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Con la pandemia, la brecha digital existente en la educación superior en Latinoamérica se hizo más evidente, dejando al descubierto nuevas dimensiones y carencias en las que los gobiernos y la academia deben trabajar. 

  • Estas reflexiones hacen parte del proyecto de investigación “Crisis educativa y covid-19”, liderado por la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Foto: reproducción.

    Estas reflexiones hacen parte del proyecto de investigación “Crisis educativa y covid-19”, liderado por la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Foto: reproducción.

  • El concepto de brecha digital tiene más de 20 años de debate y que ha evolucionado desde más que “tener acceso o no tenerlo” a un ideal multidimensional. Cortesía Pixabay

    El concepto de brecha digital tiene más de 20 años de debate y que ha evolucionado desde más que “tener acceso o no tenerlo” a un ideal multidimensional. Cortesía Pixabay

  • Entre las estrategias que se han usado cerrar la brecha digital en Latinoamérica durante la pandemia están la entrega de equipos tecnológicos, ampliar el ancho de banda para las comunidades universitarias y flexibilizar las fechas de exámenes de admisión. Foto: Agencia de Noticias UNAL.

    Entre las estrategias que se han usado cerrar la brecha digital en Latinoamérica durante la pandemia están la entrega de equipos tecnológicos, ampliar el ancho de banda para las comunidades universitarias y flexibilizar las fechas de exámenes de admisión. Foto: Agencia de Noticias UNAL.

    Este tema es abordado en el proyecto de investigación “Crisis educativa y covid-19”, liderado por Johanna Vásquez, decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín y Lirio Gutiérrez, profesora del Departamento de Ciencia Política. La iniciativa busca evaluar el impacto y el contexto de las TIC´s durante la pandemia en América Latina, cómo sus limitaciones afectan los cursos remotos en las universidades públicas y la influencia de esto en la deserción estudiantil. 

    El proyecto responde a una convocatoria del Social Science Research Council, en USA, que busca respuestas inmediatas frente al covid-19 en las ciencias sociales, y usa como caso de estudio a la UNAL Medellín, en donde se realizarán estudios con métodos cuantitativos y cualitativos por medio de encuestas a docentes de planta, estudiantes activos, recién graduados y los que desertaron durante el último año. 

    Factores como la calidad del servicio prestado por las empresas de internet y su poco interés por llevar la cobertura a ciertas a regiones marginadas del territorio, se suman a condiciones como la raza, la edad y el género para ampliar esta problemática que se hace cada vez mayor en el continente. 

    “Aunque regresemos a la presencialidad, la virtualidad ya cambió nuestra manera de pensar la educación y los procesos pedagógicos, por lo que este proyecto es muy relevante para la UNAL porque no sabemos cuanto más vamos a durar en esta modalidad ni qué efectos está trayendo en docentes o estudiantes, por eso urge hacer estudios y diagnósticos para conocer los efectos reales y cómo vamos a proceder al respecto. La idea es compartir estos resultados con la comunidad universitaria y a largo plazo escribir y diseminarlos en artículos y congresos”, comentó Lirio Gutiérrez. 

    En el marco de esta investigación se realizó un conversatorio que contó con la participación de las coordinadoras del proyecto, y las invitadas internacionales Silvia Lago Martínez, socióloga e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y Marion Llyod, doctora en Ciencias Políticas y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

    La brecha digital, más allá de la conectividad 

    Las instituciones de educación superior han puesto sus esfuerzos en conectar a sus estudiantes y docentes a la virtualidad, sin embargo, la brecha digital abarca otras problemáticas como las habilidades para la tecnología, la infraestructura y la capacidad de las empresas prestadoras del servicio, además de los usos y significados que le den las personas, que muchas veces se ven sesgadas por factores como la raza, el género y la condición socioeconómica. 

    “Cuando se habla de brecha digital también hace referencia a las habilidades que se tiene para estas herramientas, no es suficiente tener acceso a la computadora y al internet si no se sabe cómo usarlo y aprovecharlo. Con la pandemia, este tema magnifica la desigualdad que ya existía, porque antes el acceso a la tecnología era importante pero no indispensable para la buena educación, pero ahora es completamente necesario”, afirmó Marion Llyod.  

    Aunque el panorama no es muy favorecedor para esta parte del continente, la pandemia puso a las instituciones a hablar del tema de desigualdad digital como nunca antes, y con esta discusión latente y la información cada vez más a la vista, se espera que las problemáticas puedan ser tratadas con mayor cuidado. 

