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La innovación, la creatividad y el deseo de hacerlo todo nuevo y mejor son algunos de los valores que hoy se asocian con el mercado, el emprendimiento y el capitalismo, no obstante, estos ideales fueron primero del arte de vanguardia; dos instituciones que, según el escritor y doctor en Antropología Social Carlos Granés, han corrido paralelas pero desde polos opuestos.

  • Carlos Granés es escritor y doctor en Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid.

    Carlos Granés es escritor y doctor en Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid.

  • IV Encuentro Internacional de Estética y Filosofía del Arte y III Encuentro Internacional de Estética y Nuevos Medios, organizado por el ITM y la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la U.N. Sede Medellín.

    IV Encuentro Internacional de Estética y Filosofía del Arte y III Encuentro Internacional de Estética y Nuevos Medios, organizado por el ITM y la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la U.N. Sede Medellín.

  • Time/Bank, proyecto de Julieta Arada y Aton Vidokle que propone el tiempo como moneda y se ajusta a la idea de nuevas vanguardias. Foto tomada de: https://www.e-flux.com/program/65359/grand-opening-of-time-store-in-new-york-city/

    Time/Bank, proyecto de Julieta Arada y Aton Vidokle que propone el tiempo como moneda y se ajusta a la idea de nuevas vanguardias. Foto tomada de: https://www.e-flux.com/program/65359/grand-opening-of-time-store-in-new-york-city/

  • En 2015 el proyecto artístico Dismaland, del artista inglés Banksy, propuso una crítica a Disneyland desde la ironía. Foto tomada de: http://www.earthlymission.com/banksys-dismaland-is-closed-but-now-you-can-take-a-360-tour-in-4k/

    En 2015 el proyecto artístico Dismaland, del artista inglés Banksy, propuso una crítica a Disneyland desde la ironía. Foto tomada de: http://www.earthlymission.com/banksys-dismaland-is-closed-but-now-you-can-take-a-360-tour-in-4k/

    “El arte de vanguardia ha sido decididamente antiburgués y anticapitalista, pero el capitalismo siempre ha estado merodeando y tratando de seducirlo para que se preste a sus fines”, explicó Granés, quien agregó que hacia finales de la década de los 60, en efecto, se logró ese cometido y se estableció una relación de complicidad algo disimulada entre las partes.

    “Los artistas siguieron jugando a detestar a los capitalistas, quienes financiaron muchos proyectos y exposiciones de vanguardia y se beneficiaron de ese espíritu de ruptura, de innovación y de experimentación”, precisó Granés.

    Con base en esa relación, que con los años fue haciéndose evidente, el artista pasó de ser visto como un rebelde a ser algo así como una marca lucrativa, lo cual se explica por el interés de las compañías en darle un toque artístico a sus productos para que el consumidor no sintiera que compraba un objeto simple, sino uno recargado de cualidades y valores estéticos. “Por su parte, al artista también le conviene porque esto le llena los bolsillos de dinero; de hecho, ya no hay un repudio del artista hacia la riqueza”, señala.

    En un escenario en el que la rutina del arte contemporáneo parece reducirlo a piezas que se venden por millones o a aquello que se expone en bienales o que es patrocinado por los estados, o a los best seller en el caso de la literatura, obliga a preguntarse por la existencia de vanguardias en la actualidad. Al respecto, Granés sostiene que sin duda hay prácticas artísticas que están fuera de circuitos, de bienales, museos y galerías, en las que tal vez podrían encontrarse elementos propios del arte de vanguardia.

    Para el escritor, por ejemplo, lo que se gestó en la sociedad tras los movimientos transgénero y queer, hace unos 15 años, correspondió a procesos de vanguardia que, no obstante, hoy ya no lo son o están desdibujándose por cuanto hacen parte de la cotidianidad. “Las reivindicaciones de lo trans, que eran al principio muy chocantes porque exploraba sexualidades diversas, lograron poner en la agenda pública una realidad que hoy es un tema de debate y frente al cual hay una sensibilización y un éxito tremendo, pero ya se está convirtiendo nuevamente en rutina”.

    El ejemplo que propone Granés, que además está vinculado con la relación beneficiosa de los últimos años entre el arte de vanguardia y el capitalismo, se explica porque el carácter vanguardista de algo está dado desde el choque con lo establecido y propone ir en contravención de los valores socialmente compartidos.

    “Ya hemos visto tanta vanguardia y ha tenido tal efecto en nuestra sensibilidad que es difícil que algo nos choque, nos agreda; nos hemos vuelto absolutamente abiertos, plurales y tolerantes y eso ha hecho que la vanguardia que antes permanecía en los márgenes se legitime y conquiste los museos y los mercados y ya es nuestra rutina. Es decir, la etiqueta vanguardia se sigue usando, pero ya no lo es”, precisó.

    La gran paradoja que lleva inmersa la vanguardia es que cuando se impone, pierde su carácter. La solución a ello puede, según Granés, darse en dos vías: en la búsqueda constante de nuevas luchas, por un lado, o en aceptar que es posible volverse conservador y guardar las conquistas hasta que aparezca una nueva generación con ideas y expectativas vitales diferentes, por otro.

    Lo cierto, por ahora, es que el mundo carece de vanguardias y, en ese orden, también las reclama.

    Carlos Granés presentó sus reflexiones en la conferencia inaugural del IV Encuentro Internacional de Estética y Filosofía del Arte y III Encuentro Internacional de Estética y Nuevos Medios, organizado por el ITM y la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la U.N. Sede Medellín.

    (FIN/CST)

    4 de septiembre del 2018