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Noralba Bustamante Betancur, va desde su oficina ubicada en el segundo piso del bloque 41 a la Vicerrectoría de la Sede Medellín de la U.N. en el bloque 19; de camino, un trayecto relativamente corto: una cuadra más o menos, se encuentra con compañeros, con amigos, con conocidos, profesores, estudiantes y otros empelados la saludan, todos le dirigen la misma sentencia, aunque con diferentes palabras, “Noralba, ¿cómo así que te vas? ¡Qué bueno pa’ vos, pero qué pesar pa’ nosotros!”.

  • Noralba Bastamente llegó a la U.N. en 1979.

    Noralba Bastamente llegó a la U.N. en 1979.

  • Fue varias veces campeona de tenis de mesa, su deporte estrella.

    Fue varias veces campeona de tenis de mesa, su deporte estrella.

  • Durante los últimos años lideró el Programa Presencia Institucional, que lleva a la U.N. a los barrios de la ciudad y a los municipios de Antioquia.

    Durante los últimos años lideró el Programa Presencia Institucional, que lleva a la U.N. a los barrios de la ciudad y a los municipios de Antioquia.

  • Por sus años de entrega a la U.N., la Vicerrectoría de Sede le otorgó Moción de reconocimiento.

    Por sus años de entrega a la U.N., la Vicerrectoría de Sede le otorgó Moción de reconocimiento.

    Tras 39 años de servicio consagrados a la Universidad Nacional de Colombia, unos dos tercios de su vida, Noralba finalmente dice gracias y hasta luego a su segunda casa: la Institución que la vio crecer en lo personal y profesional, que la vio hacerse mujer, esposa, madre, compañera y amiga. Precisamente ese es el motivo de su caminata hacia la Vicerrectoría de Sede: la van a despedir como se lo merece, con una moción de reconocimiento por sus años de servicio comprometido.

    Yo llegué acá muy jovencita, terminé el bachillerato y de una para la Universidad”, cuenta y asegura que no se arrepiente de ello, es más, esa decisión de llegar y permanecer quizás sea una de las más gratificantes de su vida.

    Entró como auxiliar de contabilidad a la Caja de Previsión social, dónde afirma, que le tocó incluso hacer las veces de enfermera; luego le ofrecieron la vacante de secretaria del Servicio Médico, allá estuvo unos años; después, tras cambios en la Universidad, el jefe de Personal Administrativo pidió a Noralba para su dependencia.

    Recuerdo que en el Servicio Médico no me querían dejar ir, me dijeron que le comentara al jefe de Personal que estaba embarazada para que no me recibiera, pero él me dijo ‘tranquila, no importa, bienvenida: yo me traje lo mejor de la Universidad y acá se va a quedar”. Eso para mí fue un orgullo muy grande”, dice. Años después, en esa misma dependencia le ofrecieron un cargo como coordinadora del área correspondiente a seguridad social, y durante unas vacaciones Noralba se estudió la Ley 100 al derecho y al revés, se volvió tan experta que le pedían asesoría al respecto.

    De ahí recuerdo que el profesor Julio César Arango, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias, me ofreció coordinar lo que en esa época eran los Centros Agrarios y le dije que sí porque, aunque no sabía nada de fincas, me pareció una buena experiencia para aprender cosas nuevas”, cuenta. Al comienzo de esa aventura Noralba soñaba que los cerdos la mordían, que las gallinas la correteaban y que las vacas no se dejaban ordeñar, pese a las pesadillas se comprometió tanto con su nuevo rol que se dio a hacer una Especialización en Gestión Agroambiental.

    A propósito, todavía tiene fresco en su memoria el nombre con que los profesores la bautizaron de cariño: “me decían ceagrito porque yo todos los trabajos de la especialización los aplicaba a la realidad de los Centros Agrarios de la U.N.”.

    Tras sus años en diferentes dependencias, con su título como Administradora de Empresas y una especialización en Gerencia Organizacional, aprovechó para presentarse a una convocatoria de personal especializado que abrió la Universidad, como era de esperarse ocupó uno de los primeros lugares lo que le dio la posibilidad de elegir en que dependencia enfocarse. Entonces, hacia finales de la primera década del 2000, su pasión por la extensión la llevó a la Dirección de Investigación y Extensión donde permaneció hasta este año de su feliz retiro.

    A mí me tocó ver crecer la Dirección y me hace feliz haber aportado a esa madurez con mis ideas”, apunta. Y es que, desde su rol en esa dependencia, Noralba fue la doliente de dos proyectos: la creación del Centro de Educación Continua y Permanente y el Programa de Presencia Institucional.

    Aunque casi podría decirse que en la Universidad Noralba se le ha medido a casi todo, lo que ella más ha disfrutado han sido sus últimos años haciendo extensión. “A mí me encanta lo que hago: el relacionamiento estratégico con la comunidad, con empresas, la forma de mostrar y proyectar la Universidad hacia el medio exterior, en fin, y para mí es muy satisfactorio contar con una red de extensión con más de 5.000 usuarios en el departamento que reconocen a la U.N. como la mejor del país”, destaca.

    Una las razones por las que Noralba es un personaje referente de la Universidad Nacional de Colombia entre los miembros de su comunidad, además de su historia por diferentes áreas, tiene que ver con su actitud: la sonrisa, la amabilidad, la buena disposición para todo y la capacidad para agilizar procesos son rasgos definitorios de su personalidad que le han permitido conquistar el cariño de muchos.

    A lo anterior se suma la energía desbordante de una de las empleadas que más ha disfrutado los rincones de la Universidad: “el polideportivo, el gimnasio, la piscina, recorrer el campus, las zonas verdes ¡Todo!”. Los espacios deportivos, sobre todo, han sido para Noralba los lugares de la felicidad, según ella, además de las personas, son lo que más va a extrañar.

    El proceso de desaferrarse a su segundo hogar no ha sido fácil, durante los últimos meses han sido de desprendimiento y duelo. Al respecto comenta un poco entre chiste y chanza uno de los ejercicios que llevó a cabo para tal fin.

    Hace poco, como cada domingo, subió el Cerro Nutibara a cumplir con su rutina deportiva de los fines de semana, al final seleccionó uno de los centenarios árboles que custodian las laderas del cerro y lo bautizó como la U.N., se abrazó a él, cerró los ojos, se aferró fuerte y más fuerte, mientras tanto se dio a recordar su historia de éxito y felicidad en la alma máter de Colombia, al final, respiró profundo, agradeció por lo bueno, se disculpó por los errores, sonrió y lentamente dejó ir. “Para mí soltar el árbol fue como soltar la universidad”, asevera.

    Para el futuro tiene un proyecto de vida bastante bien estructurado: “primero, me voy a volver la mejor bailarina de tango”, refiere. Tiene el propósito de perfeccionar su inglés con el objetivo de hacer realidad otra de sus metas: recorrer el mundo; retomará su ejercicio de caminante y va a madurar una idea de negocio para el sector inmobiliario con la que en 2016 se ganó uno de los premios Capital Semilla de la Alcaldía de Medellín.

    Mejor dicho, como dice Noralba: “hay tanto por hacer que me va a faltar tiempo”, eso sí, también aclara que en medio de las múltiples ocupaciones que le augura la vida de jubilada “ese sentimiento de gratitud tan grande que tengo por la Universidad Nacional de Colombia nunca lo voy a olvidar, lo llevaré en mi corazón y seguiré siendo la embajadora de la mejor universidad del país”, concluye.

    (FIN/CST)

    21 de diciembre del 2018