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Astrid Consuelo Uribe Zapata trabajó en la UNAL Medellín desde el 18 de enero de 1990 como médica de medio tiempo durante tres años y medio, y en 1993 se vinculó como jefe de la Sección Salud de Bienestar Universitario de la UNAL Medellín. Ha sido amante de la universidad pública y para ella el tiempo en la Sede fue muy grato. Algunos de sus seres queridos la celebran en su nueva etapa como jubilada.

  • Antes de trabajar en la UNAL Medellín, Astrid Consuelo Uribe Zapata laboró en un centro médico en Carmen de Viboral. Foto: cortesía Jorge Eliécer Ceballos Sáenz.

    Antes de trabajar en la UNAL Medellín, Astrid Consuelo Uribe Zapata laboró en un centro médico en Carmen de Viboral. Foto: cortesía Jorge Eliécer Ceballos Sáenz.

  • Astrid compartió, sobre todo, con sus compañeros de Bienestar Universitario de la UNAL Medellín. Foto: cortesía Jorge Eliécer Ceballos Sáenz.

    Astrid compartió, sobre todo, con sus compañeros de Bienestar Universitario de la UNAL Medellín. Foto: cortesía Jorge Eliécer Ceballos Sáenz.

  • En la Universidad tuvo un grupo de amigos al que denominaron Los Magníficos. Foto: cortesía Jorge Eliécer Ceballos Sáenz.

    En la Universidad tuvo un grupo de amigos al que denominaron Los Magníficos. Foto: cortesía Jorge Eliécer Ceballos Sáenz.


    Aunque había sido admitida a su pregrado soñado después de tres intentos, cuando Astrid terminó la carrera decidió que no se limitaría solamente a ejercer la medicina. La vida, lo sabe bien, se compone y se define por mucho más que trabajar.

    Ya se había dedicado su época de universitaria a estudiar mucho, y en ese propósito abandonó otras cosas que le gustaban y de las que ahora espera disfrutar a plenitud. “En la juventud hubiera querido leer más literatura, pero pensaba: ¿cómo me voy a poner a leer una novela de 300 páginas si tengo un libro de medicina interna de 1500?”, cuenta.

    Y tal vez a partir de esa visión de atender a los deseos propios, de la búsqueda del disfrute de sí mismo y su tiempo, y de tomar distancia de la competencia profesional o de “inflar” el ego académico, Astrid tomó otra determinación: no presentarse a una especialidad, como quizás la mayoría de profesionales lo anhelan. Quiso, más bien, dedicar su ejercicio profesional a la medicina general.

    Así lo hizo durante más de 30 años. No le interesó la anestesiología o la cirugía, por ejemplo, ninguna de las que implicara un “encierro en un quirófano, con el paciente dormido o sin tener mucha relación con él como persona”, afirma. En la UNAL pudo desarrollar lo que deseó: una labor educativa, formativa, de acompañamiento.

    Tanto Adriana Giraldo Zuluaga, jefe de la Sección de Cultura de Bienestar Universitario de la UNAL Medellín y amiga suya desde hace 13 años, como el esposo de Astrid, Jorge Eliécer Ceballos Sáenz, reconocen en ella a una muy buena médica que no se equivoca en sus diagnósticos, que investiga y se actualiza. Es la médica de cabecera de su grupo de amigos. Atiende las dudas, en cualquier momento, respecto a alguna dolencia. Así lo ha hecho siempre.

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    Astrid es amiguera, leal y solidaria, destaca Jorge Eliécer. Dice que es posible que en la Universidad no creyeran que sea extrovertida, pero lo es. Se carcajea, tiene un tono de voz alto, habla duro. Él recuerda una anécdota, que ella “no es capaz de conversar en voz baja (risas). Entonces yo la molestaba porque trabaja enseguida de su consultorio. Cualquier día pasé por la ventanita de su oficina y tuve que volver a llamarla por teléfono para decirle: oíste querida, no hablés tan duro que de afuera te escuchás diciéndole a ese muchacho ‘es que usted no se cuida, vea, ya es la décima vez que lo atiendo por esa gonorrea’ (risas), hablando de la enfermedad venérea, y él le respondía que hablara pasito”.

    Astrid ha sido una persona que se ha salido de las reglas, que ha sido inquieta y no se ha caracterizado “por ser la típica niña obediente. En la Universidad de Antioquia era rumbera, salía con sus amigos, mostró un lado rebelde y nunca le importó”, dice Adriana con base en las anécdotas que su amiga le ha contado.

    Es una mujer de talante. Su amiga dice que Astrid es un ser humano transparente, un ejemplo de carácter, rectitud, que siempre tiene algo por decir y opinar, que no le da miedo expresar sus ideas. Es espontánea, simpática. La considera “un referente de vida”, dice.

    A Astrid le gusta la sensación de libertad y de tranquilidad. Varias veces pidió licencias no remuneradas para viajar, un plan que no quiso aplazar para su jubilación, sino uno que emprendió en varias ocasiones con sus amigas, con quienes se reúne habitualmente para cocinar, tomar vino, recorrer la ciudad, armar rompecabezas de 3000 y 4000 piezas, y con quienes cena cada año en Navidad.

    También cultivó otros pasatiempos a los que ahora se dedicará más: leer, nadar y caminar todos los días. La jubilación, cuenta, tampoco transformará su vida, pues no tiene planeado realizar actividades a las que, según ella, es común que se dediquen quienes finalizan su vida laboral. No quiere inscribirse en ningún voluntariado, ni irse a vivir a una finca, ni a cuidar animales. “Yo soy citadina, a mí me gusta ir a exposiciones, a cine, a restaurantes, entonces no. Trabajo y estudio son las cosas que tengo claro que no voy a hacer”, afirma.

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    A la Universidad, considera Adriana, Astrid le dejará una Sección de Salud organizada y estructurada siguiendo los lineamientos y en pro de los estudiantes, “por los que luchó para que tuvieran buenas condiciones desde lo que les correspondió”, menciona, y a quienes nunca quiso dejar de atender pese a sus responsabilidades administrativas.

    De los días en la Universidad, cuenta Astrid, recordará con mucho afecto el campus, las veces en las que participó de actividades culturales en el Auditorio Gerardo Molina. “En esos mismos momentos yo los valoraba y decía: estas son las cosas bacanísimas de trabajar acá, las jornadas universitarias, los conciertos, los equipos de trabajo, desplazarse entre los árboles mientras uno iba de una reunión a otra”.

    En la Universidad fue feliz, pero ahora le toca serlo desde su hogar, y sabe que así será.

    (FIN/KGG)

    21 de junio de 2022