ante los entes de control de los municipios. El primero es el análisis de la susceptibilidad de la vegetación, que incluye el estudio de las coberturas, la carga de combustibles, la inflamabilidad y su duración.

    El segundo componente es el clima, donde se analiza la precipitación, la temperatura, la evapotranspiración y el déficit hídrico, todo sujeto a las condiciones imperantes de los períodos más secos durante el año (diciembre a marzo y junio a septiembre).

    Ocurrencia histórica aproximada de incendios en meses críticos:

    • Liborina: 55
    • Peque: 624
    • Buriticá: 433
    • Santa Fe de Antioquia: 598
    • Toledo: 113
    • Olaya: 117

     

    La magnitud del poder calorífico, el área impactada y la densidad de ocurrencias son otro factor de análisis. Se obtienen datos de dos fuentes: una, proveniente de los satélites que monitorean constantemente incendios a partir de incrementos atípicos en la temperatura superficial, con datos históricos de hasta 20 años; y otra, basada en las ocurrencias locales, recolectadas a través de la memoria histórica de la población y los cuerpos de bomberos, para así obtener un escenario más completo.

    Por otra parte, el factor humano está incluido en el componente de infraestructura de vías y construcciones, identificando las vías de acceso, principales y secundarias y zonas de tránsito, además de las viviendas del territorio, pues el factor humano es el principal generador de los incendios: cerca del 99% de estos desastres son provocados, ya sea de manera accidental o intencional, según el estudio. 

    Por último, el componente del relieve es vital en el estudio, determinado a partir del análisis de la pendiente, la rugosidad y el índice de humedad topográfica. “A partir de las capas obtenidas en conjunto para cada componente de análisis se construye una de susceptibilidad, y con esta realizamos un mapa de amenaza preliminar por incendios, para después ir a campo, validar el mapa y hacer ajustes a través de imágenes georreferenciadas en tiempo real, lo que nos permite llegar a una zonificación ya concreta, base para un análisis y diagnóstico de los resultados”, explica Vásquez.

    Todo el estudio de amenaza cuenta con una fase de construcción de un modelo netamente estadístico, que sirve como validación de los datos precisos y las variables continuas con las cuales se sustenta el análisis de la amenaza por incendios en estos territorios.

    Con los datos de campo y estadísticos, el mapa de identificación de zonas de riesgo se volverá una herramienta para los cuerpos de bomberos durante la época de incendios,  lo que permitirá determinar a cuáles sectores hacerles prevención y control, no sin antes socializar la información con el municipio y los entes de control.

    Apoyar a los campesinos y la agricultura, clave para prevenir incendios

    En esta zona del departamento históricamente se han desarrollado actividades relacionadas con la agricultura, especialmente el cultivo de maíz y frijol. La gente de la zona prepara el terreno a través de quemas controladas que les permiten recoger, repicar y quemar todos los residuos vegetales de la anterior cosecha y, con ello, adicionar enmiendas para la nueva cosecha.

     En esta zona del departamento históricamente se han desarrollado actividades relacionadas con la agricultura, especialmente el cultivo de maíz y frijol. La gente de la zona prepara el terreno a través de quemas controladas que les permiten recoger, repicar y quemar todos los residuos vegetales de la anterior cosecha y, con ello, adicionar enmiendas para la nueva cosecha.

    “Las quemas controladas es la forma más fácil que encuentran los campesinos para volver a cultivar un terreno. Sin embargo, no es la única, pues esta técnica va en deterioro de las propiedades físicas y químicas del suelo, pues el incendio no solo afecta el bosque sino la fauna y la biota del suelo, más cuando son incendios subterráneos, lo que lo deja prácticamente estéril”, dice Álvaro Vásquez.

    En ese sentido, los suelos son menos útiles, lo que hace que la gente cambie su zona de cultivos para garantizar la productividad. Sin embargo, con la llegada del proyecto Hidroituango se cambió el uso de la tierra en muchas áreas adquiridas, donde ha habido un proceso de recuperación y una disminución de la ocurrencia de los incendios, tanto así que por fuera de estos predios también ha habido un cambio drástico en cuanto a la frecuencia. 

     

    Condición de la vegetación:

    • Liborina: vegetación secundaria y herbazales
    • Peque: pastos y cultivos de café 
    • Buriticá: herbazales
    • Santa Fe de Antioquia: pastos, cultivos de café y herbazales 
    • Toledo: pastos asociados a la gandería 
    • Olaya: 117

     

    “Mientras hace 60 años las quemas eran fuertemente utilizadas en la zona, se ha venido migrando a otros cultivos como café, aguacate, mango y cítricos, que no son transitorios y anualizados sino más permanentes. Estos cultivos no requieren preparación del terreno con quemas, sino control y podas, lo que disminuye la frecuencia de la ocurrencia de los incendios. Pero el agro colombiano tiene serias deficiencias en términos económicos y técnicos, lo que hace que mecanismos como las quemas sean la única salida para preparar el terreno y adicionar enmiendas”, asegura Vásquez Peinado.

    Se espera que la influencia de este proyecto transforme la cultura de quemas en la región y movilice a los gobiernos locales a invertir en sus cuerpos de bomberos, vitales para la prevención y contención de los incendios. Además, se espera que el ejercicio de estudio de riesgo pueda ser replicado en cualquier otro territorio, añadiendo las variables que se consideren apropiadas según el caso.

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    (FIN/Unimedios Medellín)

    *Este artículo fue publicado en noviembre de 2022, en la primera edición de la Revista Misión Ciencia.
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