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“Toda decisión es una pérdida”, repite una, dos, tres, varias veces, el ingeniero Yosef Farbiarz Farbiarz. Es profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, en donde también dirige el Centro de Proyectos e Investigaciones Sísmicas de la Facultad de Minas. Es investigador, académico, lector, cinéfilo, amante de la fotografía y un conversador excepcional.

  • El profesor Farbiarz es ingeniero civil y magíster en Ingeniería Civil.

    El profesor Farbiarz es ingeniero civil y magíster en Ingeniería Civil.

  • La adecuación sísmica del Estadio Atanasio Girardot es uno de los proyectos que ha liderado. Foto cortesía.

    La adecuación sísmica del Estadio Atanasio Girardot es uno de los proyectos que ha liderado. Foto cortesía.

  • El profesor Farbiarz recibió varios reconocimientos por su trabajo, el último fue la distinción por Docencia Excepcional que le entregó la Facultad de Minas.

    El profesor Farbiarz recibió varios reconocimientos por su trabajo, el último fue la distinción por Docencia Excepcional que le entregó la Facultad de Minas.

  • El diseño del puente ciclo peatonal entre el complejo deportivo de Bello y el otro lado del río Medellín, también fue un proyecto liderado por él. Foto cortesía.

    El diseño del puente ciclo peatonal entre el complejo deportivo de Bello y el otro lado del río Medellín, también fue un proyecto liderado por él. Foto cortesía.

  • Yosef Farbiarz Farbiarz es un apasionado de la literatura, el cine, la fotografía y, por supuesto, de la ingeniería.

    Yosef Farbiarz Farbiarz es un apasionado de la literatura, el cine, la fotografía y, por supuesto, de la ingeniería.

    “Toda decisión es una pérdida”, reafirma con certeza, pero sin pretensiones ni arrogancia. Lo afirma quien a sus 16 años “con una lógica tal vez irracional”, decidió no estudiar lo que lo apasionaba: cine, literatura y fotografía, por miedo a perderle amor; quien fundó recién egresado una empresa y quebró; quien tuvo el valor de ser estudiante inmigrante; quien sin miedo volvió a hacer empresa en un país extranjero y triunfó; quien decidió regresar a Colombia después de 10 años fuera con el único propósito de ser feliz y estar tranquilo.

    “Toda decisión es una pérdida”, pero tal vez para el profesor Farbiarz las ganancias hasta hoy han sido mayores que las pérdidas.

    A los 16 años, sin mucho convencimiento, casi por descarte, decidió que iba a ser ingeniero mecánico. Ingeniería porque era la disciplina que quedaba tras desechar muchas otras y mecánica porque su padre había estudiado mecánica de aviación. En los primeros semestres, sin embargo, se dio cuenta de que el camino no era hacia esa especificidad.

    “Me pareció que la Ingeniería Civil era una cosa lo suficientemente vaga o amplia como para interesarme. Así fue, y le fui encontrando la pasión”, cuenta. En el camino se fascinó por el trabajo del arquitecto e ingeniero italiano Pier Luigi Nervi y descubrió así un material que lo encantó de la misma manera: el ferrocemento, sobre el cual hizo su tesis para optar por el título de Ingeniero Civil.

    “En esa época, 1982, se inundaban muchas partes del territorio colombiano, todavía sucede, y nuestra idea era la de una casa flotante construida con ferrocemento, ya que no había posibilidad de evitar estas inundaciones”, cuenta. Ese año el prototipo de una casa flotando sobre un lago en Llano Grande llamó la atención de los medios y el proyecto del estudiante salió en primera página del periódico El Colombiano.

    El muchacho de 25 años, que para entonces era el profesor, se emocionó tanto que tras graduarse montó una fábrica de casas prefabricadas y la situación de un país en el que resolver el tema de vivienda era prioritario, lo ánimo aún más. Pero las cosas no salieron como esperaba. “La gente, sobre todo personas de bajos recursos, hacían fila para solicitar la construcción de una casa y llevábamos al banco casi 100 formularios a la semana para préstamos, pero todos los negaron argumentando que, por ser prefabricadas, las casas eran bienes muebles y no inmuebles. Quebré. Aprendizajes muchos, pero también desilusión, entonces me fui del país”.

