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El chapuzón inicial y las piscinas de calentamiento son apenas un cosquilleo. La posición de las manos, de los pies, el abdomen comprimido, la sonrisa, por supuesto, las correcciones particulares a cada requerimiento: giros, ballet doble, grullas, cyclon, fly fish…, y luego, el requerimiento completo una vez y repite dos, tres, cientos de veces hasta la perfecta sincronía; ahora, la rutina completa. Bajo el agua lo único que Estefanía piensa es que se va a morir, que no va a aguantar, que se va a hogar, entonces la mente entra en acción y, por fortuna, la nadadora avive.

  • Estefanía Álvarez es estudiante del programa de Estadística de la Facultad de Ciencias de la U.N. Sede Medellín.

    Estefanía Álvarez es estudiante del programa de Estadística de la Facultad de Ciencias de la U.N. Sede Medellín.

  • Estefanía y Mónica representaron a Colombia en los Juegos Olímpicos Río 2016. Fotografía: cortesía.

    Estefanía y Mónica representaron a Colombia en los Juegos Olímpicos Río 2016. Fotografía: cortesía.

  • La deportista también disfruta de la vida universitaria, estudiar complementa su vida.

    La deportista también disfruta de la vida universitaria, estudiar complementa su vida.

  • El sueño de la deportista es volver a representar a Colombia en Tokio 2020. Fotografía: cortesía.

    El sueño de la deportista es volver a representar a Colombia en Tokio 2020. Fotografía: cortesía.

  • Estefanía siente una inclinación especial por la música, el baile y las artes en general. En su deporte es una artista. Fotografía: cortesía.

    Estefanía siente una inclinación especial por la música, el baile y las artes en general. En su deporte es una artista. Fotografía: cortesía.

    Estefanía Álvarez Piedrahita aprendió a nadar desde muy chica, tenía cinco años, tal vez menos, cuando sus papás la llevaron a clases de natación simplemente porque no querían arriesgarse a que su primogénita se ahogase en alguna fiesta infantil. Su primera instructora de nado, apenas enseñándole a hacer burbujas y a respirar en la piscina, se dio cuenta del don; la pequeña, hoy con 23 años, selección Colombia de Nado Sincronizado y estudiante de Estadística de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, tenía habilidades superiores para los deportes acuáticos.

    El nado sincronizado, que hoy es todo en su vida, llegó tres años después de ese primer descubrimiento. “A los 8 empecé en el CIFAR que es el Centro de Iniciación y Formación de Alto Rendimiento de la Liga de Natación de Antioquia, donde uno elige entre polo acuático, clavados, natación, y nado sincronizado. Yo siempre tuve claro lo que quería”, cuenta. Y fue así, porque Estefanía siente una inclinación especial por la música, el baile y las artes en general. Basta verla moviéndose grácilmente en el agua para saber que en su deporte es una artista.

    Poco a poco empezaron a verse los resultados de la disciplina en los entrenamientos y la niña, que con respecto a sus compañeras inició tarde en el nado sincronizado, empezó a hacerse virtuosa y a escalar vertiginosamente. Primero vino la Selección Antioquia, luego Colombia. En conjunto o a dueto y en diferentes categorías llegaron los campeonatos suramericanos, panamericanos y de ahí la idea un poco loca y tremendamente visionaria de formar un equipo mundialista.

    “En nado sincronizado nunca nadie había ido a unos olímpicos por el país, así que para mí era muy lejano, incluso imposible”, dice. Pero como reza el dicho, la constancia vence lo que la dicha no alcanza, y en 2016 las antioqueñas Estefanía Álvarez Piedrahita y Mónica Sarai Arango representaron a Colombia en los Juegos Olímpicos de Río con resultados que dejaron perplejos a muchos ojos dentro y fuera del territorio nacional.

    “Mi experiencia en el deporte se resume en una frase: toda mi vida. Mis amigos, los países que conozco, el salario que me permite sostenerme, todo giran en torno al nado sincronizado”, asegura. Sin embargo, Estefanía tiene otra faceta que cultiva como un tesoro y en la que se esmera por ser tan buena como en el deporte: la de universitaria.

    Camina por el campus de la U.N. Sede Medellín como cualquier estudiante y, a menos que lleve el uniforme de la Selección Colombia de Nado Sincronizado, pasa desapercibida. Le gusta sentirse una más. “Para mí la universidad es ese otro lado de mi vida, el nado sincronizado me consume: yo entreno, vengo a clase y vuelvo a entrenar. Este es el espacio donde yo puedo explotar lo que no sabía que tenía y que siempre ha estado ahí relegado a lo primero que ha sido el deporte”, se refiere al talento para dedicarse, aunque a paso lento, a su profesión.

    Y pese a que a veces le cuesta no tener espacio para disfrutar de la vida universitaria en su máximo esplendor o ver a sus amigos avanzar, a algunos incluso graduarse, porque desearía ir al mismo ritmo que ellos, Estefanía tiene claro que este es su momento deportivo y debe aprovecharlo, además, la llena de orgullo poder hacer ambas cosas al mismo tiempo.

    Tanto en los estudios como en el deporte las malas calificaciones, pese a los esfuerzos, a veces la frustran; ha llorado, ha querido salir corriendo, dejarlo todo, pero sus compañeras, sus profesores, su familia y todo ese círculo de apoyo que la respalda, ha estado a su lado para decirle “Estefanía, tú puedes”. Y, de hecho, poco a poco con sudor y lágrimas, ha podido.

    Estefanía disfruta sobremanera los tiempos libres para dedicarse a los placeres simples: su familia, ir a cine, compartir con amigos, una canción, caminar tranquila, sonreír sin la presión del jurado. Pero es consciente de que por ahora seguirá a ese ritmo vertiginoso de seis o más horas de entrenamiento diario, con descanso los domingos, porque en su futuro están, sí o sí, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “Y más allá me veo dedicada totalmente a mi carrera y pudiendo disfrutar de otras cosas de la vida”, confiesa.

    (FIN/CST)

    20 de abril del 2018