Escudo de la Repblica de Colombia Escudo de la Repblica de Colombia
A- A A+

Andrea y Daniela se conocen hace cuatro años y han llegado a ser tan cercana su relación que Andrea aprendió a leer en Daniela gestos como una ceja levantada o las dos arriba, los ojos entre abiertos o exageradamente abiertos, la sonrisa para un lado o para el otro, los labios recogidos y muchos otros, incluso más de los que la lengua de señas le permite. Daniela Vargas Restrepo es estudiante de octavo semestre de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y es sorda profunda, Andrea Mosquera es su intérprete.

  • Daniela Vargas Restrepo, es estudiante del programa de Zootecnia de la Facultad de Ciencias Agrarias.

    Daniela Vargas Restrepo, es estudiante del programa de Zootecnia de la Facultad de Ciencias Agrarias.

  • Desde el 2014 Daniela realiza, ad honorem, el curso en lengua de señas que cada semestre impacta a alrededor de 100 personas.

    Desde el 2014 Daniela realiza, ad honorem, el curso en lengua de señas que cada semestre impacta a alrededor de 100 personas.

  • Andrea Mosquera es la intérprete de Daniela desde hace cuatro años.

    Andrea Mosquera es la intérprete de Daniela desde hace cuatro años.

  • Para Daniela ser sorda no es una discapacidad sino una oportunidad.

    Para Daniela ser sorda no es una discapacidad sino una oportunidad.

  • Víctor Quiroz, el esposo de Daniela desde hace dos años, ha sido un apoyo incondicional.

    Víctor Quiroz, el esposo de Daniela desde hace dos años, ha sido un apoyo incondicional.

    Daniela creció entre oyentes, su familia la trató siempre como a un igual y lo mismo sucedió en el colegio donde hizo su primaria y bachillerato, total que nunca se sintió ni se supo diferente; tenía 16 años cuando se enteró de que era sorda profunda y que los demás, a diferencia suya, no vivían en silencio.

    “Yo no sabía ni entendía que era sorda, simplemente pensaba que todos éramos iguales y que esa era la forma de comunicación. Una vez un amigo me invitó a un curso en el SENA con un grupo de sordos y ahí todo cambió porque supe que existía la lengua de señas, que yo era diferente y que había personas como yo y una posibilidad de comunicarme mejor”, recuerda.

    Cuando ese abanico de posibilidades se abrió, a Daniela le cambió la vida: empezó un curso de lengua de señas y conoció a otros sordos que le ayudaron a perfeccionar sus nuevas habilidades comunicativas. No obstante, algo le faltaba, sentía que estaba en su casa como persona sorda sin hacer algo realmente productivo y, peor, sin saber qué quería hacer.

    De pequeña soñaba con estudiar arquitectura, artes o algo relacionado con animales, a quienes ha querido desde que tiene recuerdos, y de su familia obtuvo siempre el apoyo para decidir con libertad, por eso estudió en el Sena y en Bellas Artes, pero fue una prima cercana quien le planteó la posibilidad de estudiar Zootecnia en la U.N. y esa propuesta le permitió reorientar su rumbo.

    “Yo no conocía la Universidad ni la carrera, pero cuando me enteré de que existía me dije: ‘esto me encanta y ese es mi sueño’”, dice refiriéndose a la posibilidad de ayudar a los animales y de aprender de ellos. A propósito, destaca que sus años en la U.N. han sido un continuo aprendizaje: sobre ella, sobre su condición, sobre los demás, pero ante todo sobre trazarse metas y, en efecto, lograrlas tras haber superado innumerables retos.

    Aunque reconoce que al comienzo fue difícil, y cree que sigue siéndolo después de más de cuatro años de estudio, también es certera en afirmar que no imagina su vida si la U.N. no se le hubiese cruzado en el camino. En 2014, después de haber tenido otros intérpretes, conoció a Andrea, ese mismo año, con la idea de generar una cultura incluyente inició, ad honorem, un curso de lengua de señas en la Universidad.

    “Yo decidí enseñar esto para poderme comunicar, porque acá estoy con mis compañeros, pero a futuro voy a compartir con diferentes profesionales y me gustaría que muchos conocieran la lengua de señas. Al Inicio el propósito era generar una cultura incluyente y hacer consciencia de que hay diferencias y el curso ha ido creciendo”, señala y cuenta, también, que cada vez llegan personas nuevas interesadas por aprender o, al menos, por familiarizarse un poco con una realidad que les es ajena por su condición de oyentes.

    El curso es cada jueves durante una hora, de 12:30 a 1:30 p.m. A Daniela no le importa tener que repetir cada ocho días el alfabeto ni los saludos y las despedidas, para ella es suficiente con que cada vez lleguen personas nuevas y que a algunos el interés les dé para continuar aprendiendo por otros medios.

    “Todos deberían aprender lengua de señas y no solo conocer la discapacidad auditiva, que es la que me embarga a mí, sino otras discapacidades y ser sensibles a ellas porque a futuro, quién sabe, van a ser jefes o empleados o van a tener la posibilidad de construir y de hacer cosas y qué bueno que pudieran ser incluyentes”, agrega Daniela.

    A sus 26 años Daniela está segura solo de una cosa en su vida: no va a permitir que los obstáculos la frenen; como cuando era niña, que soñaba ser arquitecta o ayudando a los animales, hoy se vislumbra ejerciendo su carrera y, más adelante, tal vez ejerciendo la docencia, enseñando a otros sordos.

    “Siempre he querido que mis pares puedan acceder más a la educación y que además se sientan orgullosos de ser ciudadanos visibilizados dentro de una comunidad académica, no podemos seguir pensando que no se puede, somos una comunidad lingüística minoritaria que necesitamos que nos reconozcan” y para ello está dispuesta a trabajar de la mano de personas como Andrea Mosquera, su intérprete y quien de muchas maneras ha hecho posible que Daniela vaya tan bien en la Universidad, aunque aclara que es la estudiante quien hace todo.

    “Ella va a clase y yo voy y le interpreto todo lo que el profesor dice, lo mismo en parciales y salidas de campo, pero es ella la responsable de todo, ella toma notas y aprende por su cuenta, yo solo interpreto”, comenta.

    Para Daniela vivir en completo silencio no es ni malo ni bueno, solo es diferente y en esa diferencia encontró sus mayores fortalezas y la capacidad para lograr todo lo que se propone.

    (FIN/CST)

    14 de septiembre del 2018