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La filosofía le gusta y lo ha llevado a reflexiones, pero las matemáticas han sido más poderosas para cuestionarse sobre varios asuntos de la vida. A esa ciencia se dedicó sin titubeos con la curiosidad de descubrirlas primordiales y vigorosas. Es matemático de la UNAL Medellín, estudiante de Maestría en Ingeniería de Software de la Universidad de los Andes e ingeniero de aprendizaje automático en Rappi, la plataforma y multinacional colombiana que media entre diferentes usuarios y servicios.

  • Ricardo Arango Giraldo actualmente tiene 31 años. Foto. Cortesía Ricardo Arango Giraldo.

    Ricardo Arango Giraldo actualmente tiene 31 años. Foto. Cortesía Ricardo Arango Giraldo.

  • Su trabajo en Rappi lo realiza de forma remota. Foto. Cortesía Ricardo Arango Giraldo.

    Su trabajo en Rappi lo realiza de forma remota. Foto. Cortesía Ricardo Arango Giraldo.

  • Cuando era niño disfrutaba como scout. Foto: cortesía Alfonso Arango Vidal.

    Cuando era niño disfrutaba como scout. Foto: cortesía Alfonso Arango Vidal.

  • Rappi ha destacado la labor de Ricardo en la organización: Foto. Cortesía Ricardo Arango Giraldo.

    Rappi ha destacado la labor de Ricardo en la organización: Foto. Cortesía Ricardo Arango Giraldo.

    Ricardo trabaja en Rappi desde hace tres años y de esa compañía tuvo referencia por un conocido que era uno de sus contactos en una red social, quien le anunció de una convocatoria laboral y él, después de enviar la hoja de vida, realizó una entrevista y le pidieron realizar una prueba técnica.

    Su propuesta la desarrolló en Natural Language Processing (NLP), el cual estudia la interacción entre las computadoras y el lenguaje humano, y estuvo enfocada en resolver dificultades de los usuarios con pedidos equivocados, pero algunos de ellos, cuenta, al hacer reportes enviaban fotos que no eran o incluían palabras que no tenían nada que ver. Ricardo ideó un sistema para clasificar las imágenes y asegurarse de que específicamente sean alimentos y de que las palabras empleadas tengan relación con las novedades recibidas, todo con el fin de cualificar el servicio.

    Gracias al mecanismo, asegura que se reduce el riesgo de las equivocaciones en los reportes hasta en un 20% y a Rappi le puede evitar la pérdida de grandes sumas de dinero a nivel de Latinoamérica, teniendo en cuenta que esta compañía está presente en Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, México, Perú y Uruguay. Por tanto, los modelos en los que trabaja debe generarlos en español y portugués.

    ***

    Desde que era un niño, cuenta su padre, Alfonso Giraldo Vidal, Ricardo era inquieto, curioso e hiperactivo. Hizo deportes y fue integrante del grupo de Scouts durante varios años. Sus pasatiempos y su profesión se las toma en serio, pues comenta que “él le pone empeño y obsesión a todo lo que hace”.

    Alfonso cuenta que las inquietudes de Ricardo por las matemáticas no son antiguas, sino más bien recientes, pues cuando cursó décimo sus intereses estaban muy marcados por la Filosofía. Recuerda haberlo visto leyendo Friedrich Nietzsche y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
    Igual que todo el mundo, dice Ricardo, no sabía qué estudiar cuando llegó al grado once en el colegio. Después de tener esos intereses siendo un adolescente, y aunque pasó a la Universidad de Antioquia para estudiar precisamente Filosofía, se decidió por otra cosa, dado que, según él, su familia “no estaba muy de acuerdo”.

    Entró a estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad San Buenaventura (Medellín), de la cual obtuvo una beca del 50%. “No era el mejor estudiante, pero me iba bien”, recuerda. En esa carrera cursó la asignatura Matemáticas discretas. “Ahí me enamoré”, añade. En ese momento cambió de manera drástica el imaginario que tenía sobre esta ciencia básica: que se limitaba a las operaciones, y se encontró con la lógica y la abstracción.

    Comenzó a investigar por iniciativa propia y se encontró con la Teoría de los infinitos de George Cantor, que plantea que las expresiones decimales de números son un tipo de infinito más grande que la infinitud de los números enteros. “Eso me voló la cabeza”, cuenta Ricardo. Decidió entonces estudiar Matemáticas, se inscribió en la UNAL Medellín y también obtuvo beca.

    Él tiene un ímpetu muy propio, es entusiasta y no se antepone ni se limita frente a los obstáculos y ese es uno de los factores por lo que la gente alrededor se siente orgullosa, como su papá, quien notó el esfuerzo que hizo para escribir mientras realizaba la prueba de admisión a la Sede; en la cual él pidió ayuda y siguió adelante con el examen. Siendo un niño a Ricardo los médicos le diagnosticaron el trastorno motor Ataxia y por casualidad, según Alfonso, porque menciona que lo hicieron revisar para conocer el motivo “de su inquietud y necedad”.

