Entender la fragilidad de lo que se denomina como verdadero es parte fundamental del mundo científico, que ve en este concepto una posibilidad infinita de debatir, pero también de sentar precedentes para la transformación de imaginarios sociales y universales.
Estas reflexiones fueron hechas en la sexta sesión de la cátedra Saberes con Sabor, gestada por la UNAL Medellín y la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
En esta oportunidad se contó con la participación de Jorge Zuluaga, doctor en Física y docente de la Universidad de Antioquia; Jorge Humberto Márquez, magister en Estudios Avanzados de Educación y vicedecano académico de la FCHE de la UNAL Medellín, y Román Castañeda, docente y coordinador de la Cátedra.
Un punto de partida en la discusión fue reconocer que, para que exista una verdad en la ciencia, tuvo que haber antes un error, una creencia equívoca de las cosas, “los historiadores de las ciencias trabajamos no sobre la historia de la verdad sino sobre los posibles sentidos de la verdad, que es provisional y siempre está sometida a prueba, y encuentra sentido no solo en los hallazgos, logros y triunfos, sino también en los errores, en los caminos sin salida”, comentó Jorge Márquez.
Un precedente claro en la conversación fue concebir la verdad como una construcción social dentro de la cultura de la ciencia, que cimenta este concepto de forma colaborativa, criticándose mutuamente y admitiendo la posibilidad de que un nuevo dato pueda cambiar lo que se consideraba verdadero.
La ética científica, ¿una aliada de la verdad?
No se puede hablar de verdad sin traer a la conversación el concepto de la ética, que según los invitados escasea en muchos escenarios de la vida, “a nosotros nos tocó una época donde la mentira se ha empoderado y ha producido movimientos y acontecimientos históricos. Trabajar por la verdad no es solo misión de los científicos, sí los políticos se mantuvieran en el margen de lo verdadero muchas cosas funcionarían mejor”, aseguró Jorge Márquez.
Una de las primeras tensiones en relación con la ética y la ciencia tiene que ver con la responsabilidad de portar la verdad, pero el científico al saber que es algo construido, puede basar su trabajo no en una verdad absoluta sino en una cambiante.
“Nos hemos vuelto expertos en posar de seguros, de que sabemos con certeza como van a terminar los fenómenos, es una postura complicada y una decisión ética que trae responsabilidades, porque al afirmar con tanta severidad algo, estamos desconociendo la ciencia misma, que se refuta constantemente”, aclaró Jorge Zuluaga.
En esa línea de la ética, Román Castañeda aseguró que “estamos obligados a esa búsqueda de la verdad y la entendemos como una misión intelectual propiamente, pero cuando se toca el tema de la ética es una postura frente al conocimiento y la aplicación, la distinción con otras narrativas que parecen no tener el mismo respaldo de verificación que la verdad científica”.
Un mundo lleno de verdades
En un mundo con cosmogonías diversas, la concepción de lo verdadero o lo falso puede variar según los contextos y saberes previos, como es el caso de muchos conocimientos ancestrales que tienen bases y fundamentos diferentes a los del mundo científico, y que no por ello, son menos válidos.
“Perdimos la oportunidad de aprender muchos de los saberes de las comunidades indígenas que han estado aquí miles de años con un logos y una búsqueda práctica de entender el mundo y vamos a dejar que se extingan, tomando el riesgo de perder el conocimiento de la botánica tan valioso que poseen, hay una gran oportunidad de información, estas sociedades piensan distinto, y son un contraste muy valioso para la ciencia tradicional”, agregó Jorge Márquez.
Los invitados también aseguraron que el mundo de la ciencia también relegó un conocimiento valioso durante muchos años: el de las mujeres, pues se impidió que grandes intelectuales pudieran hacer aportes a la solución de los problemas de la sociedad.
“Nosotros somos solo uno de los tantos pueblos del mundo, y deberíamos tener una interacción de respeto con los otros reinos de la naturaleza. El diálogo entre saberes es muy importante porque no se trata que los saberes ancestrales se vuelvan científicos, o viceversa, sino de estar en un diálogo, porque no se sabe sí son traducibles las unas a otras o quizá son complementarias”, concluyó Román Castañeda.
(FIN/DQH)
24 de noviembre de 2022