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En 2014, Juan Fernando Macías todavía era flaco, tal vez más bajo y con frecuencia estaba lesionado. Se avecinaba un torneo nacional en Cali, y para él la oportunidad de ser convocado ya era un honor: “jugar como parte del equipo representativo y defender la dignidad de Cabras Rugby Universidad Nacional Sede Medellín, ¡después de dos años de banca!”, de solo pensarlo se emocionaba.

  • Se cree que esta es la primera foto de un equipo de rugby de base enteramente universitaria (1995). Foto cortesía.

    Se cree que esta es la primera foto de un equipo de rugby de base enteramente universitaria (1995). Foto cortesía.

  • El club Cabras defiende con honor el vino tinto y blanco de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. Foto cortesía.

    El club Cabras defiende con honor el vino tinto y blanco de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. Foto cortesía.

  • Las historias tras el nombre y el escudo del equipo hacen parte de su tradición oral. Foto cortesía.

    Las historias tras el nombre y el escudo del equipo hacen parte de su tradición oral. Foto cortesía.

  • Finalizando los 90 nació, con base en la experiencia masculina, el equipo de rugby femenino de la Sede. Foto cortesía.

    Finalizando los 90 nació, con base en la experiencia masculina, el equipo de rugby femenino de la Sede. Foto cortesía.

  • Humildad, respeto y sentido de pertenencia son los valores que identifican a Cabras. Foto cortesía.

    Humildad, respeto y sentido de pertenencia son los valores que identifican a Cabras. Foto cortesía.

  • Juntos en los triunfos como en las derrotas. Foto cortesía.

    Juntos en los triunfos como en las derrotas. Foto cortesía.

  • El rugby, un deporte para todos, que forma en valores y fortalece el carácter. Foto cortesía.

    El rugby, un deporte para todos, que forma en valores y fortalece el carácter. Foto cortesía.

  • Su historia, forjada a pulso, les permite vislumbrar un futuro más grandioso que el pasado.

    Su historia, forjada a pulso, les permite vislumbrar un futuro más grandioso que el pasado.

    Llegó el día de cerrar convocatoria y, como era natural, el entrenador de la época, Camilo Andrés García, optó por un jugador con más experiencia y menos lesiones. Sin embargo, previo a confirmar la decisión uno de los convocados se lesionó. Camilo los reunió y mirando directamente a Juan le preguntó: ‘¿usted quiere jugar?’, el jugador respondió con una mirada firme y tras unos segundos en silencio, por la emoción, moduló: ‘claro, profe’. En el primer partido Juan Fernando marcó el primer try (anotación de cinco puntos) “yo creo que nunca había estado tan feliz”. Regresaron a Medellín con un honorífico tercer lugar.

    “Recuerdo que estaba tan asustado que ni hablaba, esa además fue una experiencia nueva porque para entonces yo solo conocía Ituango y Medellín, nunca había salido de estas montañas y ver tierra plana fue un espectáculo. Al final del torneo el equipo me agradeció y eso fue muy bonito”, cuenta Juan Fernando y enfatiza en que una de las cosas más valiosas del rugby es que no hay ningún jugador que se crea más que el otro y que entre compañeros terminan siendo amigos, familia.

    Johnatan Ramírez Álvarez, es ingeniero industrial de la U.N. Sede Medellín, hizo parte del equipo de rugby de la Universidad hasta 2015, cuando se graduó, ese año concluyó para él su historia gloriosa en las Cabras, pero la relación con los compañeros de entonces y con quienes hoy le dan vida al club permanece. Él, como todos los que se cobijan bajo la misma identidad, reconoce sus valores fundamentales.

    “Desde mi perspectiva a las Cabras nos identifica la actitud; esa capacidad de enfrentar los problemas siempre con la mejor cara y con valentía en el sentido de saber que puedes vencerlos. De igual manera, uno de los valores más grandes del rugby es el respeto en todo sentido, eso parte de saber que, sin compañeros no habría equipo, sin rivales no habría juego, sin juez no habría justicia y sin todo eso junto no hay rugby, es decir, no hay nada y no serías parte de algo que amas”, afirma Johnatan.

     Un poco de historia

    Hablar del nacimiento de Cabras Rugby implica necesariamente remitirse a los albores de ese deporte en Antioquia y en el país. Traído por extranjeros y nacionales que habían estado en el exterior, entre finales de los 80 y comienzos de los 90, el rugby encontró una buena casa en la ciudad de la eterna primavera, fue así que hacia 1994 los equipos universitarios empezaron a proliferar: la Universidad de Antioquia, la Eafit, la Universidad Pontificia Bolivariana y la U.N. Sede Medellín fueron las primeras en creerle.

    “En 1995 surgió de la mano de varios estudiantes el equipo Cabras Universidad Nacional y, en el orden de crear una identidad, era muy importante darle nombre al club”, cuenta Johnatan. Por tradición, los equipos de rugby eligen llamarse con nombres de animales por los valores que representan, como una manera de trasladar ciertas características a su identidad.

