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Una consola, una libreta de apuntes y con qué anotar, un viejo directorio, sus manos, su memoria y la mejor actitud; esos son los elementos de trabajo de Miriam del Socorro Cataño Suárez, la voz del cero, la voz tras el conmutador central de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

  • Miriam trabaja en la U.N. desde 1991, 16 de sus años en la Sede los ha dedicado al conmutador central.

    Miriam trabaja en la U.N. desde 1991, 16 de sus años en la Sede los ha dedicado al conmutador central.

  • Miriam del Socorro Cataño Suárez.

    Miriam del Socorro Cataño Suárez.

  • En 2008 recibió por su dedicación y compromiso la Medalla Manuel Ancízar.

    En 2008 recibió por su dedicación y compromiso la Medalla Manuel Ancízar.

  • Disfruta el campus verde de la Sede pues se siente como en una “casa finca”.

    Disfruta el campus verde de la Sede pues se siente como en una “casa finca”.

  • En el año 2007 recibió una medalla honorífica por su intachable labor.

    En el año 2007 recibió una medalla honorífica por su intachable labor.

    Miriam llegó a la U.N. en 1991 gracias a una amiga que le habló de una vacante como auxiliar de Servicios Generales. En el 97, por asuntos de salud, fue reubicada en un puesto de encargo en la oficina de Pagaduría de la Sección Financiera; y entre el 2000 y el 2001 llegó al puesto que la consagró y del cual no se quiere ir sino hasta que se jubile, el conmutador central.

    “Acá llevo unos 16 años y sinceramente me he sentido muy bien realizando esta labor. Parece que hubiera sido ayer que empecé y me encanta mi trabajo, soy feliz contestándole a la gente”, señala. Miriam es para muchos el primer contacto con la U.N., su voz amable y cordial es como una carta de presentación para el público externo de la Institución.

    Además de un carácter sosegado, tiene una memoria numérica sencillamente sorprendente, se sabe casi todas las extensiones de la Sede y las que no conoce las aprende tras mirarlas una o dos veces.

    “Cuando me ubicaron en el conmutador central a mí me dieron un directorio con las principales extensiones que tuve que estudiar para memorizar, pero ya con la practica la memoria se hace casi mecánica. De todas maneras también tengo anotaciones y un directorio viejito que me sirve mucho; las nuevas las buscó o cuando me llaman las apunto y las aprendo fácil”, cuenta.

    En las 300 a 700 llamadas diarias que contesta, solo por mencionar un rango, a veces las voces al otro lado del teléfono buscan a alguien cuyo nombre y ocupación desconocen, para Miriam es como tratar de hallar una aguja en un pajar, sin embargo ella encuentra las pistas necesarias para ayudar al usuario.

    Llamadas perdidas, de personas indecisas, confundidas o con una larga historia detrás son su pan de cada día, y cada una de ellas las responde con la misma disposición, delicadeza y cortesía que la primera del día o incluso de aquel primer telefonazo de hace casi dos décadas.

    “Yo trato de no demorarme mucho en una llamada sino despachar rapidito para no dejar a la demás gente en espera por mucho tiempo, nunca corto a una persona, eso sí, cuando me dan la oportunidad les digo: ‘lo voy a comunicar con la oficina tal que allá le pueden dar toda la información y le aclaran las dudas’ y también le doy la extensión para que la tenga por si no le contestan”, comenta.

    Y agrega que cualidades como calma, agilidad, paciencia, cordialidad y capacidad para no alterarse con facilidad son absolutamente necesarias en su día a día. Por suerte, Miriam es una mujer serena y bastante pacífica, pero sobre todo es alguien que disfruta y ama lo que hace pues es consciente de que si no le gustara su labor le habrían bastado unas cuantas horas para la locura.

    “El trabajo mío es contestar y responder. Por ejemplo, a mí se me pueden llenar todos los canales y siguen entrando llamadas porque este conmutador nunca sonará ocupado; en épocas pesadas como inscripciones o admisiones he podido tener seis llamadas en espera y diez más más entrando, incluso hay momentos de mayor congestión, y a cada persona la atiendo”, afirma con la delicadeza y la alegría mesurada que la caracterizan.

    De lunes a viernes entre las 7:30 a.m. y las 12:00 m. y entre la 1:30 y 5:00 p.m. Miriam del Socorro Cataño Suárez es absolutamente indispensable para la Universidad, con su talento humaniza un trabajo aparentemente mecánico y operativo y su tiempo laboral lo cuida como oro y su sentido de responsabilidad es intachable. En la hora y media que no está en frente del conmutador central disfruta del campus verde de la Sede, recorre los espacios de la Institución para relajarse.

    Justamente haciendo honor al compromiso de esta mujer con la Institución, en 2007 recibió una Medalla Honorífica y en 2008 la Manuel Ancízar, máximo reconocimiento que otorga la Universidad a su personal administrativo considerando sus “servicios distinguidos, lealtad, alto nivel de compromiso y acción meritoria de importancia para la Institución”.

    Fuera de la Universidad, Miriam disfruta placeres sencillos: los juegos de mesa, caminar y escuchar música: romántica, tropical, llanera, clásica… en fin, melodías que la transportan, la relejan y le permite mantener ese sosiego tan suyo.

    Le hace feliz pasar más de la mitad de su día en la “casa finca hermosa” que para ella es la U.N. Este año cumple 27 años de servicio y espera que sean más: “soy feliz aquí, la Universidad me da estabilidad en todo sentido y espero seguir sirviéndole y dándole todo lo más que pueda hasta que los años no me dejen trabajar”, concluye.

    (FIN/CST)

    15 de junio del 2018