Con la reactivación que vive el país, muchas personas han regresado a sus puestos de trabajo de manera presencial después de más de un año de trabajo en casa, lo que implica cambios en las rutinas que pueden afectar la salud mental. 

Los nuevos horarios de sueño, las aglomeraciones en el transporte público, el ruido de la calle, y la interacción social con los compañeros de trabajo son solo algunos de los factores que vuelven a entrar en juego para la vida de quienes han retornado a sus oficinas o centros educativos. 

Para afrontar esta etapa, Ana Lucia Lopera, psicóloga de la Sección de Personal Administrativo de la UNAL Medellín recomienda no anticiparse a lo que viene, “deja de lado los pensamientos y sentimientos negativos que llegan a tu mente cada vez que piensas en el retorno al trabajo, por el contrario, recuerda los aspectos positivos de la oficina y vive el día a día”.

Historias del retorno, entre el beneficio y la preocupación 

Durante más de un año Deysi Barajas, abogada especialista en Derecho de Familia, trabajó desde casa, sin embargo, recientemente encontró un empleo presencial que se acomodaba más a su perfil.

“Fue un cambio muy fuerte a razón de que vivo en Bogotá y el tema de la movilidad a la oficina es muy desgastante, pues llego ya cansada o estresada, y ni siquiera ha empezado la jornada laboral”.

Por su parte, Rubén Darío Pareja, quién labora como conductor en la UNAL Medellín, asegura que “el regreso para mí fue la salvación, porque la distancia mejora las relaciones con la familia que se habían desgatado en este tiempo de estricta convivencia. Sin embargo, mi jefe me había preguntado en meses anteriores si quería volver trabajar y como en ese momento no estaba vacunado, me daba temor regresar, pero ahora con mi esquema completo, creo y tengo una confianza de que todo estará bien”. 

Ana Piedrahita es empleada de servicios generales en la UNAL Medellín, y retornó a su puesto de trabajo hace un par de semanas, lo que según ella ha sido un contraste pues “por una parte me siento contenta de volver a ver este hermoso campus y compartir con mis compañeras, pero ha sido complicado adaptarme de nuevo a la madrugada, a dejar todo en la casa listo para poder salir tranquila, sin contar el gasto de dinero en pasajes que era algo que uno ya no tenía en cuenta”. 

Volví al trabajo, pero ¿qué pasa con mis hijos?

Uno de los cambios más drásticos en la rutina es sin duda el de padres de familia que durante el periodo de confinamiento podían laborar en casa y al mismo tiempo estar al tanto de las actividades escolares y recreativas de sus hijos.

Este es el caso de Paola Quintero, antropóloga, empleada de la Universidad EAFIT y madre de un niño de 12 años: “apenas me estoy acondicionando a los cambios de rutina porque mi hijo no está del todo en la presencialidad sino en modalidad de alternancia y como aún no funciona el transporte del colegio, me toca madrugar más, llevarlo o dejarle todo listo, pues voy tres días a la oficina y dos días en la casa, entonces son hábitos completamente diferentes en la misma semana, lo que me ha agobiado intensamente”.

Además de no haberse adaptado completamente al cambio, para Paola Quintero el relacionamiento en la oficina también ha sido complejo pues “ya no se tiene la misma cercanía que antes, con la distancia física no se socializa casi, se siente un ambiente muy frío en general”.

Un paso a la vez 

Según Ángela María Córdoba, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad CES, si bien cada caso de retorno es particular, estas son algunas estrategias que puede poner en práctica en este periodo de transición:

• Disponerse para vivir el cambio: para muchas personas es fácil y es un momento deseado, no obstante, para la mayoría de las personas este momento es todo un desafío. Asociado a esto es necesario dejar a un lado cualquier batalla humana que pueda hacer ruido a la disposición de crear nuevamente estos hábitos. 
• Gestionar y diseñar las agendas: determinar con el equipo de trabajo la manera más eficaz de que cada miembro pueda cumplir su labor sin sacrificar su salud física y mental.
• Instaurar momentos sistemáticos de encuentros con el equipo de trabajo y el líder; de ese modo le encontramos valor a la presencialidad. 
• Exigirse a nivel personal para perpetuar los buenos hábitos adquiridos en tiempos de trabajo en casa: alimentarse bien, desarrollar reuniones más efectivas en tiempos reducidos, hacer deporte, compartir en familia. 
• Reconocerse en lo que significa pertenecer a una organización, disfrutar de ella y sentirse orgulloso de estar allí de nuevo. 

“Tenemos que decantar el por qué y para qué de volver, si somos sinceros hemos vuelto a los encuentros de familia, amigos, paseos, entonces es bueno preguntarnos ¿qué será lo que inhabilita el deseo de volver a lo institucional? Si allí hay tanto crecimiento, magia, aprendizaje e interacción, debe ser un momento para exigirnos a nivel personal y honrar nuestra marca profesional y la huella personal que hemos construido”, concluye Ángela María Córdoba. 

(FIN/DQH)

31 de agosto del 2021