    Entonces, relata Johnatan como la historia que conoció por voz de otros, para el 95 en el espacio de la cancha donde se juega hoy en la Universidad, lo que había era un potrero lleno de cabras, iguanas y alcaravanes. “Las cabras eran animales muy obstinados, casi que había que domarlas para obligarlas a ceder el espacio para jugar, y de ahí surgió el nombre bajo la idea de que el equipo era tenaz y que no se dejaba amedrentar fácilmente; así se formó esa identidad que hasta hoy permanece de ser un equipo muy duro en el contacto y que nunca se echa para atrás”, dice.

    Una leyenda igual de particular respalda la historia del escudo representado por el dibujo de una cabeza de cabra que, para muchos, encarna una figura medio maligna. “Ese diseño lo hizo un compañero en honor a una cabra que de verdad existió y que sobrevivió a un rayo que le cayó estando en el potrero. No sé si será cierto o no, pero eso hace parte de nuestra tradición oral”, narra Johnatan.

    Puntos de inflexión y una identidad que permanece

    Desde el 95 hasta el 2009, Cabras Universidad Nacional estaba conformado por estudiantes y egresados, sin embargo, a raíz de reformas administrativas se decidió que el equipo solo podría estar conformado por estudiantes activos. Eso, además de “desbaratar” el club que de una nómina de casi cuarenta se redujo a cinco, significó el reto de un nuevo comienzo delimitado por dos cosas: la primera, la necesidad de dividir el proceso entre el formativo y el representativo; y segunda, un continuo relevo generacional.

    Precisamente, Johnatan Ramírez Álvarez fue uno de esos primeros jugadores que hizo parte del equipo formativo y, un año más tarde: el tiempo que “chupo banca”, del representativo. “Nosotros fuimos campeones muchas veces, principalmente en los torneos de ASCUN (Asociación Colombiana de Universidades). Es más, desde que existe el torneo universitario ASCUN de Rugby Sevens, a excepción del 2014, siempre hemos estado en el pódium”.

    Cabras es uno de los clubes de rugby más antiguos del país muchos de sus jugadores, que todavía se identifican como cabras, han fundado equipos en diferentes zonas del país, entre ellos destacan: CRC (Cabras Rugby Club), Espartanos (Marinilla Rugby Club), Renos Bellos y Leones de Pasto.

    “El rugby te da alegrías, emociones, torneos, cicatrices, lágrimas, glorias, medallas, pero definitivamente, a lo que uno más se aferra y lo que queda son los amigos. Y en Cabras, creo que independiente de las generaciones que hemos pasado eso sigue vivo igual que nuestra identidad de no desfallecer. Mejor dicho, si alguien le quiere ganar a la Nacho le cuesta ¡Y que le cueste!”, dice Johnatan.

    Las mujeres también cuentan su historia

    También en la segunda mitad de los 90, de la mano del equipo masculino surgió una primera representación femenina de Cabras.

    “Recuerdo que en las jornadas de inducción deportiva que se daba a los admitidos, el equipo masculino presentó su proyecto para tratar de captar más jugadores: en un espacio improvisado realizaron una maniobra tackleó, algunas de las que estábamos allí quedamos cautivadas y como también hablaron de iniciar un equipo femenino, varias chicas estuvimos interesadas, pero no nos atrevíamos” rememora Vannesa Ríos Escobar.

    Finalmente, hubo una buena base de mujeres y después de más de seis meses de entrenamientos, las damas tuvieron su primer partido contra Anguilas de la UPB. Llegaron a ser alrededor de 20 jugadoras incluyendo chicas que no eran estudiantes y se estableció un vínculo fuerte con las jugadoras la U. de A. Más o menos en 1998 el equipo se disolvió y solo hasta el 2002 volvió a reactivarse.

    Para comienzos del milenio y tras ver un juego del equipo masculino, Diana Tangarife y su hermana menor, Verónica, quedaron muy interesadas en conformar un Cabras femenino.

    Después de mucho insistirle a Abel Galvis, entrenador de los hombres, para que las formara también a ellas, este aceptó si lograban reclutar al menos a 10 chicas. Las hermanas se dieron a la tarea y, aunque lograron, solo otras dos compañeras mostraron interés suficiente como para empezar los entrenos junto con los hombres.

    “Obstinadas siguieron y siguieron reclutando y consiguieron 10 peladas fijas y, para el 2002 lograron jugar como equipo su primer torneo de sevens bajo la identidad de Cabras”, relata Solangie Delgado, actual entrenadora. El club femenino tuvo un rápido ascenso, de hecho, muchas de las jugadoras integraron las selecciones Antioquia y Colombia; esa época de gloria duró hasta 2006, cuando volvió a terminarse.

