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Estudiar le ha permitido a Karol Zapata Acosta reflexionar, soñar, abrir su mente y su mundo. La ha sacado de contextos sociales complejos y la ha llevado a triunfos inesperados. La dedicación y la proyección han sido sus mejores aliados. Recientemente fue exaltada por el Consejo Superior Universitario de la UNAL Medellín como egresada destacada en la categoría Investigación 2022. Amigos y compañeros la celebran. Conozca su historia.

  • Creció con la idea de estudiar un pregrado, pero está convencida de que técnicos, tecnólogos y universitarios son necesarios para que una sociedad funcione. Foto: Unimedios.

    Creció con la idea de estudiar un pregrado, pero está convencida de que técnicos, tecnólogos y universitarios son necesarios para que una sociedad funcione. Foto: Unimedios.

  • Karol ha obtenido varios premios y reconocimientos por su labor científica. Foto: cortesía.

    Karol ha obtenido varios premios y reconocimientos por su labor científica. Foto: cortesía.

  • Ahora disfruta más, por ejemplo, las ponencias y la escritura de artículos científicos. Foto: cortesía.

    Ahora disfruta más, por ejemplo, las ponencias y la escritura de artículos científicos. Foto: cortesía.

  • Para ella es fundamental compartir frecuentemente con su familia y sus amigos. Foto: cortesía.

    Para ella es fundamental compartir frecuentemente con su familia y sus amigos. Foto: cortesía.

  • Le gusta la ciencia que se realiza con el propósito de generar aportes sociales. Foto: cortesía.

    Le gusta la ciencia que se realiza con el propósito de generar aportes sociales. Foto: cortesía.

  • El ejercicio es una de las actividades que más disfruta. Foto: cortesía.

    El ejercicio es una de las actividades que más disfruta. Foto: cortesía.


    “No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido estas, podrían haber sido otras”.
    José Saramago.

    ¿Qué tan cierto es que hagamos un plan de vida? Lo cuestiona Karol, ingeniera biológica, magíster y doctora en Biotecnología de la UNAL Medellín, actual pasante posdoctoral en el Grupo de Investigación Fenómenos de Superficie de la Facultad de Minas de la Sede y docente de las asignaturas Química general e Introducción a la Bioquímica de la Facultad de Ciencias.


    Los logros que ha obtenido ni siquiera se los ha planteado, sino que se han efectuado como consecuencia de aprovechar las oportunidades, sobre todo en el campo académico, el cual ha transitado gracias a becas. El primer logro de ese tipo lo obtuvo a sus 20 años, cuando fue seleccionada en la convocatoria Jóvenes Investigadores, que le significó el punto de partida para confiar lo suficiente en sus capacidades.


    “Yo puedo decir que mi inversión económica para capacitarme y para hacer lo que hago hoy en día ha sido muy poca. Le agradezco a este país, a esas oportunidades, a las personas que me han acompañado en este proceso. No había plan B, si no hubiese sido así no habría tenido posibilidad de llegar a la formación que tengo por mis propios medios, no vengo de una familia que hubiese podido cubrirla”, cuenta.


    ***


    Ser destacada, sobre todo en matemáticas, desde que era estudiante de escuela y de colegio, la llevaron a reflexionar: “esto de la educación como que funciona, parece que sí tiene resultados”. Gracias a su desempeño Karol ganó media beca para estudiar Medicina en la Universidad Pontifica Bolivariana, “pero mi mamá no contaba con los recursos para pagar la otra media, y entonces dije: tengo que hacer algo que es pasar a una universidad pública”, cuenta. Así llegó a la UNAL Medellín al pregrado de Ingeniería Biológica.


    La vaca loca, así le decía a Karol el docente de la Escuela de Química, Benjamín Rojano, director del Laboratorio Ciencia de los Alimentos, con quien comenzó a investigar. El motivo del docente para apodarla de esa manera era la actitud inquieta y proactiva que la caracterizaba: “yo todos los días le decía al profe que hiciéramos una cosa u otra, traía ideas nuevas, pero sin aterrizarlas. Él sentía angustia y me decía que parecía un electrón desapareado y que manejara la ansiedad”, narra entre risas.


    Además de ser abanderada de la curiosidad, para ella es claro que la ciencia debe representar un aporte a la sociedad, y esa ha sido la consigna al momento de generar conocimiento. Como tesis de maestría, Karol trabajó un producto alimenticio funcional y en polvo a base de curuba. En alianza con la Facultad de Minas la tesis fue más allá al definir condiciones de almacenamiento a partir de análisis termodinámicos. Para el caso del doctorado le apostó a una propuesta que busca, desde la biotecnología y los materiales, mejorar los procesos del sector de los hidrocarburos para hacerlos más sostenibles.


    Ella cree que los científicos están llamados a eso, “a no quedarnos con los métodos convencionales, sino poner nuestro conocimiento al servicio de la necesidad social. Estamos pensando en hacer ciencia para mejorar la calidad de vida de los que habitamos este Planeta”, asegura.


    A Karol la academia la ha conducido, adicionalmente, a dirigir equipos en investigaciones y a la docencia. “Es una líder natural que enseña pues desde el ejemplo”, cuenta Andrés Felipe Alzate Arbeláez, técnico operativo de la Escuela de Química, estudiante doctoral de la UNAL Medellín y amigo de ella desde 2010, aproximadamente.


    Como una guía, fue así precisamente como la conoció Tania Jaimes, una colega y amiga, quien en ese entonces era una de las estudiantes de pregrado que asesoró. De Karol le impresionó que siendo tan joven fuera doctora. Han pasado los años y la sigue admirando, principalmente, porque “es una mujer muy enfocada que se plantea objetivos y me inspira mucho eso. Nos motiva a trazarnos metas y a que trabajemos para lograrlas. Siempre nos ha enseñado, con el ejemplo, que nada llega del cielo”.


