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Hace apenas unos años los medios de comunicación vendían al noni como la súper fruta para proteger las células, después llegó el resveratrol contra el envejecimiento, ahora el mortiño cura el cáncer y así, cada tanto, se pone de moda algún alimento, compuesto o suplemento dietario con supuestas propiedades en beneficio de la salud humana que podrían tildarse de mágicas; no obstante, vale la pena preguntarse qué tanto de realidad o mito hay en aquellas promesas del mercado.

  • Guillermo Schinella es profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).

    Guillermo Schinella es profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).

  • La conferencia fue organizada por el grupo de investigación Química de los Productos Naturales y Alimentos de la Facultad de Ciencias.

    La conferencia fue organizada por el grupo de investigación Química de los Productos Naturales y Alimentos de la Facultad de Ciencias.

  • Frutas como la granada, la pera, la manzana y otras, son apreciadas por sus componentes antioxidantes. Fotografía tomada de: https://pixabay.com/es/granada-fruta-pera-fresco-3667667/

    Frutas como la granada, la pera, la manzana y otras, son apreciadas por sus componentes antioxidantes. Fotografía tomada de: https://pixabay.com/es/granada-fruta-pera-fresco-3667667/

  • Para el profesor Schinella la ciencia es responsable de buscar constantemente respuestas y nuevas preguntas.

    Para el profesor Schinella la ciencia es responsable de buscar constantemente respuestas y nuevas preguntas.

    El profesor Guillermo Schinella, de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) e investigador de la comisión de investigaciones científicas de la provincia de Buenos Aires, se refirió al tema resaltando el compromiso de la ciencia y de la academia por buscar constantemente alternativas que respondan a las necesidades de la sociedad, pero desde la responsabilidad. A propósito, citó el caso de los antioxidantes, sustancias que ayudan a detener o limitar la oxidación.

    “El sentido común en la sociedad, e incluso en la academia, dicta que los antioxidantes son buenos para la salud lo cual está en absoluto cuestionamiento, ahora bien, tampoco hay que descartar la utilizad de compuestos que tienen antioxidantes; lo importante está en separar las evidencias que llevan a esa generalización y que es la que aprovecha el mercado para vender ilusiones con respecto a la prevención de enfermedades y que nos llevan a consumirlos indiscriminadamente”, dijo.

    Para hacer más clara la situación, el investigador planteó el ejemplo de la yerba mate, muy utilizada en Uruguay y gran parte de Argentina, Paraguay y Brasil, donde se considera que su infusión posee una elevada actividad antioxidante; “sin embargo no hay evidencia científica de que el consumo de yerba mate sea o cardioprotectora o disminuya la incidencia de distintos tipos de cáncer o de diabetes”, precisó.

    En el mismo sentido expuso el caso del mortiño, un fruto del bosque que hasta hace poco era considerado como planta matorral pero que ahora es bastante valorada, precisamente, por sus supuestas propiedades antioxidantes. ​

    “Con el profesor Benjamín Rojano de la Facultad de Ciencias de la U.N. Sede Medellín hicimos un trabajo con extractos de mortiño donde demostrábamos que el producto de la fermentación de este fruto tenía actividad cardioprotectora a diferencia del jugo sin fermentar. Ahí, por ejemplo, encontramos que la actividad antioxidante del jugo fermentado era menor que la del no fermentado y, sin embargo, en nuestro modelo experimental el que tenía actividad cardioprotectora era el modelo fermentado”, explicó el profesor y aclaró que, pese a los resultados, no es válido afirmar que el consumo de mortiño reduce problemas cardiovasculares “dado que no hay estudios que lo aseguren”.

    En este punto, el investigador de la Universidad de la Plata, planteó que el meollo del asunto está en la banalización de la ciencia debido a la mediatización y mercantilización de la misma. Y precisó que si bien no se trata de volver a encerrar el conocimiento científico en la mazmorra de lo ininteligible, sí hay que comunicarlo con ética y, sobre todo, con responsabilidad.

    “En los últimos años son comunes contenidos de este tipo: ‘hemos descubierto una sustancia que inhibe el crecimiento de células en cultivo de un tumor de mama’. Cuando eso sale a la sociedad, respaldado por científicos, la gente que tiene necesidad lo toma como verdad y se genera una expectativa de solución; sin embargo, desde un tubo de ensayo hasta una aplicación clínica la solución está muy lejana”, ahí, según el experto, es donde reside la peligrosa banalización del conocimiento.

    Finalmente, con respecto al caso específico de los antioxidantes, el profesor Schinella subrayó que es imprescindible reconocer que a la fecha no hay evidencias clínicas que soporten que el uso de estos compuestos de manera tan general como se habla es bueno para la salud, pero tampoco se descarta. “La ciencia y la academia tienen la necesidad de encontrar evidencias que verifiquen o refuten tal idea”.

    El experto presentó sus reflexiones en la U.N. Sede Medellín durante un encuentro organizado por el grupo de investigación Química de los Productos Naturales y Alimentos, coordinado por el profesor Benjamín Rojano.

    (FIN/CST)

    2 de octubre del 2018