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En septiembre, tras recibir la resolución que le notificaba su pensión de vejez, Luz Amparo se dejó invadir de sentimientos: miedo, tristeza, alegría y, sobre todo, satisfacción: la del deber cumplido, misma que le hace reconocer en su jubilación la recompensa a más de 40 años de trabajo sin descanso, 28 de los cuales dedicó a la U.N.; hasta el 31 de diciembre de 2018, habrá sido la única secretaria de la Dirección Académica de la Sede Medellín.

  • “Yo no como dulce porque tengo el azúcar alto, pero para mí los confiticos son la justificación para robarles una sonrisa a todas las personas”, dice.

    “Yo no como dulce porque tengo el azúcar alto, pero para mí los confiticos son la justificación para robarles una sonrisa a todas las personas”, dice.

  • Ha recibido los tres reconocimientos de Sede por su labor, el más alto fue en 2012 con la Medalla Manuel Ancízar. Foto Cortesía.

    Ha recibido los tres reconocimientos de Sede por su labor, el más alto fue en 2012 con la Medalla Manuel Ancízar. Foto Cortesía.

  • Para Luz Amparo su equipo de trabajo es otra familia. Foto cortesía.

    Para Luz Amparo su equipo de trabajo es otra familia. Foto cortesía.

  • Luz Amparo ha sido la única secretaria de la Dirección Académica de la Sede.

    Luz Amparo ha sido la única secretaria de la Dirección Académica de la Sede.

  • “Me hace feliz mirar para atrás y leer una historia tan bonita”, cuenta Luz Amparo.

    “Me hace feliz mirar para atrás y leer una historia tan bonita”, cuenta Luz Amparo.

    Con un nudo en la garganta y sus manos temblorosas se dio a la tarea de redactar la carta de renuncia, efectiva a partir del 1 de enero de 2019. En el papel, además de comunicar la buena nueva, Luz Amparo aprovechó para agradecer a la Institución que se convirtió en otro hogar y a las personas que hicieron parte de su historia.

    Fechada el 11 de septiembre del 2018, la carta señala: “Me voy orgullosa de haber pertenecido a la mejor Universidad del país y con la satisfacción del deber cumplido. Durante estos felices 28 años de servicio tuve el privilegio de contar con personas muy valiosas y, especialmente, un agradecimiento para los 18 Directores Académicos con los que tuve la oportunidad de trabajar. Solo me llevo gratitud y un cariño muy especial por todos los que me rodearon en el paso por la Universidad. Estar acá para mí fue de lo mejor que me ha pasado”.

    Su historia con la U.N. empezó, oficialmente, el 22 de octubre de 1990, después de 12 años y medio de laborar en el sector privado. Su primogénita, Estefanía, venía en camino y la maternidad era incompatible con la carga laboral, así que, periódico en mano, Luz Amparo se dio a buscar otras opciones, porque si algo tenía claro era que “no iba a dejar de trabajar”. Así encontró en un anunció a página entera una convocatoria para secretarias en la Universidad Nacional de Colombia.

    “Nos presentamos como 200 personas para cinco cargos, yo nunca había venido acá y recuerdo que la Universidad me pareció inmensa, rendí el examen teórico en el Bloque 46 y el práctico fue en el SENA”, cuenta. Con su hoja de vida, experiencia laboral y estudios: Luz Amparo es secretaria profesional y tecnóloga en Administración de Empresas, quedó segunda en la convocatoria después de Patricia Clavijo, quien ya laboraba en la U.N. como secretaria de la Vicerrectoría de Sede.

    Entró a la Universidad pisando fuerte, a una dependencia naciente: la Dirección Académica de la Sede Medellín, y así se lo hizo saber su primera jefe, la profesora María Clara Echevarría. “Ella me dijo: vea, Luz Amparo, usted va a entrar por la puerta grande; yo te escogí de las cinco hojas de vida porque tú manejas personal, tienes experiencia y has estudiado, esta oficina va a ser muy grande y acá vas a tener la oportunidad de subir hasta la categoría mayor cuando reclasifiquen el cargo o quedarte en otro puesto, todo depende de ti”, recuerda. En efecto, la Dirección empezó a crecer y con ella su única secretaria en casi tres décadas.