    Según un estudio de la Organización de Cooperación de Desarrollo Económico en Países de América Latina, en Colombia un 62% de la población tiene computadora en casa y 67% cuenta con internet, sin embargo, en comunidades rurales e indígenas esta cifra está entre el 10% y el 20%. 

    “Esto marca la distancia entre distintos sectores de la población, y es preocupante pues hay mucha inequidad educativa, siendo América Latina la región del mundo con mayor nivel de desigualdad socioeconómica, inclusive por encima de África, pues allí las riquezas no se concentran tanto en unos pocos”, dijo Marion Llyod. 

    El covid-19 dejó claro que la calidad del servicio de internet es vital, pues la educación, el trabajo y el entretenimiento dependen de él. Con el uso masivo y continuo se presentan fallas constantes en la red, por lo que la infraestructura y cobertura de las empresas prestadoras también juegan un papel en el incremento de la desigualad digital. 

    “Los barrios marginados de las ciudades son los más afectados en este tema, pues a las compañías no les interesa llevar su cobertura hasta ese lugar, y sus habitantes tienen que usar celulares con conexión prepago, por lo que hay que incentivar políticas que vean al internet como derecho humano”, comentó Silvia Lago. 

    El género y la edad, factores presentes en la brecha digital

    Aunque ser joven no garantiza contar con habilidades tecnológicas, pues todos no han tenido las mismas oportunidades u objetivos, la diferencia generacional hace que las personas mayores no tengan acceso o interés por aprender estas herramientas. 

    “La brecha generacional también ha tenido un debate, pues no está relacionada solo a la edad sino con las historias de las personas, su nivel educativo y su recorrido laboral. Si un adulto no ha tenido que usar un computador durante todos sus años de trabajo, difícilmente lo haga ahora”, aseguró Silvia Lago. 

    Cuando se instala el concepto de brecha digital y sus dimensiones también surge la pregunta de cómo medir el acceso y el uso, por lo que aparecen muchos indicadores, siendo el de género uno de los más relevantes.  

    “Se ha demostrado en estudios que mujeres de más de 50 años tienen menos habilidades y disposición que los hombres, pero que cuando la edad disminuye va equiparándose entre ambos sexos. Además, sí hay un problema de género muy grave con la pandemia, y es que con el retorno a casa las mujeres no solo tienen que trabajar sino estar al pendiente de las labores domésticas y de cuidado, lo que ha agravado mucho la brecha de desigualdad”, afirmó Silvia Lago. 

    Este aspecto incluye además la participación que tienen las mujeres en ciertas disciplinas tecnológicas e ingenierías, que en la práctica sigue dejando una deuda cultural importante. 

    ¿Las cifras reflejan la realidad? 

    En el contexto de pandemia cuando las diferentes instituciones realizan encuestas sobre conectividad y acceso a internet, las hacen precisamente por este medio, dejando sin la posibilidad de entrar en la estadística a quienes no tienen acceso o tiempo de responderla. 

    “Los que llenan las encuestas sobre brecha digital son los que tienen los medios, por lo que hay un déficit de información confiable, porque estos datos no corresponden ante la realidad que vemos los maestros en clase. Hay que realizar diagnósticos muchos más precisos y completos, ya que los que están quedando fuera son los más vulnerables”, dijo Marion Llyod. 

    La alternativa para tener datos más precisos sería “hacer diagnósticos a través de censos oficiales y no de encuestas, porque nos quedamos sin conocer las cifras reales de quienes no tienen acceso, lo que se reflejará en tazas de deserción más altas”, comentó Johanna Vásquez. 

    ¿Qué se espera a futuro? 

    Con los nuevos picos de contagio de covid-19 y el lento proceso de vacunación en muchos países de la región, las universidades están enfrentadas a resolver los problemas del día a día, sin muchas posibilidades de adelantarse a la situación. Sin embargo, pareciera ser que el futuro cercano estará marcado por la hibridación de la educación y la alternancia según las posibilidades económicas de cada institución.  

    “Lo que sí creo que va a permanecer es la familiaridad de trabajar en línea, con más congresos y foros virtuales que nos dan la posibilidad de encontrarnos sin una inversión económica tan grande, sin embargo, hay interacciones que se dan cara a cara tanto en el aula como en las investigaciones”, declaró Marion Llyod. 

    Por su parte, Silvia Lago asegura que “la clave sería transformar la habitabilidad de los espacios educativos, lo que supondría además más dinero. Hemos aprendido bastante, hay cosas que no son necesarias en la presencialidad, por ejemplo, que los alumnos tomen su distancia y busquen nutrirse por otros medios”. 

    (FiIN/DQH)

    10 de mayo del 2021