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La búsqueda de la paz perdurable y la convivencia entre los colombianos es quizás la más ambiciosa empresa que hemos emprendido como país. Y al mismo tiempo es la empresa más difícil, no solo por los dolores y sufrimientos que hemos vivido, sino porque reconocer en nuestra historia las marcas que ha dejado un ejercicio prolongado de violencia y crueldad, es indagar en las profundidades más oscuras de nuestra cultura. Y también porque es difícil reconocer y traer de los lugares más apartados, los esfuerzos anónimos que en cada rincón se resisten a la adversidad y construyen su dignidad, sus alegrías y esperanzas en entornos largamente invisibilizados y que desde las centralidades nos parecen improbables, pero que son la base para que esta paz se sostenga en el tiempo. Esta fue la ventana a la que nos asomamos escuchando a Lucía González, de la Comisión de la Verdad, en la Cátedra Saberes con sabor.  

  • La última sesión de 2020, tuvo como invitada a Lucía González, ex directora del Museo Casa de la Memoria de Medellín. Foto: reproducción

    La última sesión de 2020, tuvo como invitada a Lucía González, ex directora del Museo Casa de la Memoria de Medellín. Foto: reproducción

  • Durante la sesión, Lucía conversó sobre el papel de las universidades en la reconstrucción de la verdad, reconociendo las dinámicas que se dieron dentro de sus claustros. Foto: tomada de https://comisiondelaverdad.co/

    Durante la sesión, Lucía conversó sobre el papel de las universidades en la reconstrucción de la verdad, reconociendo las dinámicas que se dieron dentro de sus claustros. Foto: tomada de https://comisiondelaverdad.co/

    La firma del Acuerdo de Paz en el Teatro Colón hace cuatro años, suscrito entre el Gobierno colombiano y las FARC, dio lugar a la creación de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición con la tarea de “conocer la verdad de lo ocurrido en el marco del conflicto armado y contribuir al esclarecimiento de las violaciones e infracciones cometidas durante el mismo y ofrecer una explicación amplia de su complejidad a toda la sociedad”. En el cumplimiento de este mandato la Comisión de la Verdad ha recorrido los lugares que configuran la geografía de nuestras violencias para abrir la conversación con todos los actores sobre lo que ha pasado. Donde antes sonaron las armas de la destrucción, hoy se busca que se escuchen las palabras para comprender cuáles fueron los caminos que llevaron a cada uno a encontrarse con todos en el dolor de la violencia. Y para avanzar hacia la reconciliación Lucía señala tres pasos: primero, reconocer al ser humano indistintamente de su condición de víctima o victimario; segundo, entender cómo fue que cada uno llegó a ese momento de la guerra; tercero, entender dónde está cada uno hoy.    

    Pero la tarea de la construcción de la Verdad no se agota en esos lugares y en los actores directos, sino que también requiere de toda la sociedad ser capaces de darle la cara y desentrañar los factores simbólicos que han perpetuado la violencia y que permanecen como imaginarios culturales de la negación, como el racismo, el patriarcado, o la discriminación. También hacen parte de estos factores simbólicos relatos políticos, ideologías y doctrinas que surgieron en un momento de la historia para declarar como enemigo a todo aquel que esté por fuera de un sistema de pensamiento determinado y que hoy subsisten atrincherados detrás de la falsedad y la distorsión. Desactivar estos factores simbólicos que condujeron al conflicto es también una tarea de la construcción de la verdad. Por eso Lucía sostiene que la verdad es una tarea de todos: de los más humildes y de los acaudalados, de los progresistas y de los conservadores, de los idealistas y de los pragmáticos. Y abordarla desde esa perspectiva de lo que es la Colombia de hoy, es lo que hace de la verdad un bien público, una posibilidad para todos.  

    Y esto es posible solamente desde el compromiso con la honestidad y el rigor del método que ha asumido la Comisión de la Verdad como su forma de trabajo. En primer lugar, estableciendo la claridad de distinguir el concepto de la memoria como lo que recuerda cada uno desde su punto de vista y su experiencia, del concepto de la verdad como lo fáctico de los hechos como sucedieron realmente. Y para ello se hace una tarea rigurosa de contrastación de 25 mil testimonios, 200 informes que ha generado la Comisión, más los informes de Fiscalía, de Fuerza Pública, de Procuraduría, que van a un sistema de información para ser procesados con tecnología de Big Data. Esta es la primera Comisión de la Verdad en el mundo que hace uso de estas tecnologías.  

    Al abordar la responsabilidad y el papel de la academia y la universidad en la construcción de la paz y de la verdad, Lucía se refiere a la necesidad de mirar en la historia lo que pasó en las universidades como centros de agitación que en algunos casos contribuyeron al conflicto. Y también al papel que puede jugar la academia hoy en la construcción social de la paz, que desde el conocimiento ayude a formular las nuevas preguntas que nos debemos hacer como sociedad. Allí a todas las ciencias les cabe un papel y una responsabilidad en temas esenciales. Es necesario volcar el conocimiento al campo reconociéndolo más allá de su dimensión meramente productiva, en su complejidad como territorio que contiene culturas, riquezas ambientales, pero también en donde están muchas de las raíces del conflicto. También es necesario contribuir a redefinir la educación y la Escuela como un espacio que incorpore a la formación el reconocimiento de las diversidades étnicas y de pensamiento de los pueblos afros e indígenas. 

    La universidad y la academia son también referentes claves para una recuperación de la política como el espacio para la construcción del bien común y la formación de sujetos políticos como personas comprometidas con la sociedad. Así la ciencia y la tecnología tienen la posibilidad de apostarle a la innovación social que genera una equidad que articule los territorios a las dinámicas del desarrollo.  

    También señaló Lucía la necesidad de que la academia se abra más allá del conocimiento catalogado e indexado, a la gestión y la recuperación de los saberes populares y ancestrales que se han construido en las culturas a partir de la construcción durante cientos de años de distintas formas de vida claramente articuladas y en armonía con la naturaleza. Es posible desentrañar de allí claves esenciales para que el encuentro con la ciencia y la tecnología impulse un desarrollo sostenible y equitativo, que no es otra cosa que hacer viable el que las generaciones por venir puedan encontrar un mundo donde llevar a cabo sus sueños y desarrollar a plenitud sus capacidades. Por todo esto la construcción de la verdad es una tarea trascendental para darle profundidad y solidez a la esperanza de una reconciliación y una paz perdurables.

    En el 2021 la Cátedra Saberes con Sabor abrirá espacios de discusión sobre la género-diversidad con académicos y activistas que estudian y trabajan sobre el tema y sus implicaciones.

    (FIN/FCV)

    14 de diciembre del 2020