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El arte tradicional ha naturalizado la imagen y el rol de las mujeres. Eso lo ha cuestionado el arte feminista, que ha objetado la postura y ha hecho propuestas alejadas de lo heteronormativo. El tema se abordó en la conferencia inaugural del nuevo ciclo de la Cátedra Luis Antonio Restrepo Arango (LARA), que este periodo académico reflexiona sobre “El género representado: arte, prácticas y representaciones culturales”.  

  • La conferencista abordó el tema desde autoras y periodos. Foto: reproducción.

    La conferencista abordó el tema desde autoras y periodos. Foto: reproducción.

  • Sonia Vargas Martínez es candidata a doctora en Estudios Artísticos. Foto: Facultad Ciencias Humanas UNAL Bogotá.

    Sonia Vargas Martínez es candidata a doctora en Estudios Artísticos. Foto: Facultad Ciencias Humanas UNAL Bogotá.

  • La profesora Ruth López Oseira moderó la conferencia inaugural.

    La profesora Ruth López Oseira moderó la conferencia inaugural.

    La primera conferencista fue Sonia Vargas Martínez, maestra en Artes Plásticas, magíster en Estudios Culturales y profesora de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL Bogotá, quien habló de las distintas maneras de comprender las nociones de arte, género y representación.

    Durante su intervención expuso que no es lo mismo el arte realizado en Europa hace unos siglos al realizado en América Latina. El primero, que se ha conocido como el universal y de la alta cultura, llegó importado a nuestro continente durante la Colonia y fue impuesto sobre otras formas de simbolización del mundo que realizaban pueblos originarios.

    Las prácticas del arte, explicó, son contextuales y temporales, de modo que sus usos son cambiantes, lo que le ha permitido, en varias oportunidades, redefinir sus procesos. 

    “Por ejemplo, en el contexto suramericano, caracterizado hace décadas por dictaduras militares, guerras, conflictos armados y distintas formas de opresión y de violencia, la noción de arte se transformó sobrepasando incluso la idea de ser estético y que se exhibe en un museo dispuesto para la mirada contemplativa”, explica. 

    De la idea de arte Vargas Martínez pasó a la de prácticas artísticas que, como explicó, se constituyen como una apertura que permite incluir tanto las técnicas tradicionales como otras “formas de hacer” orientadas a generar relaciones entre sujetos, activar el pensamiento crítico y la acción política. Están ligadas, dice, a la denuncia social o al activismo.

    El abordaje con respecto al género lo hizo citando algunas autoras, pues recordó la postura de la escritora francesa feminista Simone de Beauvoir, quien en los años 40 desmintió la idea de que el concepto se refiere a un orden natural. 

    También hizo referencia a que el género, según la historiadora feminista Joan Scott, es una categoría social, una percepción que permitió tomar distancia de la netamente naturalista y biologicista “determinante de una aparente coherencia entre sexo, género e identidad sexual”, más bien “promovió el estudio de las condiciones socioculturales articuladas a otras formas de poder como la clase”, añadió.

    La categoría “género”, manifestó Vargas Martínez, es aporte del pensamiento feminista, cuya importancia radica en la compresión de las desigualdades entre hombres y mujeres. 

    Después de hablar del tema continuó con el de representación. Sobre él afirmó que se entiende como la relación de la imagen con su significado o como un sistema de significación que se produce o intercambian miembros de una cultura. Esta perspectiva fue propuesta por el sociólogo Stuart Hall. 

    Explicó que, “desde este punto de vista el lenguaje, los signos y las imágenes cumplen una doble función, pues al mismo tiempo que transmiten un sentido específico ayudan a fijar colectivamente aplicando formas de agrupar y clasificar relaciones”.

    Desde el arte feminista se han cuestionado las sexualidades e identidades hegemónicas y han mostrado “lo inútil que resulta cualquier intento de clasificación, por lo que varias prácticas artísticas han puesto de relieve las complejas formas de sociabilidad posibles en una sociedad hetero-normada como la nuestra”, agregó. 

    El arte feminista es un ataque al machista, dijo en respuesta a una de las preguntas de los asistentes. Esa disciplina cuestiona las maneras en cómo han sido representadas en ella las mujeres: a partir de roles y estereotipos. En ese sentido asegura que se crea una idea generalizada. 

    El arte, según la conferencista, no debe ser solo la construcción de imágenes bellas, sino que debe presentar “contra estéticas”, por lo que ha introducido temas como la menstruación o el parto, y para evidenciar situaciones de desigualdad, así como demostrar hechos de injusticia social. Debe ser inclusivo y también, “terreno de lo feo”. 

    Esta primera disertación fue moderada por la profesora, Ruth López Oseira, de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Sede, y se transmitió en directo por el canal de YouTube de la Biblioteca Pública Piloto, entidad que apoya el evento académico. 

    Por el mismo medio se continuarán presentando los demás conversatorios cada viernes hasta el 20 de noviembre. Son once en total. En ellos participarán curadores, críticos de arte, artistas y creadores. 

    (FIN/KGG)

    7 de septiembre del 2020