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Próximo a cumplir seis años, Tomás Giraldo Sánchez sabe sobre la densidad de las cosas, la velocidad de la luz, el orden de los colores del arcoíris de acuerdo con su energía, la importancia de estabilizar un edificio desde su base, la razón por la que en una parte del mundo es de día y en otra de noche y, así, un montón de conocimientos que no suelen habitar en la cabeza de un niño de su edad. ¿Por qué?, la profesora de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Astrid Elena Sánchez Pino, es su mamá.

  • La profesora Astrid Sánchez está vinculada a la U.N. desde 2014.

    La profesora Astrid Sánchez está vinculada a la U.N. desde 2014.

  • Para ella es fundamental lograr que sus estudiantes amen el conocimiento.

    Para ella es fundamental lograr que sus estudiantes amen el conocimiento.

  • Premios Medellín Investiga 2018. Foto cortesía.

    Premios Medellín Investiga 2018. Foto cortesía.

  • Para la profe los éxitos de sus estudiantes son también suyos. Con su pupila Susana Ramírez en la ceremonia de los Premios Medellín Investiga 2018.

    Para la profe los éxitos de sus estudiantes son también suyos. Con su pupila Susana Ramírez en la ceremonia de los Premios Medellín Investiga 2018.

  • Tomás, su hijo, es un niño inquieto, curioso y receptivo, ¡le encanta aprender! Foto cortesía.

    Tomás, su hijo, es un niño inquieto, curioso y receptivo, ¡le encanta aprender! Foto cortesía.

  • En el proceso de enseñanza aprendizaje la profe se siente realizada.

    En el proceso de enseñanza aprendizaje la profe se siente realizada.

    Por cuenta de las curiosidades de Tomás y de las de sus estudiantes de la U.N., Astrid es mamá y profesora de tiempo completo, dos quehaceres que le dan felicidad a borbotones. Desde que era colegiala y les explicaba complejos temas a sus compañeros de generación, tuvo claro que quería orientar su vocación profesional hacia la enseñanza. Al principio, sin embargo, las ciencias exactas estaban lejos de su imaginario; quería estudiar Educación Especial.

    “Yo pasé a la Universidad de Antioquia a Educación Especial con beca por mejor examen de admisión, y a la Universidad Nacional pasé a Ingeniería Química”, comenta. Pero además recuerda que cuando iba a tomar la decisión, la opinión de la familia, animada por tener una ingeniera en casa, la hizo decantarse por la U.N.

    “Y en la inducción me di cuenta de que me había equivocado de decisión porque a mí lo que realmente me interesaba eran las reacciones muy elementales, así que no continué”. Se volvió a presentar a la Universidad de Antioquia a Química, la carrera que podía responder a todas las inquietudes que le generaba la vida cotidiana, y así fue. Más adelante, en la misma Institución, hizo su doctorado en Ciencias Químicas.

    De su época universitaria recuerda a una joven llena de preguntas y curiosidades, justo como ve hoy a sus estudiantes y a Tomás, “era muy ñoña y en algún momento empecé a ser muy autodidacta y por lo mismo dejé de asistir mucho a clases”, eso hasta que comprendió que siempre había algo nuevo que sus profesores le podían brindar a partir de su experiencia: “cosas que no estaban en los libros. Así aprendí que tenía que seguir yendo a clase y por eso siempre trato de darles a mis estudiantes información que no necesariamente está en un texto”.

    Su historia con la U.N., suspendida en el tiempo por esa deserción necesaria de una carrera que no la complacía, recomenzó en 2014 como docente y un poco también como aprendiz porque para la profe Astrid el salón de clases es siempre un escenario para dar y recibir conocimiento.

    “Fue una coincidencia. Yo estaba trabajando en el grupo Quirema de la U. de A. y como profesora ocasional, no tenía ni idea que había convocatorias en la U.N. y, una vez en un laboratorio, me encontré al profesor Farid Cortés, de la Facultad de Minas, y me dijo: “preséntate a la convocatoria docente, están buscando un químico”. Eso fue un miércoles y la convocatoria cerraba el viernes, pues no dormí dos días preparando todo y acá estoy”, cuenta.

    Su experiencia docente la anima, la emociona y le propone siempre nuevos retos, así mismo, ser parte de la U.N. es para ella motivo de dicha. “Yo siempre digo que después de mi hijo lo mejor que me ha pasado es estar vinculada a la Universidad por la estabilidad y porque el contacto constante con los estudiantes es una motivación para seguir creciendo; eso es fundamental no solo porque me llenan de energía sino porque es la posibilidad de seguir investigando y aprendiendo de ellos y sobre todo de formarme para poder explicarles todo mejor”.

    Una clase de la profesora Astrid suele comenzar con una pregunta que pueda resolverse con base en el desarrollo de la misma, por ejemplo: ¿por qué se eleva un globo?, o ¿por qué las luciérnagas emiten luz? A veces también les cuenta a los estudiantes la historia tras los procesos y las cosas, en fin, ella busca la manera de “encarretarlos con el conocimiento”.

    Así mismo, se ha empezado a llevar sorpresas como que los muchachos también propongan dudas para resolver. “Me han preguntado por qué siempre el arcoíris se da en el mismo orden de colores o cómo funciona un apuntador láser, entre otras cuestiones. El punto, es que cuando uno empieza a explicar cosas tan sencillas a la luz de la ciencia, ellos se van interesando más y más”, dice.

    Por su formación, Astrid es hija de la universidad pública y su experticia, aunque también estuvo vinculada a instituciones privadas, le permite afirmar con certeza que el compañerismo, la solidaridad y la oportunidad de acercarse a los estudiantes de una manera diferente, están en el ADN de estas instituciones. “Y ser parte de esto, como profesora o como estudiante o como funcionario, es un gran compromiso social y una gran responsabilidad”, precisa.

    Y extiende a los jóvenes una invitación: "yo exhorto a los jóvenes a que trabajen por este país y a que busquen ingresar a la universidad ojalá a carreras que realmente les apasionen y a que piensen cómo utilizar ese conocimiento para ayudar a mejorar las condiciones actuales del país”.

    Su desarrollo profesional y personal la llena de tanta satisfacción que su medicina para los días pesados se mueve entre dictar clases: “algo que me sube el ánimo”, estar con Tomás enseñándole cosas nuevas y aprendido de él, escuchar rock, salsa o hasta música barroca e, incluso, en la sencillez de disfrutarse una arepa de chócolo.

    (FIN/CST)

    5 de abril del 2019