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Jorge Iván García Sucerquia no quería estudiar. A los 15 años descubrió por casualidad la que se convertiría en su pasión: el ciclismo y quería dedicarse a ello; sin embargo a los 20 tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida: elegir entre ser profesional en el deporte que lo conquistó o la academia. Optó por la segunda y hoy, el profesor de la Universidad Nacional de Colombia, sabe desde la razón que eligió bien, pero confiesa que si hablara desde el corazón, “se me saldrían las lágrimas”.

  • Jorge Iván García Sucerquia es profesor en dedicación exclusiva de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

    Jorge Iván García Sucerquia es profesor en dedicación exclusiva de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

  • El ciclismo es una de sus grandes pasiones.

    El ciclismo es una de sus grandes pasiones.

  • El profesor García Sucerquia en compañía del Nobel de Física, David Wineland, durante su visita a la Sede en 2015.

    El profesor García Sucerquia en compañía del Nobel de Física, David Wineland, durante su visita a la Sede en 2015.

  • Viajar y compartir en familia son sus actividades preferidas para hacer en familia.

    Viajar y compartir en familia son sus actividades preferidas para hacer en familia.

    Su esposa, Diana Carmenza Álvarez, y su afinidad por hacer cosas útiles fueron determinantes en su decisión de ir a la universidad.

    “Yo me gradué de Bachillerato Técnico con Énfasis en Electricidad y Electrónica del Instituto Tecnológico Pascual Bravo y tuve una experiencia laboral con una compañía de ingenieros de donde salí con la idea de no estudiar más”, cuenta y explica que comparaba lo que él podía hacer como bachiller con lo que hacían los ingenieros y no encontraba diferencia alguna.

    Sin embargo, la familia lo convenció de estudiar en la noche y trabajar en el día, lo cual se ajustaba perfecto a sus planes pues así podía entrenar ciclismo en la mañana. Pero la vida, caprichosa, le tenía preparado un camino distinto. Empezó Tecnología Electrónica en el Pascual y allí conoció a Diana quien, además, estudiaba Ingeniería Geológica en la U.N. “Y ella me dijo usted tiene que ir a la universidad”.

    A eso se sumó su encuentro con el profesor Diego Aristizábal, hoy su colega en la U.N. quien le dictó un curso de Física, electricidad y magnetismo. “Y dije: ¡Ah!, eso sí quiero ir a estudiarlo a la universidad. Y un día Diana apareció con un formulario de la Universidad de Antioquia completamente diligenciado donde decía que yo iba a estudiar Física”.  

    Finalmente Jorge Iván García Sucerquia hizo su pregrado, maestría, doctorado y dos posdoctorados en Física. Enfocó su carrera en el hacer y ha logrado desarrollos importantes con el Grupo de Investigación Óptica y Procesamiento Opto-digital.

    “Pero todavía no he hecho lo que quiero hacer en términos de cosas útiles porque mi sueño es tener un microscopio que utilice tecnología de punta, que valga 10 dólares y que sea completamente portátil; ese es mi programa de investigación y en ello trabajan mis estudiantes”. Se trata de un microscopio holográfico digital sin lente que tendría aplicación en campos como telemedicina, monitoreo de calidad de agua, diagnóstico de enfermedades en comunidades con limitados de recursos, entre otros.

    Hijo de la Universidad pública, García Sucerquia se ha consagrado a ella. Desde que estudiaba el pregrado lo sedujo la docencia y en el 2001 se vinculó como profesor en la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, pero en 2006 renunció porque se ganó una convocatoria en la Universidad Laval, en Canadá. No obstante, en 2008 regresó a Colombia, entre otras razones animado por la idea que él formado en su país con recursos públicos debía corresponder a ello ayudando a formar a otros y, en efecto, se reintegró a la U.N.

    En compensación a lo que ha recibido “Sucerquia”, como lo conocen sus estudiantes, le entrega todo su conocimiento y disposición a la universidad pública. “Yo no me guardo nada, enseño lo que sé y lo que no sé lo estudiamos y los aprendamos juntos”. Es un hombre disciplinado, honesto y de objetivos claros, quizás por lo mismo, es tan exigente consigo mismo y con los que lo rodean, sobre todo con los jóvenes a quienes en el proceso de formación les hace un poco la vida de cuadritos.

    “Ser profesor es un cuento que yo disfruto muchísimo, me gusta enseñar y soy exigente porque considero que la labor docente debe ser un acompañamiento para que cada quien saque lo mejor que tiene; desde esa perspectiva me acerco a la enseñanza y, en ese sentido, hay que explotar al máximo las capacidades de los estudiantes”, asegura.

    Al parecer, es frecuente escuchar decir a los alumnos de los cursos de Física, Electricidad y Magnetismo y de Electrónica Digital, que dicta, que iban en sus carreras como por un valle hasta que se toparon con “Sucerquia” y se encontraron con una pared. Y Según él, así sucede porque cuando alguien intenta sacar lo mejor de otros la vara se debe poner cada vez más alta.

    Los logros en su vida son producto de la disciplina y de la tenacidad con la que se enfoca en alcanzar sus metas. Normalmente, su día comienza a las 4:00 a.m. y termina, por tardar, a las 10:00 p.m. Quizás por eso, aunque no fue ciclista profesional tampoco perdió nunca el amor por las dos ruedas y sigue practicando el ciclismo competitivamente y por el placer que le genera.

    “En la bicicleta me siento libre, tranquilo, me puedo desconectar de todo y entonces pensar y producir algo”, cuenta y subraya que lo más importante es que lo que él hace en la academia lo hace realmente al ritmo del pedaleo. “Es ahí cuando tengo ideas y donde resuelvo problemas”.

    La competencia, por su parte, lo llena continuamente de energía. El domingo pasado se coronó campeón del Spartan Bike en La Ceja y ahora entrena para participar en julio en la Vuelta a Chiriquí en Panamá, que ya ganó en 2012, y en septiembre la Vuelta a Colombia Senior Master.

    La academia y el ciclismo absorben parte sustancial de su tiempo, pero son Diana, su esposa; Sara, su hija; y Paco, Dante, Betty, Chiqui, Nacho y Zeus, sus hijos perrunos adoptivos, su verdadero amor y el centro de su vida. Así que por ahora, viajar en familia, participar de la construcción de su casa, la bicicleta y la Universidad seguirán marcando la ruta del profesor Sucerquia.

    (FIN/CST)

    4 de mayo del 2018