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Que hoy la ciencia es inconcebible desvinculada de la idea de progreso podría ser casi un axioma, pero, ¿siempre fue así? o, incluso, podría determinarse qué es realmente el progreso. Ese precisamente fue el tema de la conferencia de apertura del tercer ciclo de la Cátedra Saberes con Sabor, a cargo del profesor Moisés Wasserman Lerner, exrector de la Universidad Nacional de Colombia.

  • La conferencia sobre el progreso abrió el tercer ciclo de la Cátedra Saberes con Sabor.

    La conferencia sobre el progreso abrió el tercer ciclo de la Cátedra Saberes con Sabor.

  • Moisés Wasserman Lerner, exrector de la Universidad Nacional de Colombia.

    Moisés Wasserman Lerner, exrector de la Universidad Nacional de Colombia.

  • Desde el siglo XVII hasta nuestros días la idea de progreso se asocia con el desarrollo de la ciencia y el conocimiento.

    Desde el siglo XVII hasta nuestros días la idea de progreso se asocia con el desarrollo de la ciencia y el conocimiento.

  • Para Wasserman Lerner la academia será fundamental para continuar optimistas frente a la idea de progreso.

    Para Wasserman Lerner la academia será fundamental para continuar optimistas frente a la idea de progreso.

    El diccionario de la Real Academia Española define progreso a partir de tres términos que podrían considerarse sinónimos: avance, adelanto y perfeccionamiento. Esta, sin embargo, es una manera simplista de referirse a una idea que, para muchos, ha movido una de las principales reflexiones de la humanidad desde la antigüedad.

    Según el profesor Wasserman, hay dos vertientes teóricas en cuanto al progreso. La primera considera que por largas épocas de la historia no se creyó en tal idea y que fue hasta el siglo XVII cuando empezó a hablarse al respecto. La otra señala que el concepto fue planteado desde la antigüedad por los griegos y los romanos.

    “En lo que están de acuerdo esas dos vertientes del pensamiento es en que el momento glorioso de esa idea fue la Ilustración, hecho que coincide también con el surgimiento de la ciencia moderna. La idea del progreso, además, involucra aspectos más allá del avance científico y tecnológico de la humanidad como el desarrollo económico y lo que tiene que ver con la ética y la moral”, reflexiona el profesor.

    En la antigüedad filósofos como Hesíodo, Protágoras, Séneca y Tito Lucrecio Caro, entre otros, se refirieron al progreso desde las perspectivas de “una degeneración progresiva y de ciclos vitales con principio, desarrollo y fin”. Durante el medioevo, época de mucha actividad intelectual a propósito de esta idea, según Wasserman Lerner, el concepto se vincula al propósito de “llegar a una edad dorada”.

    Hacia el siglo XIII aparece una de las ideas de progreso que más corresponde con las definiciones actuales, “el teólogo franciscano Roger Bacon sentenció que la ciencia configuraría el futuro. Y, en el XVI el filósofo Francis Bacon habló de la necesidad de investigar para establecer el reinado del hombre sobre la naturaleza”.

    En 1776, por primera vez en la historia de la humanidad, el progreso aparece asociado a un resultado político con la declaración de independencia de los Estados Unidos de América. El poder también aparece en escena. Más adelante se lee a la luz de la evolución como un proceso que implica, necesariamente, cambio y adaptación.

    Para el profesor Wasserman toda época desarrolla sus filosofías y toda filosofía impacta su época, en ese sentido, afirma que si, acaso, existe en la actualidad algún consenso frente a la idea del progreso tiene que ver con que “uno, el conocimiento es uno de los principales motores de desarrollo y, dos, que la principal fuerza que nos mueve hacia la equidad e igualdad de oportunidades es la educación”.

    Entonces, plantea el experto, que “lo que se espera para el futuro cercano es que la gente necesitará cada vez más una preparación permanente porque la sociedad es cambiante y, en esa medida, la universidad tendrá que ofrecer una educación constante, a lo largo de la vida y no solo con la responsabilidad de formar estudiantes sino también con el deber de irradiarse hacia la sociedad y constituirse como foco”.

    La academia, concluye el profesor, es fundamental en cuanto a la generación de conocimiento y al desarrollo social, económico y cultural; “factores muy importantes para garantizar la equidad, incluso, de las naciones. Por ahora, yo diría que, en general, hay optimismo frente a la idea de progreso”.

    (FIN/CST)

    8 de agosto del 2019