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    “Ya, niña premio, no sabemos cómo más felicitarte”, le dicen a Karol, en broma, sus dos hermanos. La disciplina le ha traído varias recompensas en forma de reconocimientos. Entre los más destacados: Gran ganadora en el XIX Congreso Regional Colombiano de petróleo, gas y energía 2022 y ganadora en los Women in Energy WIN Awards 2022 SPE en la categoría Mujer Educadora Mentora.


    A Karol ya no le cuesta asimilar sus logros, pero en algún momento no fue así. Se lo enseñó una palabra: confiar, pues está convencida de que de eso depende, de alguna manera, el éxito en los diferentes ámbitos. De no hacerlo así, “es muy difícil avanzar”, ni siquiera en ciencia, “que nunca se hace solo”. Tiene convicción de lo fructífera que resulta la integración de capacidades, pero también el hecho de celebrar las propias, por eso ahora no tiene ningún problema en reconocerse como “pantallera”, mientras se ríe cuando lo dice.


    La etapa que vive actualmente no es tan frenética, ahora disfruta más de hacer ciencia desde el escritorio, es decir, escribir artículos científicos, capítulos de libros, preparar ponencias, formular proyectos, revisar tesis y propuestas de investigación.


    En general, halla satisfacción y sosiego en las letras. Cuando no hace ciencia, le gusta leer, sobre todo novelas históricas y crónicas de ciudad. Tal es su afición que alguna vez coincidió que un estudiante suyo es familiar del periodista Ricardo Aricapa Ardila —autor de obras como El libro del agua y Medellín es así, crónicas y reportajes—. “Yo perseguía al pelado todo el tiempo (risas)”, dice, para que le contara sobre el escritor.


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    “Mi madre siempre nos vendió la educación como la forma de salir de una realidad compleja, y la idea de que el mejor acto de revolución era formarse y salir adelante”, recuerda Karol, quien creció a ritmo de salsa en el barrio Manrique Oriental, en la comuna 3 de Medellín, en la década del 90, una época convulsa y violenta en la ciudad, y que ella vivió con sus dos hermanos mayores y su madre cabeza de familia. En retrospectiva, dice, “si me hubiese quedado pensando en ese contexto, no sé a lo mejor cuál hubiese sido el resultado”.


    En una sociedad y en un momento histórico en que el foco no era precisamente la educación, ni la realidad de sus vecinos, en la mente de Karol no hubo nunca otro plan que ese. Cuando era una adolescente, su dedicación y la determinación de su mamá de migrar a un sitio más seguro, la animaron para continuar por el rumbo de la formación académica. Para ella, “todos terminamos siendo el producto de las decisiones de otros”, y la de su madre representó una trascendental, porque le hizo el camino un poco más fácil. Su familia está muy orgullosa de ella, la única doctora entre sus seres queridos más cercanos.


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    Karol es muestra también de carácter y de lo que es una persona centrada. Lo cuenta su amiga Diana Maturana con una anécdota: “yo estaba montando una empresa y haciendo la maestría, todo era un caos. En su sabiduría me dijo que todo era mi responsabilidad, que solo yo podía solucionarlo, que mirara cuánto tiempo le iba a dedicar a mis proyectos y que no me quejara de las consecuencias de mis actos. Eso describe mucho lo que es ella. Es la persona que te da el consejo que necesitas, y quizás no sea el que tu quieres. Es racional, práctica y estable”.


    De ella también dicen sus amigos que es abierta y accesible. “Con ella se puede hablar de trivialidades de la vida, de problemas o de conceptos científicos complejos”, destaca Andrés, y continúa: “ella siempre va a tener la facilidad de entenderte alguna situación, puedes tocar cualquier tema y siempre va a tener alguna idea, es muy dinámica en su discurso y en su conversación”.


    Si bien la academia ha sido parte primordial en la vida de Karol, ella, como dice de sí misma, también tiene su lado banal: va al gimnasio, habla con sus amigas de farándula y es vanidosa con su imagen personal. Comenta: “Yo creo que si alguien me ve no se hace una mínima idea de lo que hago. No cumplo con el estereotipo de mujer en la ciencia. Estoy tatuada, me gusta verme bien, le dedico recurso económico a cómo me veo, me encanta el ejercicio. Me gusta que la gente se forme una imagen de mí para luego demostrarles que soy mucho más de lo que simplemente ven”.


    Y a Karol también la constituye la música. A ritmo de timbales vivió la infancia en Manrique Oriental, rodeada de salsa, el género “que se asociaba a lo que estábamos viviendo los habitantes de las comunas en Medellín por esa época”, narra. Sus primeros 10 años sonaron sobre todo a Rubén Blades y a Raphy Leavitt.


    Mientras estudió en el colegio y en la universidad descubrió y acogió la música protesta, que le significaba “el compromiso de la juventud de hacer del mundo un lugar mejor y de cerrar las brechas”.


    En su adultez, en la actualidad, y dado lo “bondadosa” que ha sido la vida con ella, como lo considera, su banda sonora suena mucho más animada, con instrumentalidad festiva y que la incita a compartir, y eso lo ha encontrado en el reguetón.


    En general, quizá sea una percepción ampliada: conversar con Karol es sentirla tranquila, pero vivaz y vital como la música, y es que es muy posible que de su infancia se le haya quedado el mensaje de una de las canciones de Raphy Leavitt: “Hay que pasar la vida siempre alegre, después que uno se muere de qué vale”.


    (FIN/KGG)


    2 de mayo de 2023