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En la UNAL Medellín aún hay desafíos por asumir, de acuerdo con cinco mujeres de la comunidad universitaria que se reunieron recientemente para conversar y analizar sobre el tema a propósito del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un asunto que, expusieron, también compete a hombres. 

  • El conversatorio se realizó en la Facultad de Minas y fue transmitido a través de redes sociales de la Sede. Foto: Unimedios.

    El conversatorio se realizó en la Facultad de Minas y fue transmitido a través de redes sociales de la Sede. Foto: Unimedios.

  • La jornada de reflexión se realizó a propósito del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Foto: Naciones Unidas / tomada de: bit.ly/3CJCXRj

    La jornada de reflexión se realizó a propósito del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Foto: Naciones Unidas / tomada de: bit.ly/3CJCXRj

  • La UNAL cuenta con una Ruta de Atención de Violencias Basadas en Género y Violencias Sexuales que debe ser mejorado, según las participantes en el panel. Foto: tomada de bit.ly/3q75jBs

    La UNAL cuenta con una Ruta de Atención de Violencias Basadas en Género y Violencias Sexuales que debe ser mejorado, según las participantes en el panel. Foto: tomada de bit.ly/3q75jBs

    Dentro y fuera de los espacios académicos lo más común son los micromachismos, entre los que están los comentarios que se realizan sobre el rol de la mujer o acerca de “cómo vamos vestidas, eso no es normal y no debería pasar”, según Ana María Bolívar Lopera, representante estudiantil en el Observatorio Asuntos de Género de la UNAL Medellín. Cuenta que, en las clases, casi no se leen autoras mujeres, y en los “documentos está muy marcado que somos inferiores. Además, en los espacios de participación hay invisibilización de nuestras capacidades”.

    Al respecto, Johanna Vásquez Velásquez, decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín, dijo que las universidades, además de espacios de creación y transmisión de conocimiento científico, también lo son para la producción y reproducción de valores y comportamientos sociales. En ese sentido, no son ajenas a que en los claustros se reproduzcan procesos de violencias basadas en género y simbólicas, a través de las cuales se da, principalmente, la naturalización de algunos hechos que invisibilizan, y “son, las que realmente afectan más nuestro desarrollo como mujeres en todos los ámbitos”.

    “Para nadie es un secreto que la participación de las mujeres en la UNAL es baja. El 70% de los profesores son hombres y el 30%, mujeres. Se creería que en la Facultad de Ciencias Humanas (y Económicas) es un tema superado, pero persisten las violencias simbólicas. Allí todas las docentes tenemos formación doctoral y el tiempo de permanencia en el escalafón docente es menor que el de los hombres, es decir que el número de años que una profesora se demora para llegar a la titularidad es menor a la de profesores, sin embargo, aún así hay brechas salariales”, expuso.

    Hay, no obstante, otras tareas pendientes a la inversa, añadió, como reconocer el acoso y el matoneo de estudiantes hacia las profesoras, “un tema que no se conversa”, por lo que se trata de abrir el diálogo.

    ¿Qué hace falta?

    La profesora Vásquez Velásquez mencionó que en la Institución se debe abordar el análisis de violencias de género en toda la comunidad universitaria, dado que actualmente el enfoque está centrado en los estudiantes, “pero pocos son los estudios que abordan el problema desde las profesoras o las mujeres que realizan apoyo administrativo”. Asimismo, manifestó que es necesario escuchar la voz de quienes han sufrido violencias y profundizar en las recurrentes que, refirió, según ha demostrado la literatura, son las simbólicas y las psicológicas.

    La docente contó una experiencia: la operación del modelo de simulación de Naciones Unidas durante siete años, en el que se introdujo un módulo de género en la formación de educación de estudiantes de educación media porque la única violencia contra la mujer que reconocían era la física.

    Si bien, el hecho de que la UNAL tenga una política de equidad de género es importante porque ha puesto el asunto en la discusión, el debate y la presencia de la normatividad institucional, así como la existencia de comités de género, como lo consideró María Piedad León Cáceres, representante del Sindicato Mixto de Trabajadores de las Universidades Públicas Nacionales (Sintraunal) se necesitan otras instancias para no perpetuar la impunidad, principalmente sobre casos de acoso sexual y violencia física.

    Visibilizar es uno de los asuntos pendientes para Verónica Botero Fernández, decana de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín, quien, no obstante, afirmó que esto no debe hacerse a través de los muros de la infamia, porque “terminan rebotando de manera contraria a lo que se esperaría, que es la sanción social hacia el agresor. Como sociedad debemos hacer el mea culpa, porque en esta universidad pasa que en un proyecto de investigación uno de los participantes acose a otra, pero no ocurre nada, y como muchas son violencias simbólicas terminan sin castigarse. Ese es el malestar más grande que tenemos”.

    Para la estudiante Bolívar Lopera, debe haber más voluntad y compromiso en la implementación de las acciones que se realizan como parte de la política de equidad. En esa medida, consideró que es crucial dar a conocer el Protocolo para la Prevención y Atención de casos de Violencias Basadas en Género y Violencias Sexuales y articular “lo que sucede” con las diferentes sedes, más allá de comunicar exclusivamente lo que se hace en la de Bogotá.

    Otra sugerencia fue recolectar datos para hacer seguimiento de lo que se está haciendo bien o mal, pero sin caer contabilizar cuántas matriculadas, admitidas, docentes o administrativas, según Botero Fernández, sino en generar indicadores de lo que sucede con ellas, qué las afecta académicamente y cuáles en el entorno social.

    Como una de las conclusiones, Ruth López Oseira, profesora de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín y moderadora del Conversatorio, afirmó que hay que comenzar a reflexionar acerca del androcentrismo de los currículos y de la falta de diversidad en ellos.

    Además, expuso que “no se trata de decir que las mujeres somos las únicas que recibimos violencia, ni estamos tratando de hacer una competencia acerca de a quiénes les va peor en la vida, sino de poner de relevancia aquellas violencias de las que no se habla, que se minimizan, y cuya importancia es profunda”.

    (FIN/KGG)

    9 de noviembre del 2021