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Nadar en las profundidades del mar, dejarse llevar como si volara, perderse en el aroma del viento y en los colores del paisaje mientras conduce a las afueras de la ciudad, jugar tenis y verlo jugar, hablar con su padre a quien admira profundamente, ser y hacer para el bienestar de otros, es lo que impulsa a Juan Camilo Restrepo Gutiérrez; el hombre sencillo y de espíritu libre responsable de dirigir las riendas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín por los siguientes tres años.

  • Juan Camilo Restrepo Gutiérrez es un convencido de que la vida pone a cada uno donde puede cumplir su mejor misión. A él lo puso en la U.N.

    Juan Camilo Restrepo Gutiérrez es un convencido de que la vida pone a cada uno donde puede cumplir su mejor misión. A él lo puso en la U.N.

  • Nada desde que tiene uso de razón y es instructor de buceo desde 1988. Foto: cortesía.

    Nada desde que tiene uso de razón y es instructor de buceo desde 1988. Foto: cortesía.

  • El 4 de mayo se posesionó como vicerrector de la Sede Medellín.

    El 4 de mayo se posesionó como vicerrector de la Sede Medellín.

  • El profesor Juan Camilo cree fervientemente en la U.N. como un proyecto de Nación.

    El profesor Juan Camilo cree fervientemente en la U.N. como un proyecto de Nación.

    Juan Camilo creció y se hizo profesionalmente en los salones y pasillos de la U.N. La vida lo trajo hasta acá y paso a paso le marcó el camino que le permitió palpar las entrañas de su alma máter y enamorarse completamente de una historia que es suya y de todos los colombianos.

    “Siempre quise estudiar medicina en la Universidad de Antioquia porque quería seguir los pasos de mi padre, una de las personas que más he admirado y respetado en mi vida. No pasé y empecé a estudiar Ingeniería Civil en Eafit donde conocí a una mujer, Clara Rojas, quien estudiaba Construcción en la U.N. y yo recuerdo que me encantaba apoyarla en sus trabajos y los temas de dibujo, arquitectura y construcción”, comenta.

    “¿Qué estás haciendo estudiando acá, por qué no te metes a la Nacional?”, fue la pregunta que Clara le hizo a Juan Camilo y que le cambió definitivamente el rumbo. Poco tiempo después se descubrió a sí mismo presentado los papeles para rendir el examen de admisión a la Universidad Nacional de Colombia.

    “Recuerdo que en la papelería yo había marcado el código de Arquitectura y Clara los cogió y me dijo ‘no, no, no; no es Arquitectura es Construcción. Lo borró y puso Construcción y acá estoy. Yo siento que fue la vida”, asegura.

    Esos cinco primeros años en la Facultad de Arquitectura le enseñaron a compartir con formas de vivir y de ver la existencia diferentes a la suya. De la mano de compañeros, profesores y de la universidad pública terminó confirmando una lección que venía desde casa: el respeto por el otro, y empezó a interesarse también por enseñar.

    Como Arquitecto Constructor se vinculó a la empresa privada, pero algo seguía empujándolo a la academia y entre 1996 y 1997 se fue al viejo continente para seguir formándose, regresó al país con un Máster en Gestión de Empresas Constructoras e Inmobiliarias de la Universidad de Barcelona y volvió a tocar la puerta de su primera casa académica.

    “Yo quiero ser profesor. Hay una vena por la docencia en mi familia que a mí me encanta”, en esa confesión con cara de petición se resume la conversación que tuvo con Octavio Uribe, entonces decano de la Facultad de Arquitectura, a su regreso de Europa. La respuesta para Juan Camilo no pudo haber sido mejor, le ofrecieron vincularse a la academia ad honorem.

    “En esa época yo iba a las 7:00 a.m. todos los días a la oficina, salía a las 11:30 para la Universidad, llegaba acá a las 12:00 m. y daba clase hasta las 2:00 p.m., volvía a la oficina a las 2:30 y estaba allá hasta las 8:00 p.m., más o menos ¡Ah, pero yo estaba feliz!”, cuenta.

    Dos años más tarde, en marzo del 2000, le ofrecieron por fin una plaza para ser docente de cátedra y ese mismo año, en agosto, apareció la posibilidad de vincularse como profesor de tiempo completo; sin la certeza de querer dedicarse enteramente a la academia aceptó el cargo y se hizo una promesa: “si en 5 años no estoy haciendo cosas que sean relevantes para mí y para la Universidad, me voy”.

    A los dos años empezó la Maestría en Ingeniería de Materiales y Procesos y a los cuatro llegó su primer cargo académico-administrativo; estuvo seis meses en la Vicedecanatura de Bienestar de la Facultad de Arquitectura, tres en la Dirección de Bienestar de la Sede Medellín y cinco más como Director Nacional de Bienestar.

    Ese recorrido le permitió conocer el corazón de la Universidad Nacional de Colombia, “allí donde se ven las alegrías, tristezas, frustraciones, dificultades y demás que tienen que ver con las dinámicas de la comunidad”.

    Su postura, incluso desde la dimensión local, fue siempre de aprender y aportar. A propósito, uno de sus mayores orgullos como Director Nacional de Bienestar es el de haber liderado el equipo de trabajo que construyó el Acuerdo 044 de 2009, responsable de modificar y actualizar el Estatuto Estudiantil en lo referente a Bienestar y Convivencia. La nueva política apuntó a la identificación y protección de los estudiantes vulnerables y a la formación integral apoyada en áreas fuertes de deporte, cultura y acompañamiento.

    Después de varios años de dedicación a labores académico-administrativas, Juan Camilo regresó a los salones de clase desde el rol del estudiante; la Facultad de Minas le abrió de nuevo las puertas para formarse como doctor en Ciencia y Tecnología de los Materiales. Y una vez más la vida lo encausó por otro rumbo.

    La profesora Dolly Montoya Castaño, rectora de la Universidad Nacional de Colombia, le confío a Juan Camilo, el hombre tranquilo, comprometido, ético, rápido y certero en la toma de decisiones, el que piensa cada palabra que sale de su boca, el que se interesa en lo humano, el visionario, pero sobre todo el que cree en la U.N. como proyecto de país, la Vicerrectoría de la Sede Medellín.

    A Juan Camilo, heredero del amor por el mar y por los otros, la Universidad Nacional de Colombia lo acogió como a uno más de sus hijos; él, a cambio, le ha entregado a la Institución su esfuerzo, tiempo y dedicación para seguir fortaleciendo ese proyecto académico y cultural de la Nación capaz de entregarle hombres y mujeres útiles y felices al país.

    (FIN/CST)

    27 de julio del 2018