Un bloque cuadrado de 35*35 con un espacio calado (hueco) desviado hacia la esquina inferior derecha, compacto, robusto y macizo, de aproximadamente 8 kg de peso, pero portable, y confeccionado en suelo residual, cemento, cal hidratada y agua, fue el diseño de los cuatro estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

El diseño obedeció al ejercicio final que desarrollaron, en 2017, los estudiantes Katherine Castañeda (Construcción), Alejando Posada, Laura Victoria Valencia y Miguel Ángel Galvis de Arquitectura (ellos tres ya se graduaron), a propósito de la electiva Construcción Sostenible bajo la coordinación del profesor Carlos Mauricio Bedoya.

La idea de los jóvenes vuelve la mirada a la tapia, técnica tradicional de construcción que utiliza la tierra como material principal. A propósito, el arquitecto Miguel Ángel Galvis apuntó que la tapia ha estado cargada con prejuicios como que es un método anacrónico y es usualmente asociada a la idea de la pobreza. Por el contrario, “quisimos demostrar que el suelo residual sigue estando vigente: con ella se pueden hacer construcciones modernas o contemporáneas porque lo que importa es el detalle arquitectónico”.

El profesor Bedoya destacó que los estudiantes tuvieron la idea de sacar la tapia a nivel modular para hacer más fácil su manipulación en obra, de esta manera apareció el diseño industrial que fue protegido. “No todo el mundo está preparado para hacer una buena tapia y creemos que este es un aporte importante para modernizar o recontextualizar la técnica”, añadió el docente.

Más allá de lo estético, la forma del diseño está condicionada por su funcionalidad: que se puedan acomodar o emplazar adecuadamente unos bloques con otros respecto a la estructura, que no pese mucho y que sea resistente. “Además, de pensar en utilizar los recursos de la zona (suelo residual), tuvimos en cuenta implementar detalles para lograr reducciones en cuanto a ventilación e iluminación para hacerlo más sostenible, por eso es un bloque calado”, explicó Katherine Castañeda.

Respecto al componente de sostenibilidad, los diseñadores resaltaron que es común que en las construcciones aparezcan abundantes residuos de demolición, cortes de terreno, excavaciones y demás, esto es lo que llaman suelos residuales: tierra, muchas veces incluso hay que pagar para deshacerse de ese material, de ahí que la propuesta es reutilizarlo para la elaboración de estos bloques prefabricados de tapia.

La perspectiva de futuro está puesta en la funcionalidad de la forma, por eso los diseñadores reconocen que el proceso debe continuar. “Todavía tenemos mucho por explorar, al bloque hay que hacerle ensayos mecánicos y físicos para analizar su resistencia y hay que experimentar y hacer pruebas de laboratorio para mirar en conjunto cómo funcionaría el sistema”, señaló Castañeda.

Finalmente, el profesor Bedoya se refirió a la importancia de este tipo de desarrollos académicos y, particularmente, al registro otorgado por la Superintendencia: “este reconocimiento da pie a que se avance hacia la etapa de simulación a nivel de técnica constructiva y cómo funcionaría en campo, lo cual puede constituirse como un aporte de la Universidad a la sociedad en la medida en que esta sería una posible nueva técnica constructiva”, precisó.

(FIN/CST)

21 de noviembre del 2018