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“Todos en mi familia tenemos nombres con K o con R. Yo me llamo Kevin, mi hermano se llama Kim, mi sobrino se llama Kael, mi sobrina se llama Kaira, mi mamá se llama Karina; mis primos son Kiwan, Krugan, Krong, Kira, Rikson, Rian, Renzo, Ralf, y por ahí sigue la cosa”. Esa es una de las primeras declaraciones de Kevin Cuervo Vieira, campeón de jiu jitsu y estudiante de Economía de la UNAL en Medellín, cuando empieza a hablar del deporte que le cambio la vida, el jiu jitsu.

  • Kevin es campeón nacional y panamericano de jiu jitsu.

    Kevin es campeón nacional y panamericano de jiu jitsu.

  • Desde 2015 Kevin es campeón nacional de jiu jitsu. Foto cortesía.

    Desde 2015 Kevin es campeón nacional de jiu jitsu. Foto cortesía.

  • En el deporte Kevin encontró valores como disciplina, respeto, solidaridad, amistad y hermandad. Foto cortesía.

    En el deporte Kevin encontró valores como disciplina, respeto, solidaridad, amistad y hermandad. Foto cortesía.

  • Su próximo reto es pelear en los World Games 2021.

    Su próximo reto es pelear en los World Games 2021.

  • Kevin es estudiante del pregrado en Economía de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas.

    Kevin es estudiante del pregrado en Economía de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas.

    Y es que Kevin lleva este arte marcial en las venas, es descendiente de la familia Gracie de Brasil, fundadora del jiu jitsu moderno. Los hermanos Hélio y Carlos Gracie, predecesores de este deporte, estaban convencidos de que los nombres con K y R eran más fuertes e intimidaban al oponente una vez en la arena.

    Pese a esa herencia combativa, Kevin no practicó jiu jitsu sino hasta 2005 cuando las circunstancias se lo exigieron como una manera de defender el honor y la casta familiar.

    “Yo jugué squash desde muy pequeño, pero en 2003 nos fuimos a vivir a Brasil y allá encontré que todos mis primos practicaban jiu jitsu. Entonces mis amigos me decían que yo era un Gracie pirata porque no era un peleador; en 2005 empecé a entrenar y después de la primera clase ya no lo dejé nunca”, recuerda.

    Al cabo de tres meses entrenando pudo ver los resultados en una pelea informal con un amigo gracias a la cual se ganó el respeto de todos a su alrededor. Kevin también descubrió que sus escasos 50k de peso a los 15 años y su baja estatura, lejos de ser una desventaja, en el jiu jitsu eran un potencial inagotable. “Me di cuenta de que podía dominar a gente más fuerte y eso me terminó de encantar. Me dije: ‘yo tengo que seguir entrenando esto’”.

    En 2007 su familia regresó a Colombia y el panorama fue decepcionante: en la Medellín de hace 12 años el jiu jitsu no existía. “Volví al squash y llegué a ser Selección Antioquia durante seis años”. En 2011, sin embargo, Kim Cuervo Vieira abrió Gracie Colombia, una escuela de jiu jitsu en Medellín; además de ser su hermano y amigo, Kim se convirtió en el maestro de Kevin.

    Entonces, en 2015 vino un punto de inflexión importante en su carrera deportiva: un proyecto de jiu jitsu con el gobierno de Emiratos Árabes llevó a su hermano a ese país y Kevin quedó a cargo de la escuela y también de sus entrenamientos. De ser un discípulo más, pasó a ser el maestro, la preparación se extendió de tres a seis días semanales y no solo la intensidad fue mayor, sino que, en aras de enseñar bien, debió mejorar también en cuanto a la técnica.

    “Mi rendimiento creció de manera exponencial. Logré quedar campeón panamericano de jiu jitsu tres veces consecutivas, obtuve 8 campeonatos nacionales consecutivos en la categoría “absoluto” en diferentes torneos privados, siendo el único en Colombia con este logro, y este año (2019) fui campeón del Grand Prix”, afirma orgulloso, pero sin arrogancia. De hecho, si algo le ha enseñado el deporte, es humildad.

    Y añade que este arte marcial es su vida, su pasión “y es algo que voy a seguir haciendo siempre. Yo siento que el jiu jitsu cambia vidas y salva personas porque a quien es muy tímido le da confianza y a quien es muy agresivo le ayuda a canalizar sus energías”.

    En 2017 Kevin plantó la semilla de un sueño: hacer el deporte de sus amores más conocido y asequible para todos. Así empezó el grupo de jiu jitsu de la UNAL Medellín. “Ese ha sido un proceso muy bonito en el que varios atletas ya han alcanzado medallas, David Avella, por ejemplo, va a competir en la categoría de profesionales en el próximo Campeonato Nacional en el 2020, eso y saber que hemos impactado a más de 150 personas que han conocido el deporte me alegra mucho”, comenta.

    El sueño es aún mayor, Kevin quiere hacer del jiu jitsu un deporte nacional que esté inmerso en el ámbito universitario, por ahora, ante la inminente culminación de su pregrado, lo trasnocha decidir quién será su sucesor pues quiere dejar su legado en manos de un noble heredero.

    Kevin es cinturón negro y uno de los mejores cinco peleadores de jiu jitsu del mundo. Se dice un hombre tranquilo, algo tímido y silencioso, pero siempre inquieto por saber y por conocer más allá de lo que le es posible, eso explica su gusto por la astronomía y por perderse en la observación del universo. Y, aunque no descarta que en el futuro pueda interesarse por estudiar esta ciencia con más juicio, admite que por ahora sus planes están enfocados en el jiu jitsu.

    “Cuando empecé a estudiar Economía tenía la meta de ejercer, pero yo no sabía que el jiu jitsu iba a cambiar tanto mi vida y sobre todo que me iba a abrir tantas puertas. Esta es mi pasión y si bien voy a terminar la carrera como parte de mi realización personal, mi futuro está es en el deporte”, asevera.

    El próximo año Kevin participará en el campeonato mundial de jiu jitsu. Su propósito, seguir entre los cinco mejores peleadores para clasificar directamente a los World Games que tendrán lugar en Birmingham, Alabama en 2021. Mientras se prepara para ello, este deportista agradece a todas las disciplinas que ha practicado y practica: jiu jitsu, squash, vóleibol, weisbord, windsurf, boxeo, judo, lucha y hasta fútbol y microfútbol, la posibilidad de conectarse con el mundo más allá de sí mismo.

    (FIN/CST)

    1 de noviembre del 2019