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Iban a ser las siete de la mañana de un ya remoto domingo de marzo de 2007, sobre la Avenida Regional, junto al emblemático puente de Guayaquil, María Hermelinda Mosquera Ruiz aguardaba la largada, igual que otros cientos de participantes, a diferencia de los demás corredores ella se mostraba claramente nerviosa, ansiosa y, quizás, algo confundida; sin mucha preparación correría 42 kilómetros, su primera maratón. Tres horas con 36 minutos y 16 segundos después la atleta cruzó la meta ubicada en el parque principal del municipio de Barbosa; había llegado en primer lugar.

  • Hermelinda es historiadora y estudiante de la Maestría en Estética de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la U.N. Sede Medellín.

    Hermelinda es historiadora y estudiante de la Maestría en Estética de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la U.N. Sede Medellín.

  • En su casa Hermelinda tiene algo así como el salón de la fama, allí reposan sus trofeos y medallas.

    En su casa Hermelinda tiene algo así como el salón de la fama, allí reposan sus trofeos y medallas.

  • María Hermelinda es secretaria de la Escuela de Artes de la Facultad de Arquitectura.

    María Hermelinda es secretaria de la Escuela de Artes de la Facultad de Arquitectura.

  • El número con el que corrió en Berlín representa el logro de sus propósitos.

    El número con el que corrió en Berlín representa el logro de sus propósitos.

  • La Maratón de Berlín es la segunda de las seis grandes maratones que Hermelinda aspira correr.

    La Maratón de Berlín es la segunda de las seis grandes maratones que Hermelinda aspira correr.

  • La Vicerrectoría de Sede le entregó a la atleta Moción de Reconocimiento por su participación en la Maratón de Berlín.

    La Vicerrectoría de Sede le entregó a la atleta Moción de Reconocimiento por su participación en la Maratón de Berlín.

    “Todo el mundo se quedó aterrado porque yo era una completa desconocida entre los atletas”, recuerda. Ella, incluso, estaba perpleja, no obstante, aquel primer trofeo fue su gran motivación, desde entonces no ha dejado de correr, por el contrario, se despertó en ella una suerte de fiebre por el deporte. La historia tras la historia es todavía más increíble. 

    María Hermelinda es secretaria de la Escuela de Artes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín; a la Institución llegó en 1995 para hacer un remplazo de 8 días que, felizmente, se le extendió en el tiempo hasta que gracias a un concurso logró vincularse a la U.N. Trascurrió una década en la que la funcionaria aprovechó para enriquecer su formación en muchos aspectos.

    En una ocasión, evoca entre una risa jocosa con la que se burla de lo inverosímil del recuerdo, la invitaron a subir el Cerro El Volador con propósitos deportivos y recreativos “y casi no lo subo, en ese momento me dije ‘estoy muy mal’”, así que empezó a entrenar con el equipo de atletismo de la U.N. y ahí conoció a un compañero que la convenció de inscribirse a aquella primera maratón. 

    Los entrenamientos con el equipo duraron poco, pues Hermelinda es una mujer de grandes exigencias y empezó a sentir que necesitaba una disciplina más rigurosa; se dedicó a leer, a estudiar, a documentarse sobre el tema hasta que consideró que podía entrenarse por su cuenta, sin equipo, sin instructor, y su metodología ha rendido buenos frutos. Lleva casi 12 años dedicada a las carreras: hace 10, 21 y 42 kilómetros, las maratones, por supuesto, son para la atleta la joya de la corona por el reto enorme que implican.

    Hermelinda ya perdió el cálculo de las competencias en las que ha participado, de ello dan cuenta los incontables trofeos y medallas que atesora en su casa. Bogotá, Pereira, Cali, La Ceja, Rionegro, por supuesto Medellín, y muchas otras ciudades del país han sido testigo de su esfuerzo porque casi siempre alcanza pódium. Para ella, sin embargo, hay dos carreras que tienen un lugar especial en su memoria: la maratón de Boston, en 2016, y la de Berlín en 2018.

    Tres horas y 31 minutos le llevó el lunes 18 de abril de 2016 completar la maratón de Boston, una de las seis más importantes del mundo junto a las de Tokio, Chicago, Berlín, Londres y Nueva York, entre unos 30 mil participantes Hermelinda ocupó el puesto 121 y, aunque reconoce que le fue muy bien, cierta desazón la acompaña porque sabe que habría podido dar más si no hubiese cometido la novatada de estrenar tenis ese día. Esa espinita, por suerte, se la sacó hace unas dos semanas, precisamente, en Berlín.  

    “Éramos más de 40 mil atletas y yo logré el puesto 311 de mi categoría: veteranos A, pero quedé feliz porque mi tiempo fue 3h 15m 44s, con eso ya puedo hacer sobrada las otras cuatro”, afirma, porque Hermelinda tiene una meta clara, completar las seis grandes maratones. Con su marca, disciplina, ganas y la manera de entrenar, ese propósito se vislumbra próximo.  

    El resultado de la experiencia en Alemania la llena de orgullo pues logró superar la seguidilla de eventos desafortunados que la precedieron: un viaje que se prolongó por casi 24 horas, la retención de su equipaje por la Aduana y, lo peor, el extravío momentáneo del chip responsable de registrar su participación en la competencia.  

    En la misma proporción que el deporte, en la vida de Hermelinda pesan otros aspectos: la formación profesional, es historiadora de la U.N. Sede Medellín y actualmente cursa estudios de Maestría en Estética; la familia, es la mamá consagrada de Érika e Isaías, sus más grandes tesoros; lo laboral, es la secretaria de la Escuela de Artes de la Facultad de Arquitectura; y lo esencialmente humano, abraza su historia con lo bueno y lo no tan bueno pues es consciente de que gracias a las dificultades ha podido gozar de los triunfos con esa inocencia casi infantil que la caracteriza.  

    Todo eso, declara con seguridad, se lo agradece a la Universidad Nacional de Colombia, la institución que le permitió echar raíces y, al mismo tiempo, abrir sus alas tan ampliamente para volar hasta alcanzar cada objetivo que se ha propuesto.

    Hermelinda es tímida, no le gusta alardear de sus triunfos y les rehúye a los reconocimientos; es dulce, delicada, comprometida y, sobre todo, es la valiente que fue capaz de superar la historia de la niña, oriunda de Acosó, una vereda del municipio de Condoto en El Chocó, que acompañaba a su abuela Juana Hortensia en largas caminatas que se prolongaban por horas para extraerle a la tierra un poco de oro y luego regresar a casa con el sustento diario, para florecer hasta convertirse no en la profesora que soñaba su madre Lorenza, pero definitivamente sí en maestra de vida.

    (FIN/CST)

    28 de septiembre del 2018