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Ser una Facultad del siglo XXI con cara del XXII y avocada a seguir forjando país, es la bandera que guía el rumbo de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín en su cumpleaños 132.

  • La Escuela Nacional de Minas fue creada en 1886 y se materializó en 1887. Foto: cortesía Oficina de Comunicaciones Facultad de Minas.

    La Escuela Nacional de Minas fue creada en 1886 y se materializó en 1887. Foto: cortesía Oficina de Comunicaciones Facultad de Minas.

  • En la década de los 40 fue anexada a la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y se convirtió en Facultad. Foto: cortesía Oficina de Comunicaciones Facultad de Minas.

    En la década de los 40 fue anexada a la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y se convirtió en Facultad. Foto: cortesía Oficina de Comunicaciones Facultad de Minas.

  • Han sido 132 años llevando las riendas y marcando el rumbo de la ingeniería en Colombia.

    Han sido 132 años llevando las riendas y marcando el rumbo de la ingeniería en Colombia.

  • En 1908 se graduaron los primeros ingenieros de Minas en el país.

    En 1908 se graduaron los primeros ingenieros de Minas en el país.

  • La apropiación de nuevas tecnologías y la innovación son algunas de las premisas que definen el presente de la Facultad.

    La apropiación de nuevas tecnologías y la innovación son algunas de las premisas que definen el presente de la Facultad.

    Con los pies en el presente, enfocada en los tiempos venideros, pero sin olvidar la tradición de esa Escuela Nacional de Minas, que la precedió desde 1887 y hasta 1940 cuando fue anexada a la U.N. y convertida en Facultad; esta casa académica siempre ha asumido el compromiso con el país de formar, bajo la premisa de trabajo y rectitud, a los ingenieros que Colombia demanda.

    En ese orden, para la decana, Verónica Botero Fernández, hoy más que nunca es fundamental “mirar hacia adentro para corregir errores, acercarse más a la sociedad para dialogar con ella y construir juntos soluciones innovadoras, así como aproximarse a los pares dentro y fuera de la academia para establecer mejores redes de conocimiento”.

    Una rápida mirada a la tradición

    “Cuando pienso en el pasado de la Facultad me la imagino como un espacio al cual solo se recurría para estudiar y recibir clases magistrales, donde tal vez quedaba un poco de lado la parte social y cultural y me la imagino como el lugar que llenaba de orgullo a los que estudiaban en ella; algo que permanece hasta nuestros días”, esa es la idea que Mariana López Roldán, de octavo semestre de Ingeniería Industrial, tiene de la Facultad.

    Su mirada, no es tan descabellada, la Escuela Nacional de Minas, creada mediante la Ley 60 de 1886, fue concebida por la alta sociedad antioqueña como aquella donde debían formarse los ingenieros que iban a definir la economía, la infraestructura y el futuro de la región. Hombres como Tulio y Pedro Nel Ospina, José María Villa, Luis Tisnés, entre otros, se echaron encima la responsabilidad de sacarla adelante.

    Después llegaron otros como Luis Osorio, Pedro Rodríguez, Francisco Rodríguez y Alejandro López, los primeros ingenieros con título de la Escuela y quienes identificaron que la minería per se no era suficiente y empezaron a trabajar con la industria; “ellos fueron los pioneros de la industrialización antioqueña”, dice la profesora Botero Fernández.

    “La facultad se fue desarrollando y abriendo en distintas ramas, los primeros programas eran solamente de Civil y de Minas hasta que empezaron a entender que había otras áreas de conocimiento que debían desarrollarse desde la academia; así nacieron ingenierías como Petróleos, Geológica, Administrativa, Química, Mecánica, entre muchas otras”, añade la decana.

    Hasta mediados de los 70, en la Facultad se dictaban todos los contenidos de fundamentación, en el 75 salió como una escisión de ella la Facultad de Ciencias, que asumió cursos como física, química, matemáticas, cálculos y demás. Antes, hacia la década de 1950, ya había dado origen a la Facultad de Arquitectura.  

    El profesor Juan Manuel Vélez Restrepo, quien fuera decano enr5te 2006 y 2010, e ingeniero mecánico de la U.N., recuerda sus años de estudiante (entre 1975 y 1983) como una época marcada, primero, por una situación de orden académico, político y social muy convulsionada: “se presentaban huelgas prolongadas de ochos meses a un año, muchas veces se hacía un solo semestre, eso hizo que nuestra generación se tomara tanto tiempo para egresar”, aun así, destaca, “la exigencia era altísima”.

    Y recuerda que una carrera de ingeniería para su época tenía del orden de 80 materias lo cual implicaba cursar entre ocho a diez por semestre, esto fue así hasta la década de los 90, cuando se reformó el Estatuto Estudiantil reduciendo casi en un 15% las horas clase.