    La inquietud de Ricardo ha sido también académica. Alfonso manifiesta que durante el pregrado su hijo realizó varios cursos que le sirvieron como plus para obtener y desarrollar el trabajo en Rappi: “Cuando salió (de la Universidad) lo hizo con mucha experiencia en su campo”.

    A Ricardo le han gustado, desde siempre, las matemáticas aplicadas y recuerda que cuando cursó las asignaturas relacionadas con las puras le dio “durísimo”. Esa ciencia básica lo reconforta tanto como ser egresado de la Sede y de la “mejor universidad del país”, como lo menciona. De hecho, se ríe al anunciar que su respuesta no será políticamente correcta, por decir “algo que suena muy feo, pero que es verdad”: que ser matemático le sube el ego.

    Recuerda que las matemáticas aplicadas que le enseñaron en el pregrado tuvieron que ver, sobre todo, con el análisis a partir de lenguajes de programación como Matlab, empleado para la elaboración de modelos, y que no existía el “boom” de la ciencia de datos o el aprendizaje automático. No obstante, uno de los pasatiempos de Ricardo siendo un colegial era programar, para lo cual también usaba Python y R.

    Más tarde, en lo que ha sido la construcción de su camino profesional ha optado por tomar otros elementos, en el sentido de desviarse de los destinos comunes que son dedicarse a la docencia universitaria o a la investigación, un rumbo del que incluso le hablaron los profesores durante el pregrado. Él, obstinado, cuando llegó el momento de hacer la práctica profesional optó por el análisis de datos.

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    Ricardo es fuente de admiración para muchos, y una de esas personas que lo reconoce es su amiga Laura Bustamante Zapata, quien lo conoció en las aulas y llevándolo y trayéndolo en la silla de ruedas por los pasillos de la UNAL Medellín. Las razones que da: su capacidad, fuerza, optimismo, porque su condición nunca lo ha limitado para crecer ni para salir adelante. “Lo que más valoro, fuera de lo que me aporta con su amistad, es su capacidad de mirar el mundo desde un punto de vista positivo, de no cansarse, de quere siempre ser parte de los mejores”.

    A él le satisface colaborar. Recuerda que, por su condición, terminó ofreciéndose para participar en un proyecto en el que trabajó un profesor de la Facultad de Arquitectura para determinar cuán accesible son los campus Robledo y El Volador para las personas con movilidad reducida. Aportó “matematizando el problema”, afirma, y realizando análisis estadísticos. Él se siente orgulloso de la vinculación a esa iniciativa, porque considera que entendió el verdadero poder de las matemáticas.

    Ricardo es relajado, y así lo demuestran las palabras que utiliza y la actitud con la que asume las cosas. Sobre eso tiene la anécdota de haber participado en un proceso de selección laboral del que desistió porque en la empresa en cuestión, aunque manifiesta que es una gran organización, debía usar ropa formal y el ambiente de oficina era cauto y silencioso, cuando lo único que disfruta con esas características es la lectura, sobre todo, la Literatura Universal y de Filosofía. Entre sus autores favoritos están Jean-Paul Sartre y el poeta Carlos Mario González Restrepo, quien además es profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Sede.

    José Manuel Gómez Guerra, profesor de la Escuela de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la UNAL Medellín, conoció primero a Ricardo en un escenario social y no académico, porque jugaba fútbol con los amigos de él, aunque después fue su estudiante en el curso de Topología general, en cuyas clases se caracterizó por mantener atento y participar.

    “Lo primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en él es que es una persona muy alegre y con una excelente actitud”, dice el docente. Y según Alfonso, Ricardo también es empático. Solo basta verlo una vez para notar que sonríe cuando habla y que se ríe ante algunos recuerdos, que es mamagallista con quienes tiene confianza y con él mismo, porque el docente incluso cuenta que “entiende muy bien su condición y se ríe de eso” .

    Ricardo es sociable, y fiestero, según Laura, quien dice a la vez que se ríe: “uno lo ve y se da cuenta de que la gente sí se vuelve seria en la vida porque él generaba un grupo para las salidas y tiene historias particulares como la de una vez que se enrumbó tanto que casi llega sin silla a la casa”.

    En el campo laboral cree fervientemente en la interdisciplinariedad y en el trabajo en equipo, por el cual procura. Su labor es un claro ejemplo de aquello de lo que está convencido: que a pesar de que la gente piense que las matemáticas son cuadriculadas, en realidad son flexibles, por ejemplo, para identificar la rentabilidad de un negocio, y eso puede resultar muy útil, tal vez imprescindible. La razón la conoce y es, de alguna manera, una fundamentación de lo que considera: que las matemáticas son el lenguaje de la ciencia.

    (FIN/KGG)

    18 de abril de 2022