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Tras años de experimentación un profesor y su grupo de investigación consideran que su resultado ofrece una nueva solución técnica a un problema o una nueva manera de hacer algo y que es un aporte novedoso susceptible de ser protegido mediante una patente, es decir, que una vez se revele la invención se obtiene un derecho de titularidad sobre la misma. Con base en esa primera consideración empieza un proceso que implica trámites internos y externos y que tarda años.

  • La patente al cono modificado para pruebas de asentamiento de concretos, es la más reciente concedida a la UNAL Medellín.

    La patente al cono modificado para pruebas de asentamiento de concretos, es la más reciente concedida a la UNAL Medellín.

  • El microscopio holográfico con lentes fue patentado en 2017.

    El microscopio holográfico con lentes fue patentado en 2017.

  • Equipo Unidad de Vigilancia Estratégica e Inteligencia Competitiva, de izquierda a derecha: Paola Restrepo, Girlesa Uribe y Ángela María Benítez.

    Equipo Unidad de Vigilancia Estratégica e Inteligencia Competitiva, de izquierda a derecha: Paola Restrepo, Girlesa Uribe y Ángela María Benítez.

  • A la fecha la Superintendencia de Industria y Comercio ha otorgado 25 patentes a la UNAL Medellín.

    A la fecha la Superintendencia de Industria y Comercio ha otorgado 25 patentes a la UNAL Medellín.

  • Lida Isabel Tamayo, jefe de Extensión.

    Lida Isabel Tamayo, jefe de Extensión.

    En la Universidad Nacional de Colombia en Medellín el proceso para tramitar una patente se hace mediante la Unidad de Gestión Tecnológica adscrita a la Dirección de Investigación y Extensión y con apoyo de la Unidad de Vigilancia Estratégica e Inteligencia Competitiva de la Biblioteca Efe Gómez.

    “El primer paso es que los profesores diligencien un formato que se llama reporte de invención, en el cual se les plantea una serie de preguntas iniciales con base en las cuales desde la Unidad de Gestión Tecnológica evaluamos qué tipo de resultado tienen”, explicó Lida Isabel Tamayo Giraldo, jefe de Extensión de la Dirección de Investigación y Extensión.

    El reporte de invención incluye aspectos como la descripción del resultado de investigación, el aporte de novedad y su aplicación industrial o impacto social. Con base en él la Unidad de Gestión Tecnológica emprende el segundo paso: contactarse con el grupo de vigías de la Biblioteca Efe Gómez para hacer la vigilancia tecnológica y comercial del producto o proceso susceptible de patente.

    La vigilancia, una herramienta de apoyo a la gestión

    “En el caso del apoyo a grupos de investigación que están desarrollando innovaciones y que tienen pretensión de patentar, se hace una vigilancia tecnológica que busca tecnologías asociadas al producto o proceso y una vigilancia comercial que se enfoca en el mercado”, señaló Ángela María Benítez, analista de la Unidad de Vigilancia Estratégica e Inteligencia Competitiva.

    Este proceso puede tomar alrededor de tres a cuatro meses y es una labor ardua pues implica una revisión exhaustiva en el ámbito científico, técnico, tecnológico, comercial, entre otros, en diferentes fuentes de información como bases de datos científicas, de patentes, comerciales, repositorios institucionales, centros de investigación, e incluso búsquedas generales en la web, en portales, redes sociales, blogs y páginas de instituciones y organizaciones relacionadas con la tecnología o invención que se quiere patentar.

    Pero si no parece sencillo, todavía hay más: “Antes de la búsqueda se realiza una inmersión en la temática, denominada “microcultura”. Luego se hace un proceso de planeación durante el cual se elaboran ecuaciones de búsqueda que son validadas con los expertos, con el fin de obtener resultados precisos y pertinentes al tema. Entonces se leen y analizan los resultados que se consideran relevantes de acuerdo con los campos claves como el título, resumen, conclusiones, áreas de investigación y otras variables”, aclaró Paola Restrepo, también analista.

    En tal sentido, el proceso de vigilancia es un ejercicio de búsqueda, análisis, recuperación y validación de la información que culmina con un informe que, a su vez, le permite al solicitante y a los tomadores de decisiones saber si su resultado es susceptible de patentar o no. “De ahí que la vigilancia sea un factor determinante para tomar una buena decisión”, resaltó la analista Astrid Girlesa Uribe.

    Después del reporte preliminar, el proceso continúa

    El informe de la Unidad de Vigilancia Estratégica e Inteligencia Competitiva configura el reporte preliminar con el que además concluye el paso dos del trámite interno.

    “Ese informe nos presenta el interés de otras empresas o instituciones en soluciones similares a las que nosotros estamos planteando y eso nos indica que nuestro producto o proceso puede ser técnicamente novedoso, que representa un aporte creativo o intelectual importante, y que tiene una viabilidad comercial o socialmente pueda satisfacer una necesidad”, dijo Tamayo Giraldo.

    El tercer paso implica que el docente solicitante presente el reporte de invención y el informe de vigilancia tecnológica ante el Consejo de Facultad, dado que cada una de ellas asume los costos que acarrea el trámite de una patente, es este órgano el encargado de dar el aval para continuar o no el proceso de protección del resultado e investigación.

    Cuando el respectivo Consejo de Facultad avala la continuidad del trámite el docente debe presentar, nuevamente, el reporte de invención y el informe de vigilancia tecnológica, esta vez ante el Comité de Propiedad Intelectual de la Sede donde se recomienda o no el inicio del trámite por medio de patente.