    A comienzos de 2008 nuevamente un grupo de estudiantes mostraron interés en el rugby femenino y conformaron un equipo de 10 a 15 chicas que Diana Tangarife, exjugadora, empezó a entrenar. Desde entonces la representación de la mujer se ha mantenido constante y el nivel es envidiable: son uno de los mejores cinco clubes universitarios de Colombia.

    “Tenemos primera, segunda y tercera división, entonces el hecho de que se gradúen no ha sido un inconveniente porque siempre hay niñas entrenando y muy comprometidas. Hoy las chicas también hacen parte de procesos de selección Antioquia y Colombia”, destaca Solangie quien también estuvo en el club como jugadora e hizo parte de su resurgimiento en 2008.

    El rugby, un deporte para todos

    Terminaba el segundo semestre de 2012 cuando Juan Fernando Macías empezó a entrenar con el equipo. Recuerda con gracia que solo pudo hacerlo una semana porque otro compañero, “mucho más biga”, lo tackleó con fuerza en un ejercicio y lo dejó 15 días en silla de ruedas, un mes caminando con muletas y más o menos seis meses apoyándose en un bastón. La lesión, en lugar de amedrentarlo, lo animó. “Y ahí dije: ‘no, yo lo que quiero es esto, voy a jugar rugby’”.

    “Este deporte es para todos: gordos, flacos, altos, bajitos, lentos, veloces… cualquier persona, si así lo desea, puede encontrar fácilmente un lugar en el rugby porque como particularidad tiene que es un juego que no discrimina, sino que aprovecha y potencia las capacidades individuales a favor de un ejercicio de conjunto”, explica Andrés Rojas Jaramillo, entrenador de Cabras desde el 2014.

    Tan cierto resulta lo que dice que, como dato curioso, en las Cabras ha habido jugadores con estatura que, si acaso, rosa el metro 50 jugando al lado de compañeros que alcanzan los dos metros. Situación que de ninguna manera ha influenciado las derrotas ni impedido los triunfos.

    En ese orden, cuenta Andrés, “desde el 2014 hemos sido dos veces campeones regionales y dos veces subcampeones, hemos obtenido en dos oportunidades el tercer lugar de Juegos Nacionales Universitarios ASCUN, dos el campeonato de la Liga Antioqueña Rugby, el año pasado fuimos campeones del Torneo Nacional de Clubes de la Federación Colombiana de Rugby, tenemos tres oros y dos platas de torneos del Inder”.

    Los triunfos, añade el entrenador, unen y alegran; las derrotas unen y enseñan.

    Tras dos años de lesiones, aunque ninguna otra lo dejó convaleciente como la primera, Juan Fernando encontró su posición en el rugby “juego de primer y segundo centro”. Hoy, con 1.80 de estatura y casi 80 Kg, es uno de los jugadores más queridos del club y su capitán, le cuesta recordar cuando empezó midiendo 1.70 y pesando poco más de 60 Kg, pero le cuesta todavía más despedirse de Cabras: está de salida porque este es su último semestre en calidad de estudiante, sin embrago, es consciente de que el momento tenía que llegar y está listo para decir hasta pronto.

    “Yo soy partidario de que ningún jugador es indispensable, todos tenemos un ciclo en el que cumplimos el rol en el equipo y ese ciclo debe terminar para dar paso a otros, yo estoy terminando el mío y veo con gusto que hay algunos asumiendo ese rol y con ellos estoy comprometido para enseñarles todo lo que me han enseñado otros a mí”, sostiene Juan Fernando.

    “El futuro siempre lo voy a augurar positivo”

    Hoy son alrededor de 50 los jugadores de Cabras, para el final de este semestre más o menos la mitad del equipo tendrá que decir adiós; debido a la dinámica universitaria el 2019 es el año del relevo generacional inevitable y necesario al que se refiere Juan Fernando cuando habla de cumplir ciclos.

    “La identidad se construye desde la historia y la historia de Cabras habla de sentido de pertenencia, de amor por el equipo, de familia, de portar el vino tinto y blanco con orgullo y, en términos castizos, de gente que deja todo por el club, aunque ya no juegue con él, eso nos ha mantenido y nos seguirá manteniendo en el tiempo”, afirma el entrenador y asegura que, por lo menos a nivel de torneos universitarios, Cabras seguirá siendo uno de los equipos más competitivos del país.

    “Con el rugby he reído, he llorado, he sangrado, me he preocupado por los otros, he tenido miedo, dudas, en fin, pero al final lo mejor es sentir que aun con los hombros destruidos o con las piernas tambaleantes o con un dedo doblado o un golpe en un ojo o lo que sea, lo diste todo, que no te guardaste un aliento y que siempre vas a querer más de ese sentimiento. Estoy seguro de que eso seguirá mantenido vivo y firme a Cabras”, concluye Johnatan Ramírez Álvarez que como egresado sigue estando presente para el club y que, en ese sentido, marca camino para muchos de los que están próximos a salir de Cabras.

    (FIN/CST)

    28 de marzo del 2019