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Contiguo a una ventana, por la que se filtran la brisa y la luz, está el escritorio de José Luis Falcón Prasca. A través del gran marco blanco, el hombre, que bien podría ser el más amable de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, saluda una y otra vez a quien pasa por el frente.

  • Desde el 2015 José Luis es el jefe de Nómina de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

    Desde el 2015 José Luis es el jefe de Nómina de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

  • Ha representado a la Institución en tenis y fútbol.

    Ha representado a la Institución en tenis y fútbol.

  • José Luis encara la vida siempre con una sonrisa.

    José Luis encara la vida siempre con una sonrisa.

  • Lleva 33 años en la U.N. y espera que sean muchos más.

    Lleva 33 años en la U.N. y espera que sean muchos más.

  • En 2011 recibió la Medalla Alejandro López, una distinción que reconoce la excelencia en el desempeño profesional de los funcionarios de la U.N.

    En 2011 recibió la Medalla Alejandro López, una distinción que reconoce la excelencia en el desempeño profesional de los funcionarios de la U.N.

    Ingresó a la Institución el jueves 15 de agosto de 1985, como celador, hoy es el jefe de Nómina y tras 33 años en la Sede vive cada día con el mismo entusiasmo del primero.

    En enero del 84, después de graduarse como bachiller normalista en Caucasia (Antioquia), José se vino para Medellín con dos propósitos: presentarse a la Universidad de Antioquia y tramitar la libreta militar.

    Entre diligencia y diligencia conoció a Gabriel Alberto Ángel Rivera, jefe de personal de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, quien vio en el veinteañero a un muchacho noble y le preguntó a secas, casi con cara de afirmación, “¿querés trabajar en la Universidad Nacional?”.

    Por esos días José también estaba esperando que en su natal Caucasia lo nombraran como maestro rural, sin embargo, eso no sucedió; en cambio, la libreta militar sí le llegó. “Entonces le dije al doctor Gabriel: ‘jefe, ya me llegó la libreta’, y él me respondió que fuera el martes a su oficina y el jueves 15 de agosto de 1985 empecé como celador”, recuerda.

    No olvida su primer día en la Universidad: le presentaron al coordinador de vigilancia, le entregaron su puesto en el Bloque 46, turno de 2:00 a 10:00 p.m., y un compañero le dio la inducción.

    “El muchacho fue muy riguroso y me dijo que tenía que subir permanentemente del primero al segundo piso, mirar las puertas, meterme a los baños, revisar los cielos rasos, que no hubiese paquetes raros que pudieran ser explosivos, en fin, ese día fue muy agotador. Después, cuando comencé a conocer la gente y al ver que era un ambiente académico y tranquilo me fui acomodando, pero siempre inquieto y con la mente puesta en que yo no me iba a quedar como vigilante”, cuenta.

    Efectivamente, ese mismo año pasó a la Universidad de Antioquia y mientras trabajaba hacía su carrera como contador. En el puesto de celador duró muy poco porque la dependencia hizo un convenio para que fuera transferido al apiario y colaborara con la creación de este espacio donde José alternaba sus labores de vigilancia con actividades de laboratorio, fertilización y revisión de colmenas, entre otras.

    En 1989 se graduó como contador y empezó su carrera de ascenso en la Universidad, la mayoría fueron puestos de encargo que le permitieron escalar hasta donde está hoy. “Estuve en inventarios, fui jefe de transporte, coordinador de vigilancia, pasé por la oficina de contabilidad y por nómina, hasta llegar a ser el primer contador de Unisalud que fue donde desarrollé mi carrera durante mayor cantidad de tiempo: allí estuve desde diciembre del 2003 hasta julio del 2015”, comenta.

    Desde que ingresó a la Universidad José ha hecho parte de los equipos deportivos de fútbol y tenis de mesa, y de diferentes cuerpos colegiados como el Comité de Carrera Administrativa. En 2011, como reconocimiento a su servicio por 27 años, la Sede Medellín le entregó la Medalla Alejandro López.

    En 2015, la vida lo ubicó en la jefatura de la Sección de Nómina de la Dirección de Personal Académico y Administrativo, un puesto de mucha responsabilidad en el que José, como siempre, ha dado lo mejor de sí.

    Es una persona activa, tiene siempre una sonrisa en su rostro y una palabra amable en los labios, es creyente y espiritual, le gusta el deporte: fútbol, sobre todo, le va al América de Cali, al Envigado, al Deportivo Independiente Medellín y al Real Madrid, también disfruta el tenis, el ciclismo y la natación. Escucha rancheras, salsa y vallenato viejo. Juan Sebastián, su hijo, es su mayor orgullo y Ligia Prasca, su madre y su adoración.

    Tiene 53 años y su sonrisa de ojos apagados refuerza lo que él repite cada vez que puede: “he sido feliz, estoy satisfecho con mi vida y me siento lleno de gratitud”. A la Universidad, dice, le debe mucho de la tranquilidad y placidez de su existencia, por eso se le entrega sin reservas hasta los fines de semana.

    “A veces me preguntan: ‘¿José, dónde estuviste el fin de semana?’ y yo les digo: ‘paseando en la Universidad’. Eso a veces me lo reprochan pero yo disfruto estar acá; trabajo, salgo, camino la cancha, respiro, miro los árboles y saludo a la gente, eso sí, a mí me encantan las relaciones interpersonales, yo soy amigo de todo el mundo”, afirma y se ríe; todavía entre risas asegura que aún no quiere irse de la U.N. y que espera jubilarse en la Institución que lo ha hecho quien es.

    (FIN/CST)

    10 de agosto del 2018