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Janeth Posada Franco es desde hace tres años la jefe de Publicaciones de la UNAL Medellín, pero ha sido escritora toda la vida. Desde su cargo acompaña a otros autores en el proceso de crear libros, un oficio que la embelesa. Sus amigos y compañeros reconocen en ella una persona respetuosa, atenta y responsable, un ser humano plausible. 

  • A Janeth la escritura le ha significado un modo de expresarse. Foto: cortesía Janeth Posada Franco.

    A Janeth la escritura le ha significado un modo de expresarse. Foto: cortesía Janeth Posada Franco.

  • Gracias a su papá le comenzó a interesar la literatura desde que era una niña. Foto: cortesía Janeth Posada Franco.

    Gracias a su papá le comenzó a interesar la literatura desde que era una niña. Foto: cortesía Janeth Posada Franco.

  • En general Janeth disfruta del arte y las conversaciones. Foto: cortesía Diana Cristina Gallego Yepes.

    En general Janeth disfruta del arte y las conversaciones. Foto: cortesía Diana Cristina Gallego Yepes.

  • Para ella la UNAL Medellín es un lugar privilegiado para trabajar. Foto: cortesía Janeth Posada Franco.

    Para ella la UNAL Medellín es un lugar privilegiado para trabajar. Foto: cortesía Janeth Posada Franco.

    Tanto recorrido y experiencias trae la vida que, con el paso del tiempo, son muchas las cosas que quedan enmarañadas en el olvido. No obstante, hay escenas que sobreviven y se quedan clavadas en la memoria. Janeth, por ejemplo, tiene fresca en su mente una imagen de la adolescencia: hacer “borrones en libretas” y leer, a pesar de que en su casa no hubo nunca “una superbiblioteca”, como ella lo cuenta. 

    Eran ocho hermanos y muchas necesidades, pero dice: “de parte de mi papá siempre tuve la narración oral, eso fue lo primero que me acercó a la escritura”. Fue él quien le mostró que eran posibles los mundos imposibles, y Janeth, a medida que iba creciendo, se encargó de crearlos y de plasmarlos gracias a las letras. 

    Su primera aproximación fue más o menos a los ocho años, cuando escribió una canción para El Colombianito. La adolescencia fue su época para la poesía y de adulta ha escrito el libro de poemas El rastro de los días y otros dos libros que publicó gracias a becas de creación que la Alcaldía de Medellín le otorgó en 2010 Y 2014. Los títulos son: Cuando una mujer está triste y La salida está cerrada. Además, cuentos suyos han aparecido en la Revista Universidad de Antioquia, Sibila (España) y Aurora Boreal (Dinamarca). 

    Los procesos de publicación le han resultado muy satisfactorios porque escribe para que la gente la lea. No es literal, quiere decir: “para compartir con otros esas cosas que pienso, que sueño, que me pregunto. Algunos las convierten en textos reflexivos, a mí me gusta muchísimo la ficción”.

    Su primer lector, esa persona que ha tenido contacto con sus textos incluso antes que sus editores, ha sido su esposo. Él se ha encargado de mostrarle los vacíos o los errores, mientras que el primero en leer sus libros publicados es su papá.

    Janeth es la escritora favorita de Diana Cristina Gallego Yepes, su amiga desde hace unos 30 años, cuando fueron compañeras en el colegio. Ella cuenta que la autora es de contrastes: puede hablar desde la bondad y la sensibilidad, pero también “es muy charro porque yo le digo que cómo hace para escribir esas cosas. Es una mujer tímida, pero en un cuento uno dice: ¡Oh, es increíble cómo te cabe toda esa perversión en la cabeza! (risas)”. El cuento que más le gusta es Muy señor mío.

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    Por un tiempo Janeth se dedicó a leer los trabajos de otros y, en esas, dejó de escribir para sí. Pudo retomar gracias a la academia y al Máster de Escritura Creativa que cursó en la Universidad de Salamanca (España) y que terminó recientemente. 

    Los libros le han enseñado a Janeth que puede haber varias ópticas, que cuando alguien imagina un universo hay múltiples posibilidades, “y así deberíamos aprender a mirar las cosas. No necesitamos nunca una sola versión de un hecho ni de la vida”, asegura.

