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Los colores y vivacidad de las plantas de los jardines de la UNAL Medellín han permanecido gracias a la labor de él, un jardinero comprometido. Con su trabajo ha alimentado también la alegría y amabilidad que lo caracterizan, dos de las cualidades más apreciadas por sus compañeros.

  • Desde la infancia Antonio estableció un vínculo especial con las plantas. Foto: Unimedios.

    Desde la infancia Antonio estableció un vínculo especial con las plantas. Foto: Unimedios.

  • A Antonio era común verlo organizando el jardín en el Bloque 41. Foto: Catherine Andrea Ortiz Atehortúa.

    A Antonio era común verlo organizando el jardín en el Bloque 41. Foto: Catherine Andrea Ortiz Atehortúa.

  • De Antonio sus compañeros destacan, sobre todo, la amabilidad. Catherine Andrea Ortiz Atehortúa.

    De Antonio sus compañeros destacan, sobre todo, la amabilidad. Catherine Andrea Ortiz Atehortúa.

  • 4.	Su familia se ha constituido como un pilar que lo protege y de la que recibe amor incondicional. Foto: cortesía Catherine Andrea Ortiz Atehortúa.

    4. Su familia se ha constituido como un pilar que lo protege y de la que recibe amor incondicional. Foto: cortesía Catherine Andrea Ortiz Atehortúa.

    Toño, —Antonio Ortiz Ramírez— tiene tres familias: la materna, la paterna y la de la UNAL Medellín, institución donde ha cuidado animales y jardines durante más de 20 años. En la Sede él ha ejercido no solo lo que es su trabajo, sino su pasión y herencia, pues sus padres se desempeñaron como mayordomos en fincas de Antioquia. De ellos aprendió que el amor es el principal elemento para propender por el bienestar de los demás seres vivos. 

    En 2015 Toño le contó a Unimedios que su infancia transcurrió en fincas de La Ceja, de donde es oriundo, Amagá y Santa Elena, y que no olvida cuando, lleno de un amor que no sabía de dónde brotaba, le quitaba las hojitas en mal estado a las plantas, las abonaba, desmalezaba y se mantenía pendiente de que el jardín permaneciera bonito.

    Para entonces dijo que “las plantas dan vida y alegría a los espacios y mejoran los ambientes, yo creo que por eso cuidarlas es una de las actividades que más disfruto, incluso en mis tiempos libres. En mi casa y a donde voy me gusta siempre observar y admirar los jardines”.

    Cuando comenzó el trabajo en la UNAL Medellín Toño inició en la Estación Agraria San Pablo, localizada en la vereda El Tablacito de Rionegro, donde se ocupó de la avicultura. Sin embargo, como lo mencionó, en sus descansos él no escapó de los cuidados de otros seres vivos, porque también en esas ocasiones se dedicó a las plantas. Catherine Andrea Ortiz Atehortúa, su hija, recuerda que “la casa grande que hay allí estaba rodeada de jardín completamente, era llena de flores y él las mantenía hermosas”.

    Después, cuando la familia se trasladó a Medellín, Toño trajo consigo lo que no le podía faltar en su casa: plantas. Ahora no está trabajando en la Universidad, pero cuando permanecía allí se movía entre Ixora o corralito, corona de espinas, cuperly y azahar de la india, y en su casa lo recibían besos, novios, geranios, lirios y astromelias, como contó hace varios años. Entre el rosado, el blanco, el morado, el rojo, los colores moteados y el verde de las plantas que cultivaba, el jardinero ha vestido su vida de alegría. 

    Y esa alegría la complementaba con la satisfacción que le generaban las cosas sencillas: leer, montar bicicleta, ir a un sitio y admirar el paisaje. 

    ***

    Quien se topaba a Toño por los senderos de la Sede recibía de su parte un saludo y una gran sonrisa. Es amable y así lo recuerda Alejandra Bohórquez, auxiliar administrativa de la División de Contratación y Gestión de Bienes. Lo conoció hace unos 17 años en Unisalud: Él “caminaba por los pasillos con su actitud tan noble y siempre en su camino saludaba al que encontraba”. 

    Para Alejandra él siempre ha sido ser muy especial. Admira su forma de ser, dice, que “es como de otro mundo, por tanta nobleza, sencillez y amor por lo que hace”. Toño fue quien, cuando se la encontraba, la saludaba y llamaba por su nombre, pero siempre en diminutivo.  

    Aquellas personas que conocen a Toño coinciden en que siempre sonríe y está alegre. En algún momento Mauricio Alberto Montoya Mora, conductor de la UNAL Medellín, lo transportó y ahí, en el carro, dice, “él mostraba su alegría con los ojos”. 

    ***

    En marzo de 2020 —hace un año— Toño regresó a la Estación Agraria San Pablo como operario calificado para avicultura tras ganar una convocatoria. Laboró durante dos meses, porque le comenzó a avanzar rápido la enfermedad neurodegenerativa que padece: esclerosis lateral amiotrófica (ELA) —la misma de Stephen Hawking—, un padecimiento que afecta el sistema nervioso y ataca las células nerviosas que transmiten información del cerebro y la médula espinal a músculos voluntarios como los de las piernas o los brazos. 

    Llegó un momento, cuenta Catherine, en que su papá “ya no era capaz de recoger los huevos y las gallinas lo tumbaban”. Toño ha tenido la fortuna de recibir tanto amor como el que él le ha profesado a las plantas y a los animales, pues desde que se comenzó a complicar más su salud ha estado rodeado de su familia. Su esposa, incluso, renunció a su trabajo para cuidarlo. Él mismo se ha sorprendido, según su hija, porque creía ser muy solo. 

    Atada a la sonrisa Toño ha mantenido la esperanza, pero cuenta Catherine que también ha transitado hacia una posición de aceptación de su condición, y en esos estados de reflexión, cuando aún podía hablar de manera comprensible, les expresaba que quería para ellas lo mejor. Él tiene todas las buenas cualidades, cree su hija, pero la generosidad es una de las más importantes.

    En la Sede a Toño lo extrañan los jardines y sus compañeros, que le han demostrado su cariño y apoyo incondicional, como Mauricio, quien le envió un mensaje a través de un video. En las imágenes se muestra un paneo de las plantas de la plazoleta cercana a la Biblioteca Efe Gómez y de fondo el canto de pajaritos. Al final le dice: “este es y siempre será tu espacio. Un saludo y un abrazo muy especial”. Seguramente él lo sabe, porque de lo que hay certeza indiscutible es que la UNAL Medellín también es su hogar. 

    (FIN/KGG)

    12 de marzo del 2021