Blanca Nancy Patiño Arango, profesional universitaria de la Sección de Acompañamiento Integral de Bienestar Universitario de la UNAL Medellín, quien lidera el programa de Inducción y preparación para el cambio, se alista para pensionarse en mayo. Desde ya recorre la Universidad con nostalgia y eso sí, como siempre, saludando y sonriendo a todo el que se encuentra, a la vez que se le ondea su cabello crespo. Fueron más de 40 años que pasó en las oficinas del campus. Sus compañeras y amigas destacan su trayectoria, su labor y, sobre todo, su humanidad.
El reemplazo de las licencias de maternidad y las vacaciones de varias secretarias trajeron a Nancy Patiño Arango a la UNAL Medellín hace 40 años. Poco tiempo después de estar laborando en esos cargos temporales, cuenta, “el jefe de personal me llamó y me ofreció un cargo de auxiliar de odontología, pero con la advertencia de que tenía que aprender”.
Continua con que: “Acepté el reto y una de las odontólogas que trabajaba en la Caja de Previsión social, lo que es hoy Unisalud, me propuso llevarme al consultorio particular de ella para que su auxiliar me enseñara. Trabajé cuatro años como auxiliar de odontología” y posterior a este cargo estuve en otro de auxiliar administrativa por espacio de ocho años en la misma dependencia.
El siguiente paso para ella fue presentarse a cargos de ascenso en Bienestar Universitario donde estuvo cuatro años y de esa manera llegó a laborar como auxiliar administrativa en la División de Registro y Matrícula por más de 18 años, de allí pasó nuevamente a Bienestar Universitario, donde está desempeñando su último cargo. “He sido tan feliz en la Universidad, en cada uno de los cargos que no me he dado cuenta de en qué momento cumplí todos esos años. Dios mío, pero ¿cuándo?”, se pregunta nostálgica y sonriente.
En la UNAL Medellín no solo se ha desafiado, sino que ha cumplido varios sueños, y uno de ellos fue estudiar un pregrado: Historia, del que se graduó en 2007. Sin embargo, reconoce que lo hizo, como ella lo dice, para “foguearse”, porque realmente en ese entonces quería estudiar Trabajo Social. Ahora, y sin preguntárselo, dice que le llama la atención Ciencia Política. En general, le han interesado las ciencias sociales.
Laborar, socializar, servir
En su trabajo Nancy se esfuerza en demasía por hacer las cosas muy bien. Es dinámica, es proactiva, es emprendedora, según su amiga de hace más de 20 años, Nury Villa, actual auxiliar administrativa del área curricular de Artes de la Facultad de Arquitectura, quien menciona que, además, “es muy ágil. Me quedo sorprendida. Como saca los procesos adelante y con mucha calidad”.
De sus dos últimos cargos Nancy valora y disfruta el contacto permanente con los estudiantes y sus padres de familia. Para ella era un gusto asesorarlos, pues algunos presentaban mal los documentos, y le resultaba muy satisfactorio “verles la alegría por completar todos los requisitos y reliquidar el valor de la matrícula”, narra, y a veces, también el hecho de contarles cuando, por ejemplo, “de un millón de pesos, se les bajaba la matrícula a 70.000 pesos”.
Generó, con algunos estudiantes, vínculos entrañables, quienes con sus familias trataron, a su manera, de retribuirle por su amabilidad durante el proceso y durante el tiempo de formación. Recuerda a uno que, cuando se graduó, la invitó a la reunión que hizo para celebrar su grado, y con micrófono en mano, le agradeció delante de todos por el gesto que tuvo para orientarlo con los documentos de matrícula, pues inicialmente tuvo contratiempos. Si no fuera por Nancy, rememora que dijo, él posiblemente no sería profesional de la UNAL Medellín.
Ella también tiene un espacio para los recuerdos y el agradecimiento, uno que se materializa: “Tengo una esquela súper hermosa que me regaló una mamá”, cuenta. También, que ella le escribió lo siguiente: personas como Nancy son “con las que debe contar el mundo”. Y eso a ella, además de entusiasmarla, le sigue pareciendo “muy bonito”, pues asegura con convicción, que ese debe ser el quehacer de las personas, no solo de las que trabajan en dependencias o facultades que tienen que ver con la atención al público, siempre se debe prestar un excelente servicio a los demás. Es que, a Nancy, lo dicen también sus amigas, la hace feliz la alegría de los demás.