    Quien mejor le ha enseñado sobre los matices es la escritora ucraniana Irene Nemirovsky, uno de sus referentes en la creación de personajes. Manifiesta que, de la obra la cuestiona principalmente Jezabel, protagonista de la novela que lleva el mismo nombre, porque la hace pensar en “cómo mira uno de frente eso que carga a las espaldas, eso que no quisiera ser, pero que en el fondo es”.

    Y a propósito de matices, en ellos se teje la amistad entre Janeth y Diana Cristina. La una es serena, cautelosa y puntual. La otra es risueña, hace ruido con la risa y con la voz, es la que llega tarde. 

    El vínculo, literalmente, las ha salvado. Diana Cristina recuerda que cuando estaba en décimo un hombre empezó a acosarla y a perseguirla del paradero de buses al colegio. Naturalmente se sentía muy asustada. Sin pedírselo, lo que hizo Janeth fue esperarla todos los días para acompañarla. “Es una cosa de no olvidar. Es una cuidadora muy especial y eso es ser cariñosa sin ser invasiva”, asegura.

    Son muchos los años que se han acompañado, en los que se han conocido y reconocido. Ahora ambas disfrutan las conversaciones, el vino, los chocolates y los dulces en general. Diana Cristina agradece por Janeth, por la aventura que le significan sus libros, porque ella recuerda las fechas especiales, las personas que son importantes para sus amigos. Porque es contemplativa, buena con los números, con las letras y los procesos, porque ha estado en momentos difíciles y felices, porque es su amiga. 

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    En general Janeth disfruta del arte, pero la literatura es su predilección. Los libros le abrieron la puerta a ese mundo que le resulta maravilloso, entre otras cosas, porque le ha mostrado otros intereses y le han servido como guía para enfrentarse con decisiones como abandonar su carrera profesional: la ingeniería administrativa, tras llegar a ella por cuestión del azar y luego de ejercerla durante cinco años. 

    “Yo, que hice del miedo mi modus vivendi, me había tirado al vacío”

    Fragmento dePara no temerle a la oscuridad, uno de sus cuentos, publicado por Palabras Rodantes de Comfama y el Metro en el libro Veinte y una narradoras.  

    En el año 2007 quiso un viraje y lo dio. Comenzó a aprender de edición, aprovechando su gusto por la lectura y la escritura, y se quedó enganchada para siempre. El proceso de crear libros es para ella uno de los oficios más hermosos. Trabajó con sellos independientes como El Tambor Arlequín, con la Revista Universidad de Antioquia y tuvo su propio proyecto: Hilo de Plata Editores. 

    “Luego la suerte me devolvió a la Nacho en forma de Publicaciones”, comenta. Ahí acompaña a otras personas a materializar los libros en los que trabajan desde lo intelectual y lo creativo. La UNAL Medellín la hace feliz por ser un lugar de trabajo privilegiado en el que ha podido encontrarse y reencontrarse seres humanos que aportan a su vida personal y profesional. 

    Su gratitud con la Sede también está cimentada en que se le permite soñar con posibilidades como la colección en la que trabaja actualmente, que se llama Territorios, con la que se espera reunir reflexiones de docentes de las cinco facultades de la UNAL Medellín sobre desarrollo local. 

    Janeth le significó “un completo descubrimiento” a Adriana Giraldo Zuluaga, jefe de la Sección de Cultura de la UNAL Medellín, como ella describe el encuentro. Se conocieron en 2018 en el ambiente laboral y en el proceso de consolidar la Red Cultural de la Sede. 

    Desde ahí han trabajo en sinergia y en esos espacios Adriana ha hallado en Janeth una persona respetuosa, dedicada, amable, presta a dialogar y que se ha convertido en un apoyo importante aun en la virtualidad “que ha sido compleja”, manifiesta. Se han vuelto cercanas y el azar se ha encargado de juntarlas en otros espacios como los aeropuertos. 

    Adriana y Diana Cristina han recibido de Janeth sus libros como regalo, y con ellos la muestra de una amistad que los años fortificarán en lugar de conducir al olvido. Será así seguramente porque no hay obsequio más genuino que los libros, y porque en ellos están las historias, e intrínsecas las palabras de cariño que tal vez no siempre dice para que no se las lleve el viento.

    (FIN/KGG)

    18 de junio del 2021