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Finalizando mayo de 2015 el profesor Julio César Sánchez estaba parado junto a las escaleras del bloque 24 tomando café con algunos de sus estudiantes, hacía poco más de cuatro meses había dejado su último cargo académico-administrativo en la Universidad y uno de los muchachos le preguntó: “¿profe, y ahora a qué puesto le va a apuntar?”. Su respuesta fue categórica: “¡Jamás! Jamás vuelvo a asumir un cargo administrativo”. Tres días después le pidieron encargarse de la Dirección de Bienestar Universitario de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín; allí estuvo por cuatro años hasta que finalmente dijo “ciclo concluido. No más”.

  • Julio César Sánchez Henao es profesor de la Escuela de Construcción de la Facultad de Arquitectura.

    Julio César Sánchez Henao es profesor de la Escuela de Construcción de la Facultad de Arquitectura.

  • Durante cuatro años en la Dirección de Bienestar Universitario de la UNAL Sede Medellín, se sintió en familia. Foto cortesía.

    Durante cuatro años en la Dirección de Bienestar Universitario de la UNAL Sede Medellín, se sintió en familia. Foto cortesía.

  • Su esposa, Marta Lucía Jaramillo Pontón, es su polo a tierra y su amor desde hace un poco más de cuatro décadas. Foto cortesía.

    Su esposa, Marta Lucía Jaramillo Pontón, es su polo a tierra y su amor desde hace un poco más de cuatro décadas. Foto cortesía.

  • Entre los proyectos sobre los que está volviendo sus ojos destacan también la escritura de dos textos académico.

    Entre los proyectos sobre los que está volviendo sus ojos destacan también la escritura de dos textos académico.

  • “Acá estaba parado cuando dije que jamás volvía a aceptar un cargo administrativo”, Julio César Sánchez.

    “Acá estaba parado cuando dije que jamás volvía a aceptar un cargo administrativo”, Julio César Sánchez.

    Un “jamás” parecido, con aires de “nunca digas de esta agua no beberé”, había pronunciado más de tres décadas atrás cuando en la misma Universidad cursaba su pregrado en Construcción y tras su experiencia como monitor aseguró “jamás en mi vida voy a ser profesor”. Este año son 31 consagrados al oficio de enseñar.

    Es arquitecto constructor de la Universidad Nacional de Colombia, tiene una maestría en Tecnologías Avanzadas en Construcción Arquitectónica y otra en Construcción y Tecnología Arquitectónica de la Universidad Politécnica de Madrid, de donde también es doctor en Construcción. Pero eso, afirma, no lo define; en cambio, asegura con orgullo que es abuelo, padre, esposo, deportista, profesor, amigo, lector y viajero.

    Empezó a estudiar a finales de la década de 1970 en la UNAL, “ya soy un poco dinosaúrico”, comenta burlón. La universidad la escogió por tradición; su papá era ingeniero civil de la Escuela (hoy Facultad) de Minas, así que él y sus hermanos optaron por la misma alma máter. Y, aunque su primera idea fue estudiar Arquitectura, se decantó por Construcción porque le gustó más la idea de administrar procesos que diseñar la forma.

    “De mis años de estudiante recuerdo que era una plaga, pero también un nerd, a mí me gustaba sacar buenas notas y encontré un muy buen equipo de trabajo. Además, sentía un compromiso enorme con mi padre, con mi familia y por supuesto, conmigo”, cuenta. Se graduó en 1984 y cuatro años después, por invitación del profesor Guillermo Arango, empezó su carrera docente.

    “En esa época, el profesor Edgar Mejía Escobar, que fue mi mentor y maestro, fue nombrado decano de la Facultad de Arquitectura y tuvo que descargar sus responsabilidades docentes, entonces el profesor Arango me llamó para que atendiera esas asignaturas como docente ocasional y yo acepté con mucho gusto y mucho susto; muy emocionando porque para mí era un reto”. Tres años después, en 1991 se ganó una convocatoria pública que lo vinculó definitivamente a la UNAL.

    Su primera clase todavía la recuerda. Tenía que dictar Programación de Obras II frente a 39 estudiantes expectantes; el profesor Mejía lo presentó y dio la mitad de la lección. Y el debutante Julio César continuó guiado por algunas fichas bibliografías que había preparado.

    “Recuerdo que estaba muy nervioso y que me tocó empezar a estudiar mucho porque no es lo mismo saber de un tema que saber trasmitirlo”. Entonces, la pregunta de casi todos los días era “¿yo sí seré capaz?”, y fue precisamente esa duda la que lo animó a asumir la docencia como un reto de todos los días. “Y mira, ya llevo 31 años como profe”, reflexiona.

    Como profesor es igual que como estudiante y como persona: extrovertido, alegre, conversador: “no me gustan los salones silenciosos sino los espacios donde la gente hable, participe y se sienta cómoda; yo soy muy abierto y cercano, me importa, sobre todo, llegar a la gente y darle las bases para pensar y hacer”. Para él es importante generar ambientes estimulantes en los que él como orientador es también un aprendiz.

    Precisamente “llegar a la gente”, es uno de los aspectos favorables de los cargos académicos-administrativos que asumió de manera continua durante casi 14 años. En el 2000 fue el primer Director de la Escuela de Construcción y en 2001 lo abandonó para irse a estudiar a España. A su regreso, en 2006, reasumió ese puesto, entonces, estuvo alternando entre la dirección de la Escuela y la del Área Curricular de Construcción y Hábitat hasta 2014 cuando presentó su renuncia y pidió su año sabático del cual solo aprovechó cuatro meses pues debió asumir como Director de Bienestar hasta el 7 de junio de 2019.

    “Yo realmente no sabía lo que era el Bienestar Universitario hasta que estuve en la dirección de esta dependencia. Ahí encontré algo que para mí es lo más importante: el capital humano; un grupo de personas comprometidas, que hace que todo lo que sale de allí tenga impacto en la comunidad universitaria, unidos, entregados, laboriosos y a ese grupo logré integrarme y los sentí mi familia”, declara.

    Pero estaba cansado y quería tiempo para él y para estar con los suyos, por eso presentó su renuncia y ahora, afirma, está feliz y sobre todo tranquilo. “Estoy retomando mis actividades académicas y docentes, mis proyectos de investigación y, sobre todo, voy a dedicar tiempo a Marta, mi esposa, a mis dos hijos, José Luis y Maria Isabel, y a mis nietos, ellos son el reto mayor”.

    Entre los proyectos sobre los que está volviendo sus ojos destacan también la escritura de dos textos académicos que tienen que ver con la programación de obras, su área de investigación; la formulación del proyecto para la creación del Doctorado en Construcción de la Facultad de Arquitectura; y un viaje a España por placer y trabajo que espera realizar con su esposa muy pronto.

    “Yo soy un hombre de retos, pero, sobre todo, soy un hombre que ha tenido muy buena fortuna porque encontré la mujer de mi vida y mi polo a tierra, tengo una excelente familia y he vivido una vida plena”, subraya. Y asegura que esa es la razón por la que sus 17 años y 535 meses no se le notan ni en el alma ni el cuerpo.

    (FIN/CST)

    21 de junio del 2019