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Juan Felipe Santos, restaurador de bienes muebles especializado en Sistemas de información y gerencia documental, y enfocado en lo audiovisual, tiene un oficio similar al de una mamá: su base principal es el cuidado. Hay maneras específicas de hacerlo y la finalidad es potente: aportar a la conservación para evitar que se pierda la memoria. 

  • Juan Felipe Santos durante la prueba del proyector de cine 35mm en el Laboratorio de Fuentes Históricas. Fotos: cortesía Laboratorio de Fuentes Históricas.

    Juan Felipe Santos durante la prueba del proyector de cine 35mm en el Laboratorio de Fuentes Históricas. Fotos: cortesía Laboratorio de Fuentes Históricas.

  • Casete U-matic de la colección Muchachos a lo bien custodiada por el Laboratorio de Fuentes Históricas.

    Casete U-matic de la colección Muchachos a lo bien custodiada por el Laboratorio de Fuentes Históricas.

  • Detalle de la cabeza de una máquina reproductora de video que es parte de los equipos del Laboratorio de Fuentes Históricas.

    Detalle de la cabeza de una máquina reproductora de video que es parte de los equipos del Laboratorio de Fuentes Históricas.

  • Unidad de migración análoga / digital del Laboratorio de Fuentes Históricas.

    Unidad de migración análoga / digital del Laboratorio de Fuentes Históricas.

    En el Laboratorio de Fuentes Históricas de la UNAL Medellín Juan Felipe Santos ha participado en la conformación de varias colecciones. Del espacio destaca que entiende la complejidad del documento audiovisual como una unidad en sí misma. 

    Además de explicar su quehacer, comenta sobre las reflexiones sobre el mismo. Relaciones del ser humano con los objetos y el contexto, los simbolismos y las estéticas son algunas de ellas. 

    La restauración que se hace en Colombia tiene como principio estabilizar los objetos: limpiarlos, hacerles refuerzos. Si se trata, por ejemplo, de un papel que pudo perder alguna parte, se debe recomponer o unir con un material especial. Ocurre también en el caso de la fotografía y el video. Hay casetes que se han golpeado y las partes, aunque se deben sustituir, son a veces difíciles de conseguir.

    Juan Felipe Santos, un loco por los archivos desde hace 15 años, cree que algunas instituciones como la UNAL, RTVC y Patrimonio Fílmico han desarrollado una importante función en restauración. Sin embargo, cree que aún hace falta generar conciencia, a nivel general, sobre la importancia de la conservación.

    Tal vez es fácil imaginar cómo es la restauración de documentos, pero no la de archivos digitales. ¿Cómo se hace ese trabajo? 

    Es bastante complejo. Está el soporte: una casete de VHS, un disco LP o un carrete de película 35mm, pero a la vez la información. 

    Con la llegada del mundo digital el soporte ya no importa porque se crean ambientes virtuales. Hay un proceso de conversión que se llama coloquialmente digitalización. Ahí se puede hacer un proceso de restauración digital, pero sigue siendo un tema polémico. La gracia, desde el punto de vista patrimonial, es conservar todo el concepto técnico y estético del documento, algo que a veces se pierde.

    Por ejemplo, cuando uno reproducía un LP se oía un sonido característico similar al de fritar una salchicha. Eso hoy la gente lo considera como deterioro, y no lo es. Es una estética tradicional de ese tipo de soportes. 

    Eso es importante porque lo digital nos ha traído una estética excesiva y terriblemente limpia que nos dice que todo tiende a ser sucio, pero a las nuevas generaciones se les debe decir: esto pasó y tiene una marca.

    ¿Cuál ha sido el rol del Laboratorio de Fuentes Históricas en ese proceso?

    Ha sido no dejarnos obnubilar por la tecnología digital sino aprovecharla como medio de conservación tratando de respetar el documento analógico en su máxima expresión con todo lo que ello conlleva, pues este espacio no solo está dedicado al Departamento de Historia sino a la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, que lo que pretende es investigar muchos fenómenos sociales. 

    Ahí entra el restaurar, quien trata de conservar esos valores estéticos, históricos o de la memoria como fuente única y fidedigna de información. 

    ¿Tiene la restauración una finalidad de dinamizadora social?

    Cuando estos soportes fueron hechos por las grandes casas de comercialización no tuvieron la intención de ser conservados. Muchos se perdieron, se botaron, desaparecieron, pero hay una función de la restauración en todo este proceso que es revalorar a la luz de la conservación. 

    Lo que se hace es que se reinterpreta de acuerdo a lo que son hoy: una huella en la historia. Al hacerlo los estoy re-valorando para meterlos en un nuevo círculo, llamémoslo así, como de apropiación.

    Si pensamos la vida útil de un VHS o un Betamax no fue más de 15 o quizá 20 años. Fue como un elemento industrial que se cambiaba como hoy pasa con el computador o en su momento el DVD. 

    Lo que debo hacer es mostrarlo no solo a las nuevas generaciones sino a las que convivieron con eso para que volverlo a valorar y meterlo en la circulación cultural como un objeto de memoria, de identidad relacional que le permite a la gente verse e interpretarse en estas nuevas realidades. 

    ¿Qué muestra la restauración de la relación con los objetos?

    La función de la restauración es conservar la de los objetos y, a su vez, las estructuras simbólicas asociadas. Busca estabilizar físicamente el objeto, permitir que pueda seguir trasegando una vida lo más longeva posible para que sea el testimonio para muchas generaciones.

    ¿Y cree que hay consciencia de eso?

    Sí hay, pero aún se requiere un esfuerzo grande porque no se entienden estos tipos de soportes como parte del patrimonio. Por lo menos yo capto una ruptura entre mucha gente en regiones rurales y apartadas que siguen con el amor a sus discos, a sus fotografías y películas, y quieren conservarlas, pero no tienen cómo.

    El especial se llama Locos por los archivos. ¿Usted cuándo se convirtió en uno?

    (Risas) Así como dar una fecha o momento de la vida es difícil. Esto puede sonar muy light,pero quienes nos dedicamos a la conservación tenemos de alguna manera un fetiche, porque nuestro trabajo es con el objeto. 

    A mí siempre me llamó la atención la relación del ser humano con él, cómo a través de un material hay un vínculo, pero simbólico con el presente, el pasado y, por qué no, con el futuro. 

    La vida me fue llevando a los archivos porque inicialmente me gustó mucho el papel, que me parece que lo aguanta todo. Uno se pone a pensar en los soportes y es de los materiales más estables que hay. Se pueden tener documentos de los bisabuelos o los tatarabuelos. 

    De ahí empecé a meterme con video y fotografía, fue un camino que me fue llevando y encarretando. 

    (FIN/KGG)

    25 de septiembre del 2020