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La vida en pandemia ha acelerado globalmente el uso de las tecnologías de la información y la comunicación tanto en la vida cotidiana de las personas, como en diferentes ámbitos de la actividad social como la economía, la salud y la educación. Y en el centro de este cambio que se da a gran velocidad, hay un reto para lo humano en la construcción de nuevas competencias y capacidades, así como en poner a conversar a todas las ramas del conocimiento, duras y blandas, para que la tecnología sea cada vez más relevante en las tareas de la sostenibilidad del planeta y en la búsqueda de condiciones de vida digna para todas las personas. Este fue el tema de conversación en la más reciente sesión de la Cátedra Universociedad entre Pedro Benjumea, profesor de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín; Óscar Meza, Responsable de Tecnología de Comfama; Santiago Pinzón, Vicepresidente de Transformación Digital de la ANDI; y el profesor Oscar Jaime Restrepo, gestor y anfitrión de la Cátedra. 

  • Convergencia tecnológica fue el tema abordado en la más reciente sesión de la Cátedra UniverSociedad, liderada por la UNAL, la ANDI y Comfama. Foto: Reproducción.

    Convergencia tecnológica fue el tema abordado en la más reciente sesión de la Cátedra UniverSociedad, liderada por la UNAL, la ANDI y Comfama. Foto: Reproducción.

  • Las interacciones personales por canales digitales han incrementado considerablemente a nivel mundial.

    Las interacciones personales por canales digitales han incrementado considerablemente a nivel mundial.

  • El comercio electrónico se ha fortalecido en el último año. Foto: Pixabay.

    El comercio electrónico se ha fortalecido en el último año. Foto: Pixabay.

    El origen del concepto de Convergencia Tecnológica lo rastrea en el tiempo el profesor Pedro Benjumea, en un trabajo que impulsó la National Science Foundation de los Estados Unidos en el año 2002, al que llamaron a industriales, los gremios y científicos de diferentes disciplinas y academias a conversar sobre el potencial del desarrollo tecnológico que se veía en aquellos días. Como resultado de estas deliberaciones se publicó en el año 2003 un libro que recogió lo más importante de las conclusiones a las que se llegaron, bajo el título de Converging Technologies for Improving Human Performance. Y fue la primera vez que se acuñó el término de Tecnologías Convergentes. 

    Allí se desarrolla el planteamiento de las convergencias de diferentes escalas tecnológicas entre elementos que hasta ahora habían seguido sus caminos propios: la nanociencia y la nanotecnología en la que se trabaja en el nivel de los átomos que se combinan en la construcción del mundo; la biotecnología y la biomedicina, que incluyen la ingeniería genética, las ciencias cognitivas y las neurociencias; y, finalmente, las tecnologías de la información que incluyen la computación y la comunicación avanzada. Desde ahí se formulan las convergencias de estas cuatro áreas estratégicas: nanotecnología, biotecnología, información, cognitiva, que se resumen en la sigla NBIC. Y señala cómo la base de esta convergencia está en la escala de lo micro, en los átomos, los genes, los bitesy las neuronas. La Convergencia Tecnológica avanza logrando combinaciones entre dos o tres de ellas y hasta de las cuatro entre sí.

    Desde ese marco, todos coincidieron, sin ninguna duda, en señalar la manera como el aislamiento forzado que han impuesto las medidas para frenar la expansión del COVID19, se tradujeron en un incremento exponencialdel uso de las tecnologías asociadas a lo que el Foro Económico Mundial ha denominado como la 4ª Revolución Industrial. En palabras de Santiago Pinzón, “el COVID19 es un viento de cola que ha llegado a acelerar los procesos digitales”.  Óscar Meza ilustró esa idea con cifras contundentes: las interacciones digitales entre las personas, que estaban a finales del 2019 en un 36%, subieron a un 58% para mediados del 2020, lo que significa que un incremento que estaba proyectado, a la tasa de crecimiento que venía dándose, para 3 años, se alcanzó en un solo año. Y es aún más significativo en las organizaciones, en donde se calcula que, en los productos parcial, o totalmente digitales se pasó del 35% al 55% en sus portafolios, lo que significa que en un año se avanzó lo que estaba proyectado para 7 años, con mucha fuerza en los campos de los servicios de salud y los servicios financieros. 

    Los estudios muestran cómo en las empresas se eliminaron barreras. En el campo del conocimiento adaptativo del mercado, por ejemplo, este proceso se hace 27 veces más rápido y esto favorece la adopción de las tecnologías convergentes, respecto a la situación antes de la pandemia. Los temas relacionados con la fuerza laboral aumentaron 40 veces su velocidad, replanteando la manera como estábamos ordenados para trabajar. Las descargas de apps pasaron del 9% en el 2019 al 24% en el 2020. También se han redefinido los canales del comercio: antes podrían estar en un micrositio de comercio electrónico y hoy se ha diversificado a muchos canales, a través de diferentes redes sociales, en lo que se ha denominado el comercio social o headless, que consiste en poder colocar capacidades de comercio en cualquier interacción digital. 

    La manera como han aumentado las interacciones personales por canales digitales se refleja en que se calcula que hoy 300 millones de personas se reúnen diariamente solo por la aplicación de Zoom. Santiago Pinzón trae los datos del Centro Nacional de Consultoría, que desde el 2016 está midiendo un índice de apropiación digital: en un indicador de 0 a 1, se movió entre el 2016 y febrero de 2020 del 0,20 al 0,23. Y entre febrero del 2020 y noviembre del 2020, se disparó al 0,39. Esa misma encuesta registró cómo los usuarios intermedios que usan las tecnologías digitales para propósitos de educación y participación, pasaron, entre febrero del 2020 a noviembre del 2020, del 27% al 36%. Y los usuarios avanzados que realizan transacciones, pasaron del 6% al 19% en ese mismo período.

