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El centro es el sitio que encuentra más interesante para fotografiar. Foto: cortesía Omar Portela Tangarife.

 

Omar Portela Tangarife es estudiante de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín. Con su cámara ha mostrado la ciudad desde una perspectiva distinta, ha usado la fotografía para comprender procesos históricos y llamar la atención sobre el valor patrimonial.

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Una cámara y su curiosidad le han permitido el privilegio de observar a Medellín como no le es común a los demás verla: desde lo alto. Aunque particular, esta es otra manera que él tiene de habitar y de percibir la ciudad.

La afición de retratar Medellín desde esa óptica le resultó absolutamente casual. Alguna vez tuvo un encuentro con el papá de un amigo suyo en el edificio Furatena, de 30 pisos, construido en 1966 y ubicado a pocas cuadras de la carrera Junín.

—¡Hey, Portela! ¿cómo está?, ¿qué hace por acá?— le preguntó
—Estoy buscando un lugar para tomar fotos— respondió Omar
—Venga le muestro una buena vista— volvió a decirle

Omar aceptó y subieron al último piso, donde hay un balcón sin cristales, vieron el Parque Berrío y los demás edificios del centro de Medellín. Aquella vez se convirtió en la primera de varias visitas que haría a terrazas de elevadas edificaciones para fotografiar la ciudad y mostrarla desde una perspectiva inusual.

A medida que se consolida su proyecto se ha hecho amigo de quienes frecuentan o hacen mantenimiento en estas grandes edificaciones, personas que se han convertido en cómplices. Ha hecho fotografía en lugares a los que de una u otra forma, dice Omar, no se puede acceder fácilmente. Ha obturado, por ejemplo, desde el edificio de la Cámara de Comercio, o desde el Vicente Uribe Rendón, pero el Furatena es para él de gran significado porque dice que “a pesar de su importancia arquitectónica, pasa desapercibido”.

La fotografía es para Omar una herramienta para hacerle ver a la gente otros elementos de la ciudad y de acercarlos, pues alguna vez, en una conversación que tuvo con un profesor de arquitectura llegaron a concluir que, de cierta manera, algunos edificios icónicos se han convertido en “inútiles" en el sentido en el que son “espacios muertos” porque casi nadie puede acceder a ellos.

El contraste en sus recuerdos

Omar rememora su fascinación desde que era niño por las grandes construcciones “Puede ser muy cliché, pero iba más allá de un simple gusto o una moda, pero para mí los edificios grandes eran como: ¡Wow, qué bacano!, son majestuosos y me maravillaba esa cuestión de las alturas y de pensar que nosotros todos los días vemos casi igual, a nivel del suelo”, dice. Para entonces también se preguntaba si al mirarla desde arriba cambiaba en algo. Creció, tomó las fotos desde las terrazas y se dio cuenta que sí, “que se ve mucho más bonita y ordenada”.

El centro es su zona predilecta de Medellín. A él están muy ligados los recuerdos que tiene Omar de su infancia y tiene uno en específico: cuando su mamá lo llevaba a las citas médicas. En el recorrido observaba un paisaje diverso conformado por edificios viejos al lado de unos más modernos. Eso le gustaba.

La fotografía: el rastro del desarrollo urbano y el paso del tiempo

Para algunos, dice Omar, “a la ligera” la historia, la arquitectura y la fotografía no tendrían nada que ver. Sin embargo, el arte de retratar es prioridad para él, para entender determinados procesos. Por eso cada vez que ha realizado trabajos de investigación en la carrera, con respecto a la historia de Colombia desde el siglo XIX, los ha contrastado con material fotográfico, bien sea de archivos públicos o privados.

De la fotografía destaca que no solo permite, por ejemplo, documentar las transformaciones urbanas como la de la Avenida Oriental, donde estaban las pirámides, se planeó un corredor verde y ahora, las estaciones del Metroplús, sino también reconocer la ciudad en la medida en que quienes observan las imágenes se preguntan a veces qué son esos sitios o donde están ubicados.

Omar es joven, pero le gusta dar una mirada, a través del visor de la cámara, a la arquitectura con historia y valor patrimonial como el edificio Henry Faux, ubicado en el Parque Berrío, una construcción antigua que contrasta con lo que en su momento fue la tecnología innovadora de los “celulares de tapita” con los que él comenzó a hacer fotografía.

Ha hecho fotoperiodismo, fotografía de producto y de moda, pero dice sin duda que su favorita es la que tiene que ver con la arquitectura. Las exposiciones que ha realizado también son varias, pero la primera, más pequeña y sin gran trabajo de curaduría fue en su alma mater, la UNAL Medellín, en la Biblioteca Efe Gómez. Se llamó Medellín por lo alto. El cartel lo conserva adherido a una pared de su casa como recuerdo.

Recientemente el Metro de Medellín publicó en sus redes sociales algunas de las fotografías del estudiante de Historia de la UNAL Medellín como parte de una exposición digital que mostró al medio de transporte insignia de la ciudad desde las alturas, imágenes que viajaron tan rápido por las redes sociales como el Metro por los rieles.

Fueron varios los usuarios de Facebook, por ejemplo, que reaccionaron a la publicación. “¡Qué buen trabajo!”, comentó Aldair Villa. “Me encantaron las fotos, están preciosas. Muchas gracias Omar Portela por tomarlas y al Metro por subirlas”, destacó Vanesa Arroyave. “Mil felicitaciones (…) al fotógrafo por tan excelentes fotografías. ¡Se te nota la pasión!”, escribió Martha Cecilia Jaramillo Acevedo.

Como ella lo dice, no es necesario escucharlo hablar sobre su arte favorito para notar cuánto lo seduce y se conecta con la ciudad a través de él, pero sí basta con mirar su obra para convencerse de su talento.

(FIN/KGG)

8 de marzo de 2021