    “Para el proceso siguiente necesitamos el apoyo de firmas de propiedad intelectual con experiencia las cuales nos ayudan a elaborar dos documentos técnicos: la búsqueda de anterioridades, es decir una investigación mucho más profunda para analizar novedad, nivel inventivo y aplicación industrial. Tras esta se emite un concepto de patentabilidad”, expresó Tamayo Giraldo.

    El segundo documento es la redacción de una memoria técnica, que contiene un resumen, la descripción del invento, las reivindicaciones y figuras o ejemplos. En las reivindicaciones, se define la materia que se desea proteger y, por lo tanto, determina el alcance de la protección, sobre estas se determinan las autorizaciones que el titular del derecho concede a los terceros.

    La construcción de estos dos documentos técnicos puede tomar alrededor de cuatro meses, a ellos se añade la información legal como la cesión de derechos patrimoniales de los inventores a la Universidad, por su parte, los derechos morales les corresponden a los investigadores. Con esa documentación se hace un registro en la Superintendencia de Industria y Comercio, SIC, entidad competente en Colombia para conceder la titularidad de derechos sobre una invención.

    El trámite en la SIC

    Alrededor de tres a cuatro años puede tomarle a la SIC negar o conceder una patente. Una vez recibidos los documentos de solicitud la Superintendencia hace un primer proceso que se llama examen de forma para verificar el cumplimiento de requisitos. En algunas ocasiones la documentación se devuelve a los solicitantes para que se complete los elementos faltantes en un plazo de dos meses.

    Una vez superado el examen de forma, el trámite continúa. “Nosotros debemos hacer una vigilancia continua sobre el proceso porque si llegamos a omitir alguna gestión la SIC determina que la patente quedó en abandono”, subrayó la jefe de Extensión, Lida Tamayo.

    Durante el trámite, hay un periodo en el que la entidad hace la publicación de la patente, tras esto los solicitantes deben pedir el examen de patentabilidad oficial por parte de la entidad. “Entonces la SIC examina si el invento cumple con los requisitos de patentabilidad. Si encuentra que el invento no es patentable o que la solicitud no cumple con alguno de los requisitos para la concesión, solicitará una respuesta. Eso es lo que se llama requerimiento al examen de fondo y la respuesta debe darse en el tiempo oportuno, de lo contrario, la patente queda en abandono”, explicó Tamayo Giraldo.

    De nuevo la Superintendencia revisa la respuesta y, en muchos casos se pide una entrevista con el examinador que permite aclarar la invención. Finalmente, la SIC niega o concede la patente: si se niega el solicitante tiene derecho a interponer un recurso de reposición que implica otro proceso; si se concede, el solicitante de la patente deberá pagar anualmente y durante veinte años una tasa de mantenimiento. Si no se paga anualmente, la patente queda en abandono.

    Todos los trámites que se hacen ante SIC tienen un costo que es asumido enteramente por la Universidad. En promedio, desde la búsqueda de anterioridades hasta la redacción de los documentos técnicos, se invierten unos 15 millones de pesos; a ello se debe añadir el valor del mantenimiento de la patente.

    El valle de la muerte

    Según Tamayo Giraldo, el proceso de patente “es un medio y no un fin”, engranado en una estrategia de transferencia de conocimiento del que hacen parte otras modalidades de protección como son: derechos de autor, modelos de utilidad, diseños industriales, variedades vegetales y demás.

    “Nosotros evaluamos la madurez de la tecnología de nuestros resultados de investigación con base en la escala TRL (Technology Readiness Levels) y encontramos que están alcanzando un nivel de madurez que puede llegar a cuatro, es decir, son resultados con validación de componentes o sistema en un ambiente de laboratorio. El valor máximo de la escala es nueve y significa que el sistema está probado con éxito en entorno real y existe un producto listo para la sociedad.

    El camino que debe recorrerse desde los resultados en laboratorio hasta configurar un producto y llegar al mercado, es lo que se conoce como “el valle de la muerte” y el reto está en encontrar financiación para estas etapas que incluyen la validación de la tecnología en condiciones relevantes a las reales operativas y prototipo con sistema operativo funcional demostrado en ambiente operacional.

    “Para eso las universidades y las empresas necesitamos entablar conversación permanente. Cuando encontramos estas compañías dispuestas a invertir en ese riesgo, empezamos un proceso de negociación que pude incluir etapas de validación tecnológica y comercial y finalmente establecer acuerdos de licenciamiento; es decir, de la autorización que el titular de una patente le da a un tercero para que pueda explotar ese procedimiento o producto y fabricarlo, distribuirlo y venderlo”, a cambio de una remuneración y por un periodo de tiempo, destacó Tamayo Giraldo.

    La Universidad, añadió la Jefe de Extensión, ha avanzado mucho en hacer validaciones tecnológicas, lo cual es clave porque facilita el relacionamiento con las empresas, aliados imprescindibles para cruzar ese “valle de la muerte”.

    “Patentar es hacer una protección responsable del conocimiento”

    Solo los productos o procesos que representen una solución para un problema son susceptibles de ser patentados, el mayor peso está en su impacto social. Al respecto Tamayo Giraldo hace hincapié en que “la transferencia de tecnología no es un negocio para hacer dinero”; se trata más bien de comprobar que nuestros resultados de investigación sirven, son pertinentes y pueden ser aprovechados.

    “Patentar es un manejo responsable del conocimiento porque es una manera de asegurar que si algo que fue generado con recursos públicos puede ser aprovechado legalmente por otro, lo ideal es que ese otro le retribuya a la Universidad su esfuerzo investigativo, económico y de tiempo”, concluyó Lida Isabel Tamayo Giraldo.

    (FIN/CST)

    24 de julio del 2019