    El solo campo de la salud ha llevado a que la necesidad de escalar los monitoreos de las condiciones de la población respecto a la pandemia haya incorporado a la comunicación digital a una gran cantidad de personas que antes no se relacionaban con estos canales. Por este camino se acerca la Inteligencia Artificial, trayendo posibilidades que hoy parecen lejanas a la vida de las organizaciones y que hacen de la flexibilidad y de la capacidad de adaptación competencias centrales para cualquier organización en cualquier campo de la actividad en el que se desempeñe. Tecnologías que parecen lejanas comienzan a permear rápidamente a las organizaciones, tanto en sus procesos internos como en su interacción con sus públicos y usuarios. Estos procesos que han permeado la salud, la economía, la educación, el acceso a la información y las relaciones sociales y personales, abren la necesidad de considerar la conectividad y el acceso al internet como un derecho de todas las personas y, por lo tanto, a llevar la necesidad de la infraestructura de conectividad a ser una condición esencial de inclusión y desarrollo de cualquier territorio. Y esto representa todavía un gran desafío en nuestro país.    

    Y necesariamente en el centro de este sistema dinámico se encuentra el talento de las personas, no solamente en lo que se refiere a cultivar y formarse en la compaginación de habilidades duras y blandas, sino hasta en la mirada del mundo y, finalmente, en una nueva cultura de actitudes, valores y comportamientos acordes con el interés planetario que se refleja en los Objetivos del Desarrollo Sostenible, para que sea viable la vida en el planeta, de la que depende la permanencia misma de nuestra especie. 

    En humanizar la 4ª Revolución Industrial, señala Santiago Pinzón, es en donde reside la clave de toda esta complejidad. En ese mismo sentido viene el aporte del profesor Pedro Benjumea, cuando asocia a este proceso una consigna formulada por los editores del libro Converging technologies for improving human performance, que propone el optimismo tecnológico y la visión transhumanista. La Convergencia Tecnológica permite romper los límites humanos actuales y esta posibilidad se resume en que “si los científicos cognitivos lo pueden pensar, entonces la gente nanolo puede construir, la gente biolo puede implementar y la gente infolo puede monitorear y controlar”. Y estas reflexiones conducen a una pregunta central por el talento humano como la condición indispensable, el centro y la clave, sin la cual nada de esto podrá desarrollarse en todo su potencial. 

    En ese sentido, Óscar Meza se refiere a la necesidad de una nueva caja de herramientas de pensamiento, con conceptos y competencias para la toma de decisiones y la orientación de los procesos a un ritmo cada vez más veloz, en el entorno de la Convergencia Tecnológica. Y también destaca en el mismo nivel de importancia el marco ético, para que la tecnología y la Inteligencia Artificial no contengan sesgos de discriminación por sexo, raza o extracción social. El Marco Ético propuesto para la Inteligencia Artificial en Colombia trabaja nueve puntos: la transparencia, la explicación de la Inteligencia Artificial, la privacidad, el control humano, la seguridad, la responsabilidad, la no discriminación, la inclusión y la prevalencia de los derechos de los niños y los adolescentes, en tres capas: los datos, los algoritmos y las prácticas. Esta es una conversación que hoy no se está dando con la fuerza que debería tener entre quienes trabajan en estas tecnologías en las organizaciones, aunque es una conversación que tiene una importante presencia en la academia. 

    Santiago Pinzón plantea cómo la ANDI le apunta a que haya más TIC. Pero en un sentido más complejo que expresa la suma de una “T”, tres “I” y cinco “C”. La “T” es el Talento de cada persona y de las personas trabajando en grupo; la primera “I” es la Innovación como la incorporación de nuevas soluciones; la segunda “I” es la Interoperabilidad, que se vea reflejada cada vez más en distintos niveles, como, por ejemplo, la interacción más rápida con el Estado, a partir de una identificación digital que permite tanto pagar impuestos como acceder a diferentes servicios; la tercera “I” es la Inteligencia emocional, que apunta a humanizar la tecnología para llegar a la inteligencia social, que construye empatía y comprensión mutua entre las personas. Las cinco “C”, por su parte, se refieren a la Cocreación, la Cooperación, la Colaboración y la Confianza, tanto entre las personas como en las transacciones digitales, y absolutamente toda la Creatividad. 

    Señala Santiago que se necesitan más TIC, pero esta versión de TIC más recargada y reforzada. Y es necesario llamar la atención sobre el hecho de que la gran mayoría de estas variables de las TIC reforzadas tienen que ver con competencias y capacidades humanas. Por esa razón, es prioritaria la humanización de las conversaciones sobre tecnología.  Solamente creando un nuevo contexto en la sociedad y en las personas, se podrá llevar a cabo una transformación digital en la que, de los factores necesarios para llevarla a cabo, la tecnología es solo una parte, que se compagina con la cultura, el liderazgo, el talento, la optimización de procesos y la regulación y desregulación inteligente.  

    Y esta reflexión lleva nuevamente a la necesidad de una nueva mentalidad, en la que esta Convergencia Tecnológica permita enfrentar tanto los retos que tiene la agenda planetaria hoy, como las oportunidades de tener una vida amable y digna para todos, en los términos que han fijado los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

    (FIN/FCV)

    18 de marzo del 2021