Esa premisa la llevó a unirse, hace aproximadamente seis años, al Sindicato Mixto de Trabajadores de las Universidades Nacionales (Sintraunal): “Me gusta mucho trabajar por la equidad y por los derechos de los y las trabajadoras”, cuenta. Asimismo, se ha desempeñado como secretaria en la Secretaría de Género de esa asociación, representante del estamento administrativo ante el Comité de Asuntos de Género de la Sede y actualmente es suplente de la representación de Sintraunal ante el mismo.
Sobre esa vocación de servicio, también expresa que es “lo que deberían hacer todos los seres humanos. Estar siempre prestos, ahí, apoyando y ayudando a las otras personas. Yo creo que viviríamos en un mundo más feliz”.
Para ella, parte de su mundo feliz está en la Universidad, a la que le debe todo: su carrera y su estabilidad. Hace pocos días, cuando presentó su carta de renuncia, quiso expresar el orgullo, la gratitud y la felicidad que siente de pertenecer a la mejor universidad del país que ella califica como una gran familia, aquella que ha conformado a lo largo de los años con personas maravillosas que, dice, le han aportado mucho.
Activa y alegre
Nancy recuerda la mayor parte de su vida jugando baloncesto, el deporte que practica hace más de 50 años, que le ha enseñado el valor del trabajo en equipo y que la ha llevado a conocer lugares y personas maravillosas con las que todavía tiene contacto y con las que ha formado una familia. El baloncesto es su pasión.
Hizo parte, incluso, de la preselección Antioquia y jugó en el campeonato de la Corporación Deportiva y Cultural de Empleados y Trabajadores del Departamento de Antioquia (Cordeca). Específicamente en la UNAL Medellín, a cada compañera que conocía inmediatamente le preguntaba si jugaba baloncesto. De esa manera y paulatinamente se conformó el equipo femenino hace más de 30 años con el que ha representado a la Sede a nivel nacional.
Son varios los triunfos que ha obtenido con sus equipos. El más actual es el de Sintraunal, que tras su participación en estos Juegos realizados en Cartagena en noviembre de 2022 resultaron campeonas por primera vez.
No obstante, Nancy no solo está lista para el baloncesto, la risa y la calidez, también lo está para la música y para bailar. Nury cuenta que su amiga “anda con sus memorias USB” y que en las reuniones “se apropia del equipo de sonido y alegra la fiesta”.
Nancy parece tener dos cualidades antónimas: ser extrovertida y tímida. Cuando habla se ríe y es cercana. Y, sin embargo, la intimidan las entrevistas y las grabadoras periodísticas, prefiere contar algunas historias y detalles off the record. Es cierto lo que se percibe de ella y lo que cuenta su amiga: “Uno habla con Nancy y uno puede estar triste y ella lo impregna de alegría, de energía, de positivismo”.
Concordia
A Nancy, añade Nury, la admiro mucho, “porque ella tiene el don de gente que muchos seres humanos quisiéramos. Ella con las personas no tiene problemas, a todas las personas le ve siempre lo bueno. Siempre es muy discreta y muy amable”.
También destacan de ella que no es rencorosa, pero sí “de un corazón muy limpio” y que se caracteriza por ser persistente, como lo narra otra de sus amigas: Vilma Ardila González, con quien la mayoría de los años, para el puente del 6 de enero, se va a pasear a diferentes sitios o a compartir a El Milagro de Dios, la casa de Nancy, donde obviamente tiene una cancha de baloncesto, y a la cual le puso ese nombre, “porque ella toda la vida dijo que cuando se pensionara quería su hogar en las afueras. Llevaba muchos años buscando un terreno. Ella lo hizo y ha cristalizado todos sus sueños”.
Vilma cree que a la Universidad le debe quedar el legado de Nancy, que es el de ser lo que ella es: una persona honesta, servicial, amable. Y a pesar de que se pensiona, Nancy se niega a no regresar. A la Sede volverá cada vez para reclamar medicinas, y por supuesto, a conversar con sus compañeros, porque dice: “La Universidad Nacional es un paraíso. Yo siempre lo he dicho”.
Se va de este para estar la mayor parte del tiempo, desde mayo, en otro: uno más rural y frío en Santa Elena, donde escuchará aves al amanecer, no tendrá más prisa que ver crecer las plantas de zanahoria y remolacha que siembra, y podrá disfrutar, ahora en jornada completa, de su mamá, su hija y sus amigos en la compañía que también, seguramente, les proveerá la inmensidad del tranquilo paisaje verde.
(FIN/KGG)
13 de febrero de 2023