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Por esta época del año es posible ver, sobre todo en el centro de Medellín, algo así como una nube entre los edificios. Esa nube se llama smog fotoquímico y es una mezcla de distintos contaminantes: material particulado (PM), gases y vapor de agua, que por las condiciones topográficas y climáticas del Valle de Aburrá se quedan atrapadas en la atmósfera formando una capa que entre más opaca posee mayores concentraciones de partículas contaminantes. Eso es, básicamente, lo que se respira en el Valle.

  • Las contingencias ambientales se presentan en marzo-abril y en octubre por los cambios de estación seca a húmeda y viceversa. Foto: Jaiver Nieto /El Tiempo.

    Las contingencias ambientales se presentan en marzo-abril y en octubre por los cambios de estación seca a húmeda y viceversa. Foto: Jaiver Nieto /El Tiempo.

  • La topografía del Valle de Aburrá maniate la contaminación en la atmósfera. Foto: Jaiver Nieto /El Tiempo.

    La topografía del Valle de Aburrá maniate la contaminación en la atmósfera. Foto: Jaiver Nieto /El Tiempo.

  • Las fuentes móviles son las que más aportan a la contaminación del Valle de Aburrá.

    Las fuentes móviles son las que más aportan a la contaminación del Valle de Aburrá.

    En los últimos años este paisaje se volvió cotidiano, justamente por los meses de marzo-abril y luego octubre, entonces se habla en el Valle de Aburrá de contingencia ambiental por la calidad del aire. Si bien es cierto que en estos periodos se presentan condiciones climáticas que exacerban la crisis, el problema real del aire que se respira tiene que ver con la cantidad de emisiones que las fuentes móviles descargan en la atmósfera.

    Expertos académicos de la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, hablaron al respecto.

    Según el profesor David Aguiar Gil, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, con el aumento poblacional ha aumentado también el parque automotor y, por ende las emisiones. “Entre el 2005 y 2015 el parque automotor del Valle de Aburrá se triplicó, hubo un crecimiento de hasta 300%. Para el 2005 había 271 mil vehículos particulares, mientras que para el 2018 ya son 600 mil en total, ese es el incremento del parque automotor”, comenta apoyándose en cifras oficiales del Área Metropolitana.

    Y agregó que a la situación se suma el hecho de que las vías con que cuenta el valle están totalmente desbordadas: “Lo que hoy vivimos es un colapso de la movilidad que está representado en aumento de las emisiones”, precisa Aguiar.

    En el 2011 las fuentes móviles descargaban a la atmosfera 1.116 toneladas de material particulado (PM) al año; para el 2015 aumentó a 1.500 toneladas, casi 400 más según las autoridades ambientales. Esto se ve reflejado en el estado de la calidad del aire y en la concentración de contaminantes.

    Al respecto, el profesor Aguiar es enfático en que cualquier plan al respecto debe estar dirigido al tema de la movilidad y trabajarla desde la sostenibilidad, así como formular medidas a largo plazo a las que pueda hacerse un seguimiento eficiente. “Si no hay realmente un trabajo importante dirigido al tema de movilidad que convoque a toda la ciudadanía cada marzo estaremos hablando de lo mismo”, señala.

    A propósito, la profesora Carmen Elena Zapata Sánchez, directora del Laboratorio de Calidad del Aire (Calaire) de la U.N., coincide en que hasta ahora las que se han tomado han sido solamente medidas de choque, cuando “las medidas estructurales hacen más falta”. Y agrega que hay que ocuparse de procesos urgentes como chatarrización de vehículos viejos del sector privado como camiones y volquetas, y mayor control a la circulación de motos que no cumplan la normativa ambiental.

    La calidad del aire de Medellín puede convertirse en un problema de salud pública. Según expone la profesora Zapata el material particulado (PM) de 2,5 micras es un material sólido que debido a su tamaño no es visible pero entra al cuerpo por la nariz durante la respiración, llega a los bronquios, pasa al alvéolo pulmonar y algunas de esas partículas llegan hasta el torrente sanguíneo y se distribuyen por los órganos, lo que, a largo plazo, puede producir enfermedades graves e incluso la muerte.

    “Además del tamaño, la composición química del PM2.5 puede ser tóxica para el organismo y producir afectaciones en el ADN, cáncer, daños en la médula ósea, enfermedades pulmonares, cerebro y cardiovasculares, entre otras, de las que ha hablado el epidemiólogo Elkin Martínez. Ese es el mayor problema para la salud pública por sus efectos a largo plazo”, señala la profesora y es enfática en que la calidad del aire que respiramos es responsabilidad de todos.

    “De una u otra manera cada uno contribuye a la contaminación atmosférica”, menciona la profesora y resalta que, en ese sentido, hay algunas acciones individuales que deben ser tenidas en cuenta no solo durante los periodos de contingencia como respetar las medidas de pico y placa y la utilización del transporte público y medios alternativos de movilidad, entre otros, que pueden ser complementarias a los planes de acción que toman las autoridades.

    (FIN/CST)

    4 de marzo del 2018