    “Había otro componente muy importante: teníamos alrededor de 11 cursos de humanidades como obligatorios, por ejemplo, Economía Colombiana o Historia, y otros electivos como Literatura. Si bien no se tenía la información global y especializada de hoy, tal vez los jóvenes salíamos más contextualizados de la situación real del país”, resalta.

    El estudiante, recuerda el profesor, estaba siempre centrado en la tarea académica y tenía mucha voluntad de práctica, además, del equilibrio entre la componente de ciencia básica, ingenieril y humana.

    La Facultad ha sabido responder a los tiempos

    En las últimas décadas del Siglo XX la Facultad de Minas pasó de educar a la élite antiqueña y abrió su formación a otros estratos, así se consolidó como el lugar para gestar importantes transformaciones sociales mediante la educación.

    “Empezamos a meternos en áreas de conocimiento que han sido pioneras en el desarrollo actual de este país, por ejemplo, se creó el primer programa de doctorado en Colombia que es el Doctorado en Ingeniería - Recursos Hidráulicos, a su vez, esto posibilitó el comienzo del desarrollo hidroeléctrico y del uso de recursos renovables”, cuenta la profesora Verónica Botero Fernández.

    Además, se insertó a la perfección en el proceso de transformación de la Universidad que pasó de la docencia casi exclusiva a valorar la investigación como generadora de conocimiento y motor de desarrollo.

    Para el profesor Vélez Restrepo esto tuvo que ver, en gran proporción, con la Reforma Estudiantil de los 90, debido a que ella generó una estrategia muy valiosa de líneas de profundización. “Eso tuvo un impacto grande en la Facultad porque condujo a los profesores a crear campos de especialización y sembró la semilla de los estudios de posgrado”, que tienen como base la investigación.

    Aunque los tiempos mutan y con ellos el espíritu, la esencia de pujanza y excelencia de la Facultad de Minas ha permanecido inalterable. Con casi 30 años como secretaria de la decanatura, Nancy Arenas Castañeda, asegura que siempre ha sido un espacio acogedor.

    “Todos los que ingresan a la Universidad Nacional: profesores, estudiantes y empleados, y específicamente a esta Facultad, adquieren automáticamente sentimientos de respeto, amor y orgullo, eso hace que, a pesar de los años, las cosas no cambien tanto. Y los profesionales que acá se forman tiene algo muy especial, son técnicamente muy buenos y humanamente intachables”, afirma Arenas Castañeda.

    Una Facultad con grandes desafíos

    “En el futuro, a nivel de infraestructura me imagino una Facultad con espacios al aire libre, dinámicos, innovadores y ambientados para facilitar el estudio tipo coworking y que permita tener una visión diferente de los avances tecnológicos presentes en la sociedad”, sueña Mariana López Roldán.

    El país de hoy no es el mismo de finales del siglo XIX, ni de mediados del XX, con certeza tampoco el de comienzos del XXI. La Colombia actual vive necesidades apremiantes que tienen que ver con aspectos como cambio climático, calidad del aire, movilidad, sostenibilidad, uso de nuevos materiales, posacuerdo, acceso a recursos, entre muchos otros, frente a los que la ingeniería, y particularmente la Facultad de Minas como madre fundadora, tiene la responsabilidad de hacer presencia planteando soluciones reales y aplicables.

    Para López Roldán, desafíos como la educación y la investigación desde la mirada de la innovación y del uso de nuevas tecnologías en los diferentes entornos sociales, son algunos de los que ya están presentes en los salones de clase.

    Desde el punto de vista de la docencia, apunta el profesor Juan Manuel Vélez, hay que generar nuevas pedagogías para que los estudiantes puedan perfeccionar su formación de manera complementaria a lo que se ve en las aulas o laboratorios. “Por ejemplo, aprendizaje basado en problemas o en proyectos, y muchas otras estrategias que pongan al estudiante de cara al mundo real y sea él quien, con la base de conocimiento que se le ha dado, complemente su proceso”. Además, dice, es fundamental el trabajo interdisciplinario y en equipo para resolver asuntos complejos que involucran todas las áreas del conocimiento.

    “También considero importantísimo que los profesores que lleguen a la Facultad puedan interpretar su papel histórico, el cual pasa por revaluar las formas; la historia no puede impedir la transformación hacia nuevas estructuras”, destaca el docente.

    Por su parte, la decana Botero Fernández, señala que es preciso construir una Facultad más incluyente y diversa, esto en términos de mayor acceso de mujeres a carreras relacionadas con ciencia, tecnologías e ingeniería; así como armonizar los procesos formativos apoyándose en áreas del conocimiento también cruciales como las humanidades e, incluso, las artes.

    Con 12 programas de pregrado, 41 de posgrado, alrededor de 7.000 estudiantes y miles de egresados, la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín se promete otros 132 años siendo el estandarte de la ingeniería del país.

    (FIN/CST)

    11 de abril del 2019