Las formas en cómo nos educamos van mucho más allá de los límites de la escuela; la vida en familia y en sociedad son escenarios adecuados para reflexionar sobre la importancia de la pedagogía en tiempos álgidos y de discusión.

Los aportes de la educación y la pedagogía para mitigar la polarización fueron el tema central de la cuarta sesión de la cátedra Saberes con Sabor, producida por la UNAL Medellín con el apoyo de la Academia Colombia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y que contó con la participación de Andrés Klauss Runge, licenciado en Educación Inglés-español, con Doctorado en Educación de la Universidad Libre de Berlín (Alemania), e investigador asociado de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, y Román Castañeda, docente de la UNAL Medellín y coordinador de esta Cátedra.

Es importante definir las diferencias y similitudes que pueden existir entre los términos educación y pedagogía, por lo que Andrés Klauss asegura que “desde el siglo XVIII se ve con fuerza la necesidad de diferenciarlos, entendiendo por pedagogía una disciplina de las ciencias humanas que se ocupa de estudiar los fenómenos educativos, ya sea en la escuela, la familia, entre pares o en instituciones no escolares. Por su parte la educación se presenta como una reacción que compensa todas las falencias que tenemos como animales, es un mecanismo de supervivencia”.

En ese sentido la educación permitirá configurarnos como humanos y vivir en una comunidad que comparte símbolos y cultura, sin embargo, este concepto no es tan claro en muchas instituciones educativas, pues “cada vez más las escuelas se reducen a unos espacios para la transmisión de conocimiento útiles desde el capital social humano, dejando por fuera otro tipo de contenidos y asuntos fundamentales para la vida”, comenta el docente Klauss Runge.

La escuela, un barco para remar en las aguas de la polarización

Aunque ya se habla de otros espacios educativos fuera de la escuela, esta es aún la encargada política y socialmente de formar ciudadanos, entendiéndolos desde una pluralidad de formas de vida. Según el invitado a la Cátedra, el reto actual es atender esa diversidad en el marco de instituciones que siguen haciendo apuestas homogenizantes:

“Se supone que la evaluación es igual para todos, entonces si reconocemos la diversidad de vidas, como las vamos a evaluar bajo el mismo modelo, ¿cómo pensarnos evaluaciones que correspondan a formas e intereses específicos? Nosotros como adultos podemos guiar a las nuevas generaciones, pero no podemos desconocer que ellos también son capaces de forjar su propio proyecto de vida, incluso alejado de lo que consideramos correcto”, explica Andrés Klauss Runge.

Con la escuela como defensora de la diversidad y la pluralidad de pensamientos, la cuestión ahora es si se debe seguir reivindicando estas diferencias o si por el contrario es mejor pensar en el cómo y en el marco de qué surgen, entendiendo a que intereses particulares obedecen.

“La reivindicación de la diversidad ha llevado a una proliferación de guetos, y eso es lo que le sirve a la sociedad neoliberal, mantenerlos enfrentados, no aspirar a una buena vida común. Aceptarnos en las diferencias no en solo reconocerlas para que cada grupo se vuelva un grupo específico y pierda el horizonte que es todos viviendo en armonía. En ese sentido la escuela puede jugar un papel muy relevante, empezar a mostrar que las personas son diferentes, pero no tienen que vivir polarizadas si se apegan a unos principios racionales y democráticos”, asegura Klauss Runge.

La lúdica en las prácticas educativas y sociales

Según el docente invitado, cuando se habla de lo lúdico se refiere a una dimensión más de lo humano, una que ha sido asociada a la pérdida de tiempo, poco considerada en las cualidades de un buen trabajador. “En el contexto educativo se piensa lo lúdico como un maestro divertido y gracioso, sin embargo, no debemos pensarlo de esa forma ni tampoco como una instrumentalización educativa, sino en algo que me satisface, me saca del mundo, refiere al goce, al disfrute, comprometiendo al sujeto sus intereses y emociones”, afirma Klauss Runge.

“Se cree que en la ciencia no hay espacio para la lúdica pero los que la han construido lo hicieron alrededor del placer que les causa ese conocimiento. En las ciencias exactas y naturales hay que ser muy rigorosos, pero el rigor no es ausencia de placer, todo lo contrario”, aseguró Román Castañeda.

La lúdica en el contexto educativo amplia el panorama de aprendizaje, muestra diversas alternativas en torno a una situación, lo que serviría para sobrellevar la polarización, que se da en su mayoría porque desde niños nos venden solo una forma de ver y confrontar el mundo.

“Si uno se habitúa a que hay personas con diferentes prácticas y formas de ser y eso me circula permanentemente, terminaré acostumbrándome a una buena convivencia”, concluye Andrés Klauss Runge.

(FIN/DQH)

14 de mayo de 2022