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Un segundo, ¿qué es un segundo? Para muchos un parpadeo, la sesentava parte de un minuto, un suspiro, nada; para un atleta, en cambio, en un segundo puede resumirse la vida: su marca. Jelssin Donnovan Robledo Mena, estudiante de sexto semestre de Estadística de la Sede y Selección Colombia de Atletismo sabe bien qué significa y cuánto vale esta unidad de tiempo, de hecho, por menos de un segundo se quedó en varias oportunidades sin la posibilidad de representar como deportista a su país.

  • Jelssin Donnovan Robledo Mena es estudiante de Estadística y Selección Colombia de Atletismo.

    Jelssin Donnovan Robledo Mena es estudiante de Estadística y Selección Colombia de Atletismo.

  • El deportista representó al país en los pasados juegos suramericanos de Cochabamba y obtuvo oro y plata. Foto cortesía.

    El deportista representó al país en los pasados juegos suramericanos de Cochabamba y obtuvo oro y plata. Foto cortesía.

  • Su meta es bajar la marca por debajo de 1’45.

    Su meta es bajar la marca por debajo de 1’45.

  • También hace parte del equipo representativo de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

    También hace parte del equipo representativo de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

  • Participara en las Olimpiadas del 2020 es una de sus metas doradas. Foto cortesía.

    Participara en las Olimpiadas del 2020 es una de sus metas doradas. Foto cortesía.

    Comenzó en el atletismo hace unos ocho años y el gusto fue inmediato, tras algunas búsquedas infructuosas, encontró lo que se convertiría en su motor de vida. “Mi mamá me empezó a meter en los deportes porque recién nos habíamos mudado de barrio y yo había dejado a mis amigos y estaba algo deprimido. Pasé por karate, gimnasia, yudo, vóleibol, baloncesto, fútbol y ninguno fue para mí; cuando empecé a correr me sentí chévere, libre, bien y era bueno, entonces me dije: quedémonos acá”, recuerda.

    El deporte no ha sido un camino fácil y menos aún llegar hasta donde está: atleta de selección nacional. En 2012 empezaron a presentarse las oportunidades para ser convocado y representar a Colombia en juegos panamericanos, suramericanos, centroamericanos e incluso, mundiales de atletismo, pero ninguna de ellas llegó a buen término. Esas decepciones y circunstancias personales hicieron que en 2013 Jelssin se retirara del atletismo y se dedicara exclusivamente a su carrera, para entonces estudiaba Ingeniería Financiera en la Universidad de Medellín.

    “Yo paré de entrenar cuando comencé la universidad, pero a veces iba porque lo extrañaba. En 2013, durante las vacaciones, volví y por esa época había un nacional juvenil de atletismo acá en Medellín y me convencieron de entrenar y correr; quedé tercero, me fue bien para el poco entrenamiento. Pero de regreso a la universidad volví a dejarlo y al final del año me decidí por el deporte y abandoné ese pregrado con un nuevo objetivo: entrenarme para el mundial de atletismo de 2014”, cuenta.

    Aunque no pudo participar del mundial, justamente por un segundo: la marca era 1’51 y él hizo 1’51’’49, Jelssin no se arrepiente de la decisión que tomó por una razón que ahora comprende a cabalidad, el atletismo es lo que lo mueve. A pesar de esa pequeña derrota, el 2014 fue un buen año: pasó a la Universidad Nacional de Colombia y se comprometió con mejorar su tiempo, a propósito, su prueba oficial son los 800 metros planos con algunas incursiones en 400 y en relevos 4*100 y 4*400.

    Su vínculo con la U.N. se resume en dos sueños. El primero, cuando aún no estaba convencido de estudiar en una pública porque le temía a los paros y soñó que un profesor de la Institución Educativa Carlos Vieco Ortiz, donde estudió, lo felicitaba por haber pasado a la mejor universidad del país. Y, el segundo, después de haber presentado el examen de admisión.