    Dos años después de empezar a laborar y ya con el profesor Jairo Montoya en la Dirección, vino su segunda gestación: Paola. Fue un embarazo tan complicado que, además de los tres meses de dieta, Luz Amparo debió ausentarse de la oficina un mes antes de dar a luz. Cuando regresó a la Universidad, la llamaron de la oficina de personal: “yo pensé que me iban a echar por el largo periodo de ausencia”, pero no, por el contrario, la habían reclasificado.

    Durante su retirada, el profesor Montoya hizo consciencia de la responsabilidad y eficiencia con que su subalterna asumía el cargo y abogó para que Luz Amparo tuviera mejores condiciones laborales, y así fue. Más adelante llegó otra reclasificación y la secretaria de la Dirección Académica quedó en la categoría más alta; tan excelsa ha sido su labor que se enorgullece de haber recibido los tres reconocimientos con que la Universidad exalta la labor de sus empleados administrativos: la Medalla Alejandro López en 2001, una Mención de Honor en 2011 y la Medalla Manuel Ancízar 2012.

    En la Universidad Luz Amparo ha aprovechado el tiempo para fortalecer su formación profesional con los cursos que ofrece la Institución: ha estudiado idiomas, sistemas, manejo de programas y otros que, con los años, la han vuelto aún más competente y apetecida. Le han ofrecido mudarse a otras dependencias, ocupar otros cargos y ella, fiel a sus principios ha dicho siempre “gracias, pero no”. La razón, es feliz en la Dirección Académica y ama lo que hace.

    “Cada jefe llega con su estilo propio: he tenido de Ciencia Política, de Matemáticas, de Ciencias, en fin y, aunque la Dirección Académica es lo mismo siempre, cada uno le imprime un sello personal que la hace diferente y nueva”, comenta y agrega que tal vez sea esa la razón por la que en 28 años nunca se ha aburrido de su quehacer. Por otro lado, su carácter equilibrado, tranquilo, amable, paciente y conciliador, es el motivo por el que los 18 directores académicos la han apreciado sinceramente.

    Luz Amparo estará en su puesto hasta las 5:00 de la tarde del 31 de diciembre, el primero de enero, asegura, “es muy posible que me vaya de paseo”. Con su esposo Albeiro Cuartas Palacio, quien también se jubila este año, uno de los planes que tienen para su tiempo de retiro es viajar, la primera aventura los espera en Boyacá a donde llevan buen tiempo anhelando ir.

    Para después, para el tiempo en casa, Luz Amparo ha pensado muchas opciones, pero tiene claro que cada día tiene su afán así que no se preocupa al respecto. Le gustaría, dice, hacer algún tipo de voluntariado, tal vez hacer deporte, cultivar todavía más el componente familiar, compartir con su nieto José Miguel y, entre más opciones, agradece que su hermana mayor, Luz Stella, se haya jubilado también este año, “con ella seguro voy a disfrutar mucho de mi tiempo”.

    Va a extrañar, sentencia, a su equipo de trabajo, a sus compañeros de piso, a sus jefes, las integraciones, pero, sobre todo, llevar el calendario de aniversarios, organizar los festejos y, por supuesto, surtir los dulces por los que es reconocida la Dirección Académica. “Los cumpleaños del piso y los confites, no sé a quién se lo voy a heredar”, comenta risueña.

    El lunes 22 de octubre de 1990, cuando Luz Amparo empezó en la Universidad, no imaginó que 28 años más tarde estaría concluyendo con tantas emociones uno de los más bellos capítulos de su historia. “Me voy feliz porque voy a descansar y triste por lo que dejo, pero soy consciente de que es lo que tiene que pasar: uno debe saber abrir y cerrar etapas, esa es la vida. Ahora ojalá nos vaya muy bien”, concluye.

    (FIN/CST)

    23 de noviembre del 2018