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El primero de noviembre de 2017 Yoori Han cumplió 29 años, llevaba apenas unos meses en Colombia y no esperaba ninguna celebración, sin embargo, sus estudiantes de primer nivel de coreano en la Universidad Nacional de Colombia quisieron que se sintiera como en casa y le prepararon una fiesta sencilla en el salón de clase. Aquella sorpresa le permitió comprender un poco mejor la cultura que hoy siente como propia.

  • Yoori Han llegó a Colombia como voluntaria gracias a un convenio con la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).

    Yoori Han llegó a Colombia como voluntaria gracias a un convenio con la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).

  • El propósito del voluntariado es enseñar coreano a los estudiantes de la U.N. Sede Medellín. Foto cortesía.

    El propósito del voluntariado es enseñar coreano a los estudiantes de la U.N. Sede Medellín. Foto cortesía.

  • Serán tres los cumpleaños que Yoori festeje en Colombia. Foto cortesía.

    Serán tres los cumpleaños que Yoori festeje en Colombia. Foto cortesía.

  • Los jóvenes, con quienes lleva compartiendo casi dos años, son parte de su familia colombiana. Foto cortesía.

    Los jóvenes, con quienes lleva compartiendo casi dos años, son parte de su familia colombiana. Foto cortesía.

  • La experiencia también le ha permitido viajar y conocer el país desde muchas ópticas. Foto cortesía.

    La experiencia también le ha permitido viajar y conocer el país desde muchas ópticas. Foto cortesía.

  • En Colombia ha aprendido a valorar la diferencia.

    En Colombia ha aprendido a valorar la diferencia.

    Yoori es la segunda de tres hermanos y desde niña tuvo en claro que quería estudiar, tener una buena profesión y un buen empleo. Pero tras terminar de formarse como profesora de primaria, empezó a ejercer, sintió que, habiendo cumplido sus objetivos al pie de la letra también se había quedado sin nuevas metas. Entonces, la idea de hacer un posgrado la sedujo, sin embargo, fue su gusto por la lectura lo que le ayudó a vislumbrar el camino a seguir.

    “Yo estaba leyendo un libro sobre el hambre en el mundo: Why the world still goes hungry, de Jean Ziegler, y esa lectura me impactó mucho porque me hizo pensar que el planeta es muy rico y aun así hay personas que sufren hambre; entonces me interesé en el tema de la cooperación internacional”, cuenta.

    Yoori encontró así su área de estudio, pero antes de volver a la academia quería vivir una experiencia real de servir a otros, eso le permitió conocer la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA), gracias a la cual llegó a Colombia como voluntaria para enseñar coreano en la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

    En mayo de 2017 la recibió Bogotá, donde estuvo dos meses adaptándose al nuevo idioma. Se sorprendió de ver una ciudad grande y moderna, porque la idea que tenía del país estaba trastocada por las series de narcos y las noticias internacionales, en la capital también cayó en la cuenda de que Fernando Botero y Gabriel García Márquez, a quienes ya admiraba, son referentes de Colombia.

    Dos meses después, Medellín le abrió sus puertas y en julio comenzó a dictar coreano en la U.N. a dos grupos de nivel uno, tenía aproximadamente 40 estudiantes. Hoy recuerda con gracia lo difícil que fue comenzar: “esta es la primera vez que enseño mi idioma y eso es gratificante, pero cuando llegué hablaba muy poco español entonces yo preparaba mis clases en inglés, los estudiantes fueron muy comprensivos y me ayudaron mucho; paso a paso intenté hablar más español”.

    A propósito, asegura que ha llegado a ser tan cercana con sus estudiantes que hoy siente que el idioma no es importante para comunicarse con ellos, además, claro, que su español ha mejorado notablemente. “Ya tenemos tanta confianza que ellos pueden leer mis gestos y hasta mis pensamientos, aunque hable mal español”, dice entre risas.

    Sabe que el coreano es difícil de escribir porque tiene muchas líneas y que a los jóvenes les cuesta la pronunciación, pero valora la paciencia y la disciplina que le ponen al aprendizaje. “Cuando llegué los estudiantes de primer nivel nunca hablaban coreano, ahora ellos están en nivel tres y han avanzado mucho, me entienden lo que digo y pueden hablar también, eso me genera una sensación de logro y del deber cumplido”, comenta, y celebra que podrá compartir con ellos, a quienes siente como su familia, también el nivel cuatro.

    En casi dos años en Colombia ha crecido tanto que los sacrificios que ha tenido que hacer para estar durante ese tiempo acá le parecen pequeños. Y, aunque, se perdió el nacimiento de su primer sobrino, Siu Han que ya tiene cuatro meses y a quien solo conoce por fotos, y se perderá el matrimonio de sus dos hermanos: Myoung–ho Han, el menor que se casa en abril, y la mayor, Ae–ri Han, que lo hará en noviembre, sabe que esta experiencia valió la pena porque la hizo mejor persona y le “calentó el corazón”.

    La Yoori que regresará en diciembre de 2019 a Corea es diferente a la que dejó su país en 2017, además de haber aprendido español, idioma que se compromete a no olvidar, es más abierta y madura. “Me siento menos conservadora, alguien que dejó de lado los prejuicios, que entiende que no hay correcto o incorrecto sino diferencias y que valora eso. Los colombianos me enseñaron a ser más cálida con familia y amigos y creo que cuando vuelva a Corea voy a cuidar más a los míos”, afirma y se complace de saber que podrá celebrar en tierra colombiana su próximo cumpleaños.

    (FIN/CST)

    28 de febrero del 2019