    La Universidad de Austin, Texas, le abrió las puertas, allá hizo una maestría en Ingeniería Civil con énfasis en estructuras y materiales. Y trabajó con un material nuevo para él: el producto volátil de la quema de carbón. “Nadie sabía qué hacer con esas partículas livianas de ceniza que salen con el humo tras la quema de carbón; yo estudié la utilización de esos residuos industriales en el concreto para balancear o contrarrestar una dolencia del concreto que es la reacción entre los álcalis del cemento y algunos componentes de las piedras. Y eso fue muy eficiente”, cuenta.

    Ese trabajo no solo le mereció mucho reconocimiento como investigador sino también la invitación a ser científico asociado de la Universidad de Texas, donde estuvo hasta 1990. Entonces se trasladó a La Florida para dar forma a la empresa International Technology Group de ingeniería y construcción.

    “El domingo 16 de agosto de 1992 el huracán Andrew tocó tierra en La Florida, un poco más al sur del centro de Miami, y causó una destrucción enorme; tuvimos un trabajo bestial, el primer mes, incluso, tuvimos que trabajar gratis”, recuerda. Entre todo ese movimiento, estuvo a cargo de la reparación de la mansión de Paloma Picasso, en la bahía de Miami, ese trabajo particularmente, más otras tensiones le hicieron pensar que no estaba satisfecho con su vida en los Estados Unidos de América. Fue una sencilla conversación con uno de sus empleados: Vicente, la que le mostró lo que quería.

    “Una vez llegué a la oficina muy frustrado y Vicente me dijo: ‘este año sí que vendo todo y me regreso a mi tierra (Argentina)’. Esa era una idea que Vicente repetía con frecuencia; entonces le pregunté cuántos años llevaba en estados Unidos y me dijo: ‘38’. En ese momento me di cuenta de que me iba a pasar lo mismo y sentí que quería regresar a Colombia y lo primero que hice fue cerrar la empresa”.

    Volvió al país, pero de visita. A mediados de 1992 y leyendo el periódico local vio una convocatoria docente de la Universidad Nacional de Colombia, entonces cayó en la cuenta de que hacía casi 10 años que no iba su alma mater. “Estaba de decano un profesor que había sido jurado de mi tesis, conversamos un rato y me dijo: ‘hay una convocatoria docente, preséntese’”. Se presentó sin ninguna expectativa y pasó, pero no aceptó de inmediato, regresó a los Estados Unidos con una lista de pros y contras respecto a su nueva posibilidad.

    En 1993, 10 años después de haberse ido del país, regresó a asumir como profesor en dedicación exclusiva de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, a investigar y a ejercer la ingeniería en su país. Nunca ha querido desvincularse del medio, le parece inconcebible un profesor alejado del medio, por cuenta de ello, precisamente, renunció a su dedicación exclusiva en la Universidad.

    Desde 1993, el profesor ha fundado otras empresas, una de ellas INTEINSA, que dejó en manos del también profesor de la Universidad Manuel Roberto Villarraga. En la UNAL empezó a equipar el Laboratorio de Estructuras para convertirlo en un espacio para la ciencia y la investigación; gestionó la remodelación de ese lugar con vocación académica, fundó el Centro de Procesamiento de Información Sismológica, hoy Centro de Proyectos e Investigaciones Sísmicas, que dirige desde 1995.

    “Hemos hecho proyectos como la adecuación sísmica del Estadio Atanasio Girardot, el diseño del puente ciclo peatonal entre el complejo deportivo de Bello y el otro lado del río Medellín, el análisis de lo que le pasó a la biblioteca España y los estudios para adecuarla, ahora estamos diseñando la Universidad Digital de Antioquia y el Centro de Laboratorios de Producción Biológica de la Universidad, en fin, han sido muchos trabajos”, recuenta el profesor.

    Del joven que no sabía qué quería estudiar a sus 16 años sobrevive el apasionado: el hombre que encontró en su profesión, que le llegó por azar, una nueva pasión sin abandonar sus otras aficiones.

    En sus recuerdos perviven las cuatro películas que alcanzó a escribir y dirigir y que lograron cierto reconocimiento y entre sus fascinaciones actuales la literatura aparece como una fuerza creadora: ha escrito textos técnicos, como los libros “Hormigón, el material” y “Todo lo que usted nunca quiso saber acerca del Sistema Internacional de Unidades y va a necesitar de todas maneras”, pero también novela, cuento y poesía, aunque estos, sin remordimiento, se los reserva para él pues sabe que “toda decisión es una pérdida”.

    (FIN/CST)

    11 de octubre del 2019