La implementación de nuevas formas de educación y trabajo mediadas a través del uso de la tecnología, no solo conlleva decisiones éticas y sociales que van más allá del progreso, sino que establece precedentes para un vivir mejor como humanidad.
Estas reflexiones fueron hechas en la cuarta sesión de la cátedra Saberes con Sabor, gestada por la UNAL Medellín y la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
En esta oportunidad contó con la participación de Dayro Quintero, licenciado en Geografía e Historia, magíster en Historia y doctor en Educación; Andrés Arias, Ingeniero Electrónico, magíster en Innovación de Negocios, líder del tema de internet de las cosas y gestor de Medellín como nodo de la cuarta revolución industrial, y Román Castañeda, docente y coordinador de la Cátedra.
Apropiación tecnológica, un reto desde la escuela
Entender la tecnología como una herramienta habilitante de muchos procesos es fundamental para reconocer la importancia actual de la misma, como lo sugiere Dayro Quintero:
“Es necesario pensar cómo se da el proceso de traducción de objetos de conocimiento a una real enseñanza, más con la tecnología que nos habita, entender eso implica que las capacidades humanas deben conectarse con esos desarrollos, pensado más en responder preguntas como en dónde y con quiénes. La mirada territorial es necesaria para comprender el tipo de decisiones que vamos a tomar con las herramientas que disponemos”.
En esta línea de entender los entornos surge la necesidad de acompañar la revolución tecnológica de procesos formativos que conlleven un real entendimiento de las herramientas, pero también del uso transformador de las mismas.
“Este tema involucra el reconocimiento de nuestras facultades y la capacidad de compartir, las tecnologías habilitan nuestra comunicación, son un intercambio de saberes, por eso es vital cerrar las brechas digitales a través de la combinación de tres elementos: la infraestructura al alcance de todos, el uso ético de las herramientas tecnológicas y la disposición y voluntad política para la continuidad de los programas de promoción digital”, agrega Andrés Arias.
Como una realidad que poco se considera en el tema de las brechas tecnológicas, Dayro Quintero aseguró que las diversidades cognitivas son pocas veces tenidas en cuenta en términos de la apropiación de la tecnología, “las instituciones las borran y niegan el reconocimiento del sí mismo, del entorno, sin embargo, es una consecuencia del capitalismo en términos económicos y políticos”.
Territorios inteligentes: los datos y la toma de decisiones
Pensarnos como una especie que necesita de la tecnología para continuar existiendo es uno de los riesgos señalados por la cuarta revolución industrial, como lo recuerda Román Castañeda, “la posible deshumanización por el hecho de que la tecnología va a descarnar de lo humano los modos de vida y del relacionamiento entre las personas es interesante tenerlo en cuenta, más cuando todo esto viene acompañado de unas apuestas por las llamadas ciudades inteligentes”.
Una idea que coincidió entre los invitados a la Cátedra fue la importancia de los datos en dichas ciudades, que más allá de grandes infraestructuras deberán tener fortalezas en la toma de decisiones asertivas con base en la información arrojada por los grandes avances tecnológicos.
“Necesitamos territorios o ciudadanos inteligentes, o las condiciones habilitantes para que ambas sucedan. Todo ya viene con una marca de smart, menos nosotros mismos, por eso hay que cuestionar hasta qué punto hemos sido impactados o reconocidos como un ente autónomo que usa herramientas. No basta con dotar hogares y automatizarlos, y no ser conscientes de hasta donde llegamos con la información que entregamos y recibimos”, señala Andrés Arias.
Es importante aclarar que el territorio es concebido como un concepto plural y polivalente, es la relación entre sujetos, objetos y contexto, donde la realidad, el pensamiento y la posibilidad se conjugan, “con esta amplia definición, hay que pensar en cuál es el propósito real con el que la tecnología estará en el territorio, resolver el para qué es fundamental para entender la humanidad, la diversidad, el mal y el peligro; convertir un lugar en inteligente implica un reconocimiento de las fortalezas y debilidades y ponerlas al servicio de lo comunitario”, explica Dayro Quintero.
La resolución de la inquietud terminó con una reflexión sobre qué gana la ciudad con múltiples desarrollos tecnológicos, si sus ciudadanos aún no tienen la capacidad de hacer cosas fundamentales como gestionar los conflictos, y cómo esta situación es una gran paradoja en el concepto de innovación y progreso de la humanidad.
(FIN/DQH)
20 de octubre de 2022