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“¿Se quiere ir pa’l Amazonas?”. Esa fue la pregunta que a mediados de la década de los 80 le hizo el profesor Álvaro Lema a la estudiante de último semestre de Ingeniería Forestal, Ligia Estela Urrego Giraldo, quien no podía definir sobre qué hacer su tesis de grado. “Sí”, respondió ella sin titubear y sin imaginar que esa afirmación determinaría, en gran medida, lo que iba a ser su vida personal y académica.

  • Ligia Estela Urrego es profesora de la Universidad Nacional de Colombia desde 1996.

    Ligia Estela Urrego es profesora de la Universidad Nacional de Colombia desde 1996.

  • En campo, en el aula, en el laboratorio, y donde sea, trata de contagiarles a los suyos la pasión por lo que ama.

    En campo, en el aula, en el laboratorio, y donde sea, trata de contagiarles a los suyos la pasión por lo que ama.

  • Ha dedicado su ejercicio científico al estudio de bosques tropicales de zonas bajas como cananguchales y manglares. Foto cortesía.

    Ha dedicado su ejercicio científico al estudio de bosques tropicales de zonas bajas como cananguchales y manglares. Foto cortesía.

  • Con su esposo, el también profesor de la U.N. Mauricio Sánchez, comparte su mirada de la vida y la pasión por la ecología. Foto cortesía.

    Con su esposo, el también profesor de la U.N. Mauricio Sánchez, comparte su mirada de la vida y la pasión por la ecología. Foto cortesía.

  • Se precia de tener una casa en un bosque, en el que junto a su esposo han introducido especies nativas desde 2012. Foto cortesía.

    Se precia de tener una casa en un bosque, en el que junto a su esposo han introducido especies nativas desde 2012. Foto cortesía.

  • Ligia Estela respira amor y respeto por la naturaleza a la que ha dedicado gran parte de su vida profesional.

    Ligia Estela respira amor y respeto por la naturaleza a la que ha dedicado gran parte de su vida profesional.

    “Me fui a hacer mi tesis de pregrado con bosques inundables y allá conocí al profesor Thomas van der Hammen, uno de los fundadores del Ingeominas y quien empezó los estudios geológicos y paleoecológicos en Colombia”, recuerda la profesora de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Ligia Estela Urrego Giraldo.

    En el Amazonas no solo tuvo la suerte de conocer a van der Hammen, sino que, además, logró una beca de doctorado en la Universidad de Ámsterdam bajo su tutoría; “de hecho fui su última estudiante de doctorado”, comenta. A finales de la década de los 80, ese proceso formativo la hizo retornar al Amazonas donde conoció al biólogo Mauricio Sánchez Sáenz, quien se convirtió en su esposo.

    En 1992, con motivo del cumpleaños 125 de la Universidad Nacional de Colombia, se abrió la convocatoria Generación 125, que tenía el propósito de vincular a la Institución a 125 jóvenes doctores. Entonces, en el 93, algunos de sus antiguos profesores contactaron a Ligia Estela, quien estaba concluyendo su doctorado, para que aplicara; “sin embargo en ese momento yo estaba embarazada de mi primera hija y era muy difícil adquirir una responsabilidad nueva”.

    En 1995, ya con título de doctora y con Ana María, su primogénita, de un año, la convocatoria seguía abierta, entonces sí se presentó. Finalmente, Ligia Estela se vinculó como profesora de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín en el 96, y fue la primera persona que ingresó al Departamento de Ciencias Forestales de la Facultad de Ciencias Agrarias con título de doctorado.

    Su vida académica la ha dedicado a la ecología y a la paleoecología de los bosques tropicales de zonas bajas, especialmente los bosques inundables como cananguchales y manglares. “A través del análisis del polen fósil, contenido en los sedimentos de lagunas, lagos y bosques inundables, se puede estudiar cómo fue su composición y, a partir de los cambios en la vegetación, inferir cómo fue el ambiente para su desarrollo en otras épocas”, afirma con la certeza de quien ha dedicado años al estudio de un tema y añade que con base en ello es posible analizar perspectivas de futuro de los que se consideran entre los mayores reservorios de CO2 del planeta.