    “El primer sueño lo tomé como una señal y por eso me presenté, y el segundo, me confirmó que sí quería estudiar acá. Soñé que había sacado como 900 puntos en el examen y de pronto el puntaje comenzó a bajar y baje y baje y llegué hasta los 500 del punto de corte y yo decía: ‘no, yo sí quiero pasar, yo sí quiero pasar’. Cuando me levanté respiré tranquilo”, narra.

    Esa misma semana miró los resultados y la respiración fue entonces más profunda y serena, había sido admitido a la Universidad Nacional de Colombia.

    Aunque Estadística no era su carrera ideal, lo fue enamorando, hoy se sueña combinando el deporte y el ejercicio de su profesión. El 2016 fue un año decisivo para Jelssin, primero se convenció de que no quería cambiarse de pregrado y segundo, fue convocado a la Selección Colombia sub 23 de Atletismo.

    “Ese año había competencias suramericanas y yo ya estaba resignado a que no me convocaran, pero hubo un interclubes y me propusieron correr a ver cómo estaba de marca. Yo no pensé que iba a correr tan duro, casi acercándome a mi mejor marca, y los de la Federación Colombiana de Atletismo me dijeron que con ese 1’48, era segundo en el ranking suramericano y decidieron llevarme”, cuenta.

    Su primer viaje como parte del seleccionado colombiano fue a Perú y aquella carrera la recuerda con algo de nostalgia y reproche porque entonces le ganó no su contrincante sino la inexperiencia en una justa internacional.

    “Yo pude haber ganado, iba muy bien pero me dejé llevar por la emoción y no fui inteligente. Resulta que uno en la prueba mía no le tiene que hacer la carrera al rival y eso fue justamente lo que hice: salí con toda, el otro era un argentino y, claro, al final yo estaba degastado y en los últimos metros él remató y me superó”, relata. A pesar de ese mal debut, desde entonces Jelssin es Selección Colombia y de ese bus no se quiere bajar.

    “Ser Selección Colombia es increíble, saberse de los mejores del país es algo muy grande que uno nunca se imagina, es una responsabilidad enorme, es gratificante, pero sobre todo es un honor y la mejor recompensa al esfuerzo, a las madrugadas, al sudor. Escuchar en el pódium el himno del país es una sensación que no tiene explicación, uno siente escalofríos”, comenta Jelssin y le brillan los ojos.

    El mismo orgullo que le inspira representar a su país es el que siente cada vez que corre con el vinotinto de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, su Alma Máter, y con la que ostenta el título de tricampeón de los Juegos Nacionales Universitarios ASCUN en los 400 y 800 metros planos.

    Estudiar, entrenar y rendir en ambas es un gran reto, “muchas veces las épocas de parciales coinciden con competencias y eso me pone en la encrucijada de a cuál de las dos le meto más garra; siempre he priorizado el deporte aunque me he arrepentido porque soy consciente de que no puedo descuidar ningún aspecto”.

    A costa de disciplina y sacrificios como dejar de ver series o una escasa vida social, Jelssin ha logrado equilibrar el deporte y la academia, por suerte para el deportista apareció el baile como una burbuja de escape para contrarrestar el estrés de ese ritmo frenético. “Como distracción me metí al grupo de hip hop de la Universidad, también me gustan la salsa y el vallenato”, dice y tiene una ventaja porque el sabor lo lleva en la sangre gracias a su herencia del Pacífico. También le gustan los idiomas y admira la cultura japonesa.

    La vida de Jelssin se reduce a estudiar, entrenar, volver a estudiar y volver entrenar, no para, pero lo disfruta porque sabe que de ello dependen sus metas: bajar la marca por debajo de 1’45, participar en las Olimpiadas 2020 y 2026 y, por supuesto, graduarse y ejercer como estadístico.

    (FIN/CST)

    22 de junio del 2018