    Si bien el Amazonas marcó un punto de giro en su vida, hubo una decisión anterior que también fue determinante: estudiar Ingeniería Forestal.

    “Yo quería combinar dos cosas que me habían gustado mucho en el bachillerato: las matemáticas y la biología, pero también deseaba tener un contacto más directo con la naturaleza”, que le era bastante cercana pues recuerda que su papá tuvo siempre fincas cafeteras. “Y quise estudiar en la Universidad Nacional porque la tenía referenciada como la mejor del país”, así que cuando pasó, descartó cualquier otra opción que tuviera en remojo y se dijo, con el temperamento certero que la caracteriza, “esa va a ser mi universidad”. Y lo es.

    De estudiante, dice, “era muy nerda”; y lo sigue siendo porque ahora con la investidura de profesora tiene que prepararse más y mejor que nunca para responder a la velocidad con la que avanza el conocimiento y a las inquietudes de sus alumnos. “El placer por aprender, por descubrir el funcionamiento de las cosas o las relaciones entre ellas no ha cambiado, yo valoro las horas en las que puedo consultar o leer artículos nuevos porque eso me encanta. Es un hobby”, cuenta.

    Esa pasión, que ha desarrollado durante años con paciencia y dedicación y que le contagia a sus hijas y alumnos, le ha merecido reconocimientos como que la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Física y Naturales la nombrara miembro correspondiente, ella es, de hecho, la única mujer de la U.N. Sede Medellín con este honor. Pero también, por su manera particular de ser en el aula y en campo, mereció que hace unos años los estudiantes de Ingeniería Forestal le entregaran el galardón de “Mejor pedagoga”.

    Al respecto, señala que después de su papel de madre, la docencia es lo más importante, y cada vez que sus estudiantes le manifiestan agradecimiento por lo que les ha enseñado, la profe Ligia Estela recuerda a su maestro Álvaro Lema y se pregunta si alguna vez llegará a tener esa relación próxima y valiosa que él entabló con sus discípulos.

    Entre tanto, más allá de los conocimientos específicos, el mensaje que procura dejarles a los universitarios es que se enfoquen con amor en aquello que los mueve. “Los profesores no tenemos la razón, somos controvertibles porque todas las ideas son discutibles, pero tienen que estudiar porque no se pueden poner de tercos a discutir sin argumentos. Hay que estudiar y mucho, todos los días y si a ustedes les gusta algo, métanle pasión”, es lo que siempre les dice.

    Además de cultivar la vida académica y la investigación con esmero y disciplina, Ligia Estela es esposa y mamá, para ella todos esos roles y otros más en los que se enfoca con ímpetu configuran su ser de mujer.

    Sabe que ser científica en un entorno machista como el colombiano no es tarea fácil y reconoce que, si no hubiera tenido las niñas, porque unos años después de Ana María llegó Sofía, tendría una productividad académica mayor; no obstante, también es enfática en que no lo lamenta. “Soy tan feliz de mi familia que no podría pensarla de manera diferente. No todo puede ser el trabajo o la ciencia o la docencia, la vida es eso, pero también todo lo demás y creo que lo importante es encontrar un balance”.

    A la profe Ligia Estela le faltan pocos años para jubilarse y ahora que las niñas están grandes y cultivando sus respectivos caminos, quiere dedicarse a dos cosas: la primera, a publicar unos cuantos trabajos que aún está terminando. La segunda, al refugio familiar: un pequeño bosque de regeneración en el corregimiento Porce de Santo Domingo, donde ella y su esposo tienen una casa y en el que han introducido especies nativas desde 2012; el lugar se ha convertido en el parque de juegos favorito de tucanes, micos y loros, principalmente, entre una gran variedad de fauna nativa y en su espacio de felicidad.

    (FIN/CST)

    22 